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Cultură

Depredador: escuela de políticos

El clásico de ciencia ficción reunió a tres actores que acabarían llegando lejos en política.

Cualquier hijo de vecino estará probablemente al tanto de que la estrella del selvático film de los ochenta Arnold Schwarzennegger (Graz, Austria, 1947) más conocido como ‘Arnie’ en el mundo anglosajón y como ‘Suache’ en la piel de toro, llegó a convertirse en gobernador del estado más lucrativo de los cincuenta americanos, California. En ese puesto estuvo desde el 2003 al 2008, y aunque algunos lo vieron sucediendo a George W. Bush al frente de la nación, la pobre gestión al frente del estado hizo innecesario acudir a la ley para recordarle el hecho de que solo los nacidos en suelo americano pueden soñar con la presidencia.

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Lo que seguramente la mayoría no sabrá es que dos secundarios de la película de John McTiernan se internaron también en política con resultados más que notables; no en vano uno también se convirtió en gobernador de un estado y el otro podría haber conseguido convertirse en senador de no ser por su mecha corta en debates radiofónicos. ¿Parece algo curioso? Espera a saber esto: antes de fichar a los dos metros de menda que finalmente llenaron el traje de extraterrestre, el por aquel entonces recién llegado a Hollywood Jean Claude Van Damme rodó varias escenas, hasta dimitir harto de perder un litro de agua en sudor cada vez que saltaba de árbol en árbol de la jungla costarricense.

¿Quiénes son pues estos dos notas que decidieron emular al ‘Roble Austríaco’? Siguiendo un orden de triunfo en lo político, tenemos a Jesse Ventura (Minneapolis, 1951), quien despuntó en la lucha libre americana con el nombre de batalla ‘The Body’, atributo que combinó con una bastante inédita mezcla de carrillos hinchados y cráneo repartido salomónicamente entre alopecia galopante y melenas teñidas de rubio. Una alta autoestima que bordeaba en el puro narcisismo le convirtieron en uno de los más aclamados, favoreciendo su ingreso en el celuloide a finales de los ochenta, el período que Ronald Reagan convirtió ladinamente en la era dorada del cine de acción.

Cabe decir no obstante que Ventura empezó a coquetear con la política ya en los primeros noventa, presentándose como un líder que representaba esas minorías que no casaban con el bipartidismo tan predominante en tierras yanquis. Y la jugada le salió tan bien que en 1998 se convertía en gobernador de su natal Minnesota, hasta que legó el cargo a otro en el 2003 (exacto, el año en que Arnold era elegido gobernador de California). La inquietud de este hombre no para aquí, pues se las apañó para robar el corazón de las nuevas hornadas de “conspiranoicos”, como se califica despectivamente a los crecientes números de occidentales que también ven la verdad tras el masticado engaño de los medios de comunicación, gracias a las tres temporadas del programa Conspiracy Theory with Jesse Ventura.

¿Parece alguien que haya que darle de comer aparte? Esperad a saber de qué pasta está hecho Sonny Landhan (Georgia, 1951) el tercer cruasán del reparto de Depredador que llegó lejos en el mundo de las urnas. “¿Imponentes palmareses en el mundo de los músculos aceitados posando en escenarios o en cuadriláteros donde finjo hacer y hacerme daño? Mejor haría en avalar mi campaña con el bagaje que solo el mundo del porno puede darte en esta vida”. Esto debió haber pensado el robusto Sonny cuando a principios de la década pasada flexionó los bíceps en la campaña por el puesto de gobernador en Kentucky, aunque sin llegar a ocupar la poltrona finalmente. Como buen descendiente de indios cherokee no quitó la vista de un horizonte en el que atisbaba un puesto en el poderoso senado. Lástima para él que al poco llenase las ondas radiofónicas con racistas declaraciones acerca de las minorías musulmanas, obligando a sus más cautos compañeros republicanos a sacarlo de las filas del partido. Quien le hubiera dicho que sería esto, y no el haber trabajado como actor en un género donde lo que más buscan sus directores es el priapismo.

¿Cómo afrontamos este episodio sin parangón en el mundo del cine, en el que se puede decir literalmente que la mitad del reparto llegó a grandes cotas en la política estadounidense? ¿Fue simplemente una mayúscula carambola o hay algo más allá de un azar caprichoso? Quizás el azar apenas intervino en esta ecuación. Antes más arriba habíamos dicho que el presidente Reagan ensalzó con tino este género de películas en las que villanos sin nunca la menor justificación o defensa sucumben ante musculosos héroes norteamericanos. El barniz patriótico no es siempre tan descarado como en Rocky IV o Amanecer Rojo, otros títulos emblemáticos de la época, pero siempre está ahí, aún como subtexto. ¿Encajan los protagonistas de nuestro artículo en este perfil? Sin duda, tanto dentro como fuera de la pantalla. Cierto que Austria todavía no es un estado en la bandera americana pero ahí está ese dogma en la mente americana del hombre hecho a sí mismo, capaz de empaparse del sueño americano gracias a un tesón inquebrantable.