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Cultură

Hecho en México pero llegado de EU: Los ex pandilleros pochos de los ‘call centers’ en México

Miles de deportados vuelven a empezar en un país que no es el suyo y lejos de todo lo que conocieron.

Pasé la tarde en una sesión casera de tatuaje en Neza con dos vatos mexicanos deportados desde Los Ángeles. Ellos, como tantas miles de personas, no tienen opción de regresar al país en el que crecieron. Son como todos estos hispanos en la ola de esperanza para vivir en el país de su elección. A diferencia de los dreamers, ellos no montaron la cresta; permanecieron debajo de la superficie, estrellando la cara contra la arena.

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Un día Magic, 26, decidió pertenecer a una pandilla mexicana del Oeste de Los Ángeles. Y desde entonces obtuvo varios pases de entrada a la correccional de Wayside donde terminó la preparatoria. Pudo quedarse en California por un rato más hasta que durante una borrachera estrelló el carro de su jefa contra un tráiler. Primero el hospital, luego la migra.

En México, Magic conoció a Travieso, su tatuador de 23 años que también fue deportado. Travieso recibió tantos disparos en diferentes partes del cuerpo que la Gang Enforcement Unit ya lo conocía por este apodo. Aún con eso, sus compas lo jodían porque ninguno de sus tatuajes mostraban que era parte de su pandilla. Pero tiene la mejor respuesta. Muestra sus primeras cinco cicatrices y señala el muslo, el pecho, espalda y cuello mientras deletrea: V-I-S-T-A. Top that, home boy! Hablan tan pocho, tan mestizo que no podía decidirme si usar itálicas para mi español o para su inglés. Travieso considera un don poder transitar entre los dos idiomas sin esfuerzo.

Antes de la sesión, Travieso desempacó y montó su equipo. Primero estudió el diseño elegido por Magic —el nombre de su pandilla con el fondo de heráldica azteca—, colocó la tinta negra, se ajustó los guante de látex y mostró la aguja nueva a Magic. Luego se bebió varias caguamas y fumó un porro para empezar.

Travieso explicó cómo le tocó a él.

"Esa tarde hacía una entrega. Un policía de la Gang Enforcement Unit me gritó, 'Travieso'. Ohh shit! ¡Pa' qué volteé! Fucked up!, la acababa de cagar. En ese momento traía un frasquito con bolsitas de cristal llenas. Llegué a mi carro, vi a mi novia, le tiré mi celular, y el frasquito me lo llevé, y ¡BUM!, empecé a correr.”

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Corrió por varias calles deshaciéndose de su carga hasta que se escondió en un departamento donde encontró a una mujer. "Le dije que si decía algo la mataría. Ha-ha, así le dije. Fuck! La cagué porque la solté. Estaba mirando las ventanas y ella se fue corriendo. Dijo a la policía que ahí estaba metido. Me tenían todo enredado. ¿Pues ya qué? Fuck it, ya estoy a aquí. I'm not gonna get shot, I'm not stupid. Me entregué."

Después de eso, Travieso pasó varios meses en diferentes centros de detención. "Y un día me dieron mi ropa. Yo pensé que ya iba a regresar a casa. ¿Pero cuál? Me dieron la verga", dijo Travieso.

"A mí sólo me deportaron, homeboy, no sé qué te habrán hecho a ti", se burló Magic.

Magic y Travieso son mexicanos de pasaporte, pero su patria está entre los barrios de Los Ángeles. En México, después de ser deportados, viven entre otros que ellos consideran sus pares y tienen problemas para interactuar con otros mexicanos. Son una población flotante que logra reclutarse en call centers donde no miran a su posible pasado criminal.

Little USA

Tampoco miran sus tatuajes que los dejarían fuera de algunos trabajos de corbata y su inglés nativo es la mejor herramienta de la que pueden valerse. En los call centers encuentran a otros mexicanos crecidos en México, otros repatriados por gusto y otros tantos deportados por diversas razones. Los últimos son tantos que los call centers en México son ahora un Little LA, Little Chicago o Little Atlanta.

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El hecho es que el flujo de una de las migraciones más grandes en el último siglo y la más grande en la historia de Estados Unidos se ha detenido. Según el Pew Hispanic Center, de 2005 a 2010, más de 1.4 millones de mexicanos se volvieron de EU hacia México. Dentro de esta cifra, como Magic y Travieso y en circunstancias criminales o no, hay unos 125 mil jóvenes repatriados registrados en la Encuesta Sobre Migración de la Frontera Norte de México.

Con más de cien mil menores de 20 años de edad repatriados y desempleados, un sector logró beneficiarse de esta nueva población. Se trata de una nueva oferta de angloparlantes nativos en un mercado más barato, los call centers comenzaron a contratarlos en vez contratar a los mexicanos que hablan inglés como segunda lengua. Aunque no existen cifras sobre cuántas personas en situación de deportación trabajan en empresas similares, estudios del investigador económico Jordi Micheli en México indican que en tres años (2007-2010), durante los mismos en que la migración se estancó, la industria de los call centers creció 118 % con alrededor de diez mil personas angloparlantes. Y esta cifra aumenta cada año.

De hecho en la última década, México se ha convertido en la sexta locación mundial más atractiva para negocios offshore, según los informes bianuales de Locación de Servicios Globales, la firma internacional de consultoría en negocios A.T. Kearney. Es decir, los empleados mexicanos hacen cada vez más llamadas de telemercadeo en el mundo para cubrir la demanda de vacacionistas calientes que reservan estancias en la Riviera Maya para ellos, sus esposas y sus amantes, según me contó un supervisor de otro call center. O quienes, para evitar el corte del servicio que no han pagado, coquetean con el agente. “Tu voz es muy bonita. ¿Nos podemos ver cuando regreses a Massachussets?”, me contó otro agente.

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Magic lo ha hecho para dos compañías similares en cuatro años. "Yo llegué a México —explica— y en dos semanas ya tenía trabajo en call centers, por el inglés, porque aunque me ven todo tatuado no discriminan”.

"Como dicen los homeboys —añade Travieso—, the only reason that call centers get you es por que te necesitan". Pero para él la paga no era tan buena y al final, este giro tampoco era lo suyo.

"Trabajaba en call centers como los homies aquí, pero I never liked it. I never liked to work for nobody like any other homie. Fuck all that! I don't want to be fucked around! Entonces los dejó hace un par de años, cuando encontró que los tatuajes le dejaban buen varo.

"Not everybody is going to pay you what you want. Not everybody trust me. Pero hay feria, güey", dijo.

Aunque Travieso le hace un descuento a Magic por el tatuaje, este confía en que aunque su amigo alterne entre caguama, porro y cigarros con los guantes puestos, el dolor en el codo valdrá la pena. A mí me sorprende que Travieso pueda copiar a ojo parte del diseño y lo haga sin errores.

Dopados o no, reconocen que tienen un problema con su imagen frente a otros gringos, y tener un teléfono en medio les ayuda un poco. A los clientes no les gusta pensar que los atiende un mexicano en otro país. Cuando alguna vez un cliente quiere conversar un poco más, inventan una historia de éxito para justificar por qué abandonaron Estados Unidos.

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Extraña ir al gangbanging

El fondo de tiroteos del Grand Theft Auto que otros dos compas juegan y las espaciadas canciones de Sonido Sucio Records le hacen pensar a Travieso que hoy, de alguna forma, está en casa. "Man, what I miss the most? —se repite Travieso— Gangbanging! Ha-ha. Fuck yeah! Y la verdad not to be así de cínico, pero I miss gangbanging. De que llegan a tu barrio, te rayan todas tus paredes… Man, fuck this! Vas, te agarras un carro, obvio robado. Si te la sabes lo prendes. Vas a recoger a tus homies down the street. Man, I remember those days!

"Para, para, ¡salte, güey, ahí está! Man, this is TARA-RA-RA-RAÁ! Esta banda es tan latina que hasta para disparar luce buen ritmo. TARA-RA-RA-RAÁ!"

Aquí en México, aunque vivan en Neza a las orillas de la Ciudad de México, uno de los barrios más barrio, no existen las mismas pandillas. La vida para ellos es diferente.

"That's what I miss the most—continúa Travieso—. No para ser cínico ni funny. That was my life. That's the life back home. It's fucked to say that it is, pero es una fucked up life". Le pregunté cómo era encontrarse en México con otros homies que pertenecían a diferentes bandas. "Después de cinco años viviendo aquí yo diría que fuck man, is bullshit, it is. Is bullshit. Porque llegamos a un país donde no conocemos a nadie, pero nosotros somos sureños. It's a gang, it's a hood, somos una familia: Southern United Family".

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A pesar de eso, para Magic, las confrontaciones no son con otros homies. En México se cuida más de los microbuseros que de los miembros de la pandilla 18 St. o de un Rabbit Hole de los Playboys. "Sí somos mexicanos pero se van a dar cuenta que no crecimos aquí en México. Mucha gente no nos quiere. Por eso nosotros no estamos con gente que no venga de allá. A mí me agarraron entre siete los pinches microbueros sólo por hablar inglés, me tumbaron los dientes. Sólo porque se dieron cuenta que yo hablaba inglés, es lo mismo”.

 “Es un racismo no por mi color, sino por donde yo vengo".

Otros de sus compañeros en call centers me explican que dentro del lugar es notorio que tienen un problema de identidad. Isabel, una mexicana crecida en México que trabaja en call centers desde 2006 me explica: "Son güeyes que son de todos lados y de ninguno". Pero dice que al convivir con ellos ha terminado con sus prejuicios sobre estos migrantes. Ahora prefiere esperar antes de juzgar a un homie que luzca tatuajes de banda o carcelarios en vez de uno decorativo, como los de ella. "Te das cuenta que —sus padres— compraron su propio sueño americano, y lo hicieron a un costo muy alto", dijo Isabel.

Les pregunté por su perspectiva pensando en sus registros criminales o la lana que ganan por aquí. Por razones diferentes, para Magic y Travieso es mejor quedarse en México. Además, ninguno de los dos creen tener permiso para regresar.

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"Las condiciones de vida que teníamos nos trajeron aquí a México", dice Magic. "Si nos hubiéramos quedado allá, valdríamos madres. Yo lo veo como una segunda oportunidad. Sí, perdí todo, perdí a hija, perdí a mi familia, perdí todo lo que yo tenía allá. Hay cosas que no puedes reemplazar, el amor de mi madre, el amor de mi hija, los amigos. Al final uno crece".

 "Y para nosotros no fue nuestra decisión. Nos forzaron a la verga".

Magic sólo regresaría de forma legal, quiere creer en la posibilidad de conseguir una visa, que el gobierno gringo no entrega visas fácilmente a personas con antecedentes penales.

Más oportunidad en México

Por otro lado, Travieso, que gana 350 pesos por sus diseños de tatuaje más básico, y considerando que tiene buena mano para hacer letras, dice: "Yo como ciudadano mexicano, I have more opportunity growing here than growing there. Para algunos es una bendición. Con la vida que llevaba allá, iba para una funeraria". Le molesta pensar que en Estados Unidos, al lugar que vaya y con cualquier cosa que haga, todo mundo sabe que él tiene un registro criminal.

Al tatuaje de Magic todavía le hacen falta un par de sesiones más. Travieso tendrá que hacer sombras del diseño que muestran un águila y un jaguar con estética azteca. Es innegable que hay rastros de mexicano en este tatuaje. Para él esto es parte de su identidad nacional, aunque cree que existen diferentes formas de ver a un mexicano o ser uno.

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"Para mí es hablar español y tener raíces mexicanas. Hay gente en Estados Unidos que piensa que hay burros y güeyes con sombreros", dijo Magic.

"That's what I thought!—interrumpió Travieso—, en serio. I got deported y el de migración me dijo: 'Hey you're gonna get back to el DF'. Man the first thing that came into my mind was ranchos… vacas… No bulshit, my jefa, my dad, me enseñaban movies de México. Come on dog, pues salen ranchos, no sale la ciudad. So I'm in the airplane thinking, 'where the fuck we're gonna land?' This is a city".

Travieso se refería a la Ciudad de México, una de las más grandes y pobladas del planeta.

Travieso recogió su equipo. Mató el porro. Accedió a mostrarme sus tatuajes y las cicatrices de las balas. Vuelve a narrar su anécdota de cómo responde sobre si es un miembro de alguna pandilla o sólo otro mexicano. En el pecho tiene un escudo industrial nacional al que lo cruza una cicatriz de unos veinte centímetros. Es producto de esa bala que entró cerca de la nuca, rebotó en la clavícula y desgarró el cuello antes de arrancar un pedazo de la barbilla.

"Yo soy mexicano, I have it in my chest —explica. 'Hecho en México', alguna vez conectó los puntos”.

www.pewhispanic.org

www.atkearney.com

www.colef.net

www.state.gov