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VICE Loves Magnum

La forma que tiene Christopher Anderson de ver el mundo es increíble

Estamos haciendo un partnership con Magnum, la agencia de fotos más famosa del mundo, así que os presentaremos algunos de sus fotógrafos durante las siguientes semanas.

Magnum es quizá la agencia de fotos más famosa del mundo. Aunque no la conozcas, es muy probable que hayas visto sus imágenes, como las fotos que hizo Robert Capa en la Guerra Civil Española, la "Chica Afgana" de Steve McCurry o los paraísos vacacionales británicos de Martin Parr. A diferencia de muchas otras agencias, los miembros de Magnum son seleccionados por los otros fotógrafos en la agencia, y en vista de que se trata de la mejor agencia de fotos del mundo, formar parte de ella es un proceso bastante difícil. Estamos haciendo un partnership con Magnum, así que os presentaremos algunos de sus fotógrafos durante las siguientes semanas.

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El primero es Christopher Anderson, quien fue nominado para entrar en Magnum en 2005 y se convirtió en miembro a tiempo completo en 2010. El trabajo que realizó durante un viaje ilegal a Estados Unidos con inmigrantes haitianos (durante el cual él y ellos se hundieron en el Caribe en un bote de madera hecho a mano y bautizado como “Cree en Dios”) le valió la Medalla de Oro Robert Capa.

Entre sus siguientes proyectos estuvieron Son, una serie de fotos que capturan a su esposa e hijo mientras su propio padre sufría de cáncer, y Capitolio, la documentación del descontento popular en Caracas durante el gobierno de Chávez.

Hablé con él sobre cómo se ve a si mismo y cómo ha cambiado a lo largo de su carrera.

Joe Biden baja del Air Force Two en Virginia, foto para New York Magazine.

VICE: Hola Christopher. Te has distanciado del “fotoperiodismo”. ¿Por qué?

Christopher Anderson: Hay fotoperiodistas en Magnum, pero no la veo como una agencia de fotoperiodismo. Está más fundamentada en la fotografía documental. Si tuviera que usar un término para definirme, creo que me sentiría más cómodo dentro de la fotografía documental que en el fotoperiodismo. El término “fotoperiodista” suele estar cargado de significado: en específico, es alguien que documenta noticias. No creo que ésa sea mi función. Incluso cuando fotografiaba temas que eran actualidad, como conflictos, mi función no era la de un reportero, mi función era comentar lo que veía ese día y ofrecer un punto de vista subjetivo. Mi papel era comentar lo que estaba ocurriendo, pero también intentar transmitir ese sentimiento de estar ahí mientras todo ocurría.

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¿Querías capturar imágenes que eran más emotivas y personales?

Exacto. Pero yo iría más allá y diría que no sólo quería hacer eso, sino que en efecto eso fue lo que hice. No pretendía ser objetivo. Estaba tomando fotos, dando mi opinión, y quería saber que estaba dando mi opinión.

¿En un principio, tu enfoque poco convencional hizo que fuera más difícil vender tus fotos, o fue algo que te ayudó desde el comienzo?

Bueno, eso no es algo que le decía a los editores. No decía, “No, no voy a trabajar para ti a menos que entiendas que lo que hago es subjetivo”. En la agencia en la que estuve antes esto no importaba mucho, pues ya trabajaba para “revistas periodísticas” y había trabajado mucho para NY Times Magazine. El tipo de historias que hacía, incluso las de zonas de conflicto, eran más largas y con un enfoque más profundo sobre lo que ocurría en el lugar. Intentaba dar un contexto más humano e íntimo, en lugar de simplemente buscar estar en los titulares del día. Pero para ser honesto, ser comercial nunca se cruzó por mi mente en ese momento. Sólo quería hacer lo que hacía, cómo quería, con la mayor integridad posible.

Foto hecha durante el Knob Creek Machine Gun Shoot de 2011, el evento de tiro más grande del mundo. De Red State.

Empezaste trabajando principalmente en color, después cambiaste al blanco y negro, y ahora, con proyectos recientes como Son, pareces haber regresado al color. ¿Qué te hace tomar estas decisiones?

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El proceso para tomar estas decisiones ha evolucionado a lo largo de los años. Antes decía que era un “fotógrafo de color”, pero en cierto momento empecé a tomar muchas fotos en blanco y negro, en especial cuando trabajaba en conflictos. El blanco y negro tiene una manera de ajustar el sentido del tiempo dentro de una foto. Hubo una época en la que elegía el lenguaje de acuerdo al objeto de estudio. El blanco y negro ofrecía una especie de atemporalidad con la que quería trabajar. Ahora soy más un fotógrafo de color. En este momento, mi primera respuesta a algo es verlo a color.

Has mencionado la integridad hace un momento. ¿Existe un objetivo general en tu trabajo, una idea clave que quieres expresar?

Es gracioso, estaba pensando en esto hace rato. Creo que comparto la filosofía de Garry Winogrand: él decía que fotografiaba a las personas para ver cómo se veían fotografiadas. No hay un tema particular que me dedique a cubrir, no soy una persona que sigue un solo camino y me gusta pensar que tengo distintas facetas. Si pudiera unificar todo eso de forma visual en una sola cosa, ya sea mis fotografías de mi trabajo documental, o trabajos más personales como mi familia, creo que todo está conectado. Hay un elemento unificador, quiero ver un tiempo en este planeta y comunicar una cierta calidad emocional de ese tiempo. Hago fotos de mi propia experiencia humana y las cosas que he visto y en las que he participado.

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Un niño en Caracas, del proyecto Capitolio.

¿La gente ha reaccionado de forma negativa a tu trabajo porque promueves la subjetividad en un campo que muchos dicen debería ser completamente objetivo?

Sí, en especial en la blogosfera hay muchas críticas. No puedo prestar atención a todo eso; no lo digo de forma arrogante, es sólo una pérdida de energía y tiempo. Mis fotografías son un reflejo de la experiencia que tengo, y no puedo sentir vergüenza por las fotos que surgen de esas experiencias, así como no puedo sentirme incómodo por las experiencias mismas. Hace poco hubo un artículo en el que comparaban las fotos que tomé en una zona de guerra con las fotos que tomé en un contexto de moda, y fue un escándalo. Entiendo la sensibilidad del tema, pero la verdad es que he ido a desfiles de moda y he ido a la guerra, y no veo ningún conflicto en hacer ambas cosas.

¿Hubo algún proyecto que te pareciera más difícil que los otros?

Creo que el proyecto más desafiante fue cuando tomé un bote con unos refugiados haitianos que intentaban llegar a Estados Unidos. Ese fue el trabajo por el que gané la Medalla de Oro Capa. Y lo más difícil fue fotografiar zonas de guerra, lo cual ya no hago. No sólo porque es peligroso, sino porque me costaba trabajo reconciliar mis sentimientos sobre estar haciendo fotos en esas situaciones.

Sacada del proyecto Son.

¿Estar en Magnum ha cambiado tu manera de hacer las cosas?

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Buena pregunta: sí. El proceso para convertirte en miembro de Magnum consiste en presentarte y si tienes suerte te dominan durante dos años, trabajas y después enseñas tu trabajo de nuevo. Después te conviertes en asociado, y luego muestras tu trabajo otra vez para convertirte en miembro. Ese proceso es interesante, te pone en una posición en la que te haces preguntas sobre ti mismo que es difícil hacerte bajo otra circunstancia: ‘¿Qué quiero hacer con mis fotos?’, ‘¿Por qué hago las cosas así y no de otra manera?’ Sales de ese proceso con un mejor entendimiento sobre tu persona. Las respuestas a esas preguntas son respuestas muy personales, es tu trabajo y no es para un mercado, y no es porque otras personas lo hagan así. Las cosas son así porque son mis experiencias y así veo el mundo. Eso me parece liberador.

Gracias, Christopher.

Refugiados haitianos aterrorizados camino a Estados Unidos, 2000.

Caracas, de Capitolio

Tomada de Capitolio

Tomada de Capitolio

Long Island, Nueva York. 2007. Hogar de delincuentes sexuales. Tomada de Red State.

El pueblo hazara de las montañas Mushkel-Hal en Afganistán, 2001.

Tomada de Son.

Tomada de Son.

Irak, 2003. Batallas al sur de Bagdad.