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​Pasé 520 días encerrado para saber si es posible vivir en Marte

Durante 520 días, seis personas de Rusia, Italia y China fueron encerradas en un módulo en Moscú para probar los efectos del aislamiento mediante dinámicas de pequeños grupos y psicología individual.

La tripulación del Mars 500. Al fondo, Diego Urbina, de pie y señalando el televisor. Imagen vía la Agencia Espacial Europea

Este artículo fue publicado originalmente en Motherboard, nuestra plataforma de ciencia y tecnología.

Al parecer, no es necesario viajar a la oscuridad sin fin de la Antártida para hacer un estudio sobre la soledad en el espacio. De hecho, el mayor estudio sobre aislamiento se realizó en la octava ciudad más grande del mundo. Durante 520 días, seis personas de Rusia, Italia y China fueron encerradas en un módulo en Moscú para probar los efectos del aislamiento mediante dinámicas de pequeños grupos y psicología individual.

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Los candidatos fueron seleccionados en Rusia, China y Europa. Después de rigurosas evaluaciones psicológicas y médicas, se escogió a un grupo de 11 personas que pasaron los siguientes seis meses preparándose para los próximos 520 días, aprendiendo una docena de experimentos que debían realizar en el interior, practicando actividades en grupo y finalmente sometiéndose al riguroso entrenamiento de supervivencia que todos los astronautas deben superar para prepararse ante la posibilidad de que sus módulos aterricen en un lugar remoto una vez que vuelvan a la Tierra.

De los 11 finalistas, 6 fueron seleccionados en función de una serie de criterios, aunque la capacidad para trabajar en pequeños grupos fue quizá la cualidad más importante que se buscaba en estas personas.

Diego Urbina, un ingeniero italiano, fue uno de los finalistas, y el 3 de junio de 2010 inició un encierro en el modulo ruso junto con otros 5 miembros de la tripulación. Iban a tener poco contacto con el mundo exterior, salvo para facilitar muestras de orina y sangre a través de un compartimiento en la puerta principal. Durante el primer y último mes de la simulación, la tripulación pudo contactar con el control de la misión y pudieron enviar mensajes en vídeo, que cada vez tardaban más en llegar a medida que la tripulación se "acercaba" a Marte.

Aparte de eso, no había internet, ni posibilidad de hablar por teléfono. Dos veces al día podían subir un archivo que se les enviaba a las familias de los participantes.

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La cápsula. Imagen vía ESA/S. Corvaja

Los días en el modulo estaban llenos de actividades. La tripulación se levantaba a las 8 de la mañana y comenzaban la jornada haciendo diagnósticos, tomándose la presión sanguínea y ocupándose de la limpieza. Durante las siguientes ocho horas, se entretenían experimentando; por ejemplo, simulaban actividades en la superficie de Marte (de hecho, en el modulo había una sala entera dedicada a este propósito, incluso con suelo de tierra de color rojo). Después de comer estaban desocupados, por lo que tenían que encontrar algo que hacer.

"Hubo periodos de menor actividad y otros que fueron muy difíciles", me dijo Urbina. "Realmente no me aburrí porque siempre había algo que hacer; nos esforzamos por mantener la cabeza ocupada en algo".

La tripulación sobrevivió el año y medio que pasaron dentro del módulo jugando videojuegos, leyendo libros y viendo películas. Eran particularmente aficionados al Counter Strike.

"Era nuestro juego favorito", recuerda. "Es divertido. Intenté mostrarles otros videojuegos, pero ninguno les gustó. Es emocionante porque es una actividad colectiva; son los rusos contra el resto del mundo".

Urbina pasó mucho tiempo leyendo: logró terminar 27 libros durante el proyecto Mars500. Se impuso la tarea de leer todos los libros de Gabriel García Márquez durante su estancia, un objetivo que no pudo cumplir pero que encuentra fundamental para haber conseguido terminar la misión con éxito.

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"El mejor consejo que le puedo dar a alguien que pase mucho tiempo en un vuelo espacial es que se marque objetivos a pequeño y mediano plazo" dice, "mantener tu cabeza ocupada en este tipo de objetivos te dará una sensación de realización. Para mí, eso fue lo más valioso".

La experiencia de Urbina fue, por lo general, positiva. A diferencia de algunos de sus camaradas, él no tuvo problemas para dormir e incluso se lo pasó bien durante el encierro. Sí que hubo ciertos aspectos del experimento con los que tuvo problemas.

"Extrañé el mundo en general. Ver las cosas en movimiento, ver los coches, los perros, el sol. Mis compañeros eran asombrosos y no podría haber elegido mejores personas para estar encerrado, pero comienzas a echar de menos conocer nuevas personas por la noche, la variedad social", dijo, "para mí esa fue la parte más difícil".

La tripulación salió del módulo el 4 de Noviembre del 2011, con los ojos muy abiertos y sonrisas en la cara. Parecían un poco abrumados a medida que los miembros de la prensa los bombardeaban con preguntas y flashes. Como me contó Diego, la tripulación logró aprender mucho durante su estancia en Marte y no solo sobre las sutilezas de Counter Strike, sino también sobre el estrés inherente a un viaje de larga duración hacia el planeta rojo.

Como dice en el sitio web de Mars500, había 10 propósitos científicos básicos a la hora de realizar este experimento, que iban desde probar la eficacia de los sistemas de apoyo vital a bordo de una nave espacial dirigida a Marte, hasta los métodos para controlar el estado de salud y la capacidad de trabajo de los astronautas a bordo, basados en varias pruebas y diagnósticos. Pese a que la tripulación ciertamente mostró anomalías psicológicas durante la misión (como el insomnio), otros elementos del experimento fueron más prometedores, como el experimento con la "máquina de ensaladas", que ofreció información crucial para el cultivo de verdura en condiciones tan poco favorables.

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Quizá uno de los aspectos más satisfactorios de la simulación fueron los experimentos dietéticos promovidos por la universidad Erlangen. La obtención de resultados exactos en experimentos que implican manipular la dieta de los sujetos suele ser bastante complicada, porque requiere semanas de seguimiento de los hábitos alimentarios y pruebas, por lo que los datos provenientes de estos experimentos casi siempre son poco fiables. Pero los participantes de Mars500 pudieron ofrecer una solución: la imposibilidad de salir del módulo los convertía en un grupo perfecto para controlar los efectos de una manipulación de la dieta.

"Fue difícil porque teníamos que comer exactamentelo que ellos nos daban, nada más ni nada menos. Creo que el experimento de Erlangen fue el más difícil de todos", dice Urbina. "Cuando 'llegamos' a Marte, estuvimos comiendo la misma comida enlatada que comen en la Estación Espacial Internacional. En el camino de vuelta tomamos sobre todo comida deshidratada, a la que hay que agregarle agua caliente primero".

Durante el primer año de la misión, la dieta de la tripulación estaba totalmente controlada para que el equipo de Erlangen pudiera ver el efecto que se produce al reducir drásticamente la ingesta de sal. Los investigadores encontraron que el equilibrio de sal en el cuerpo es aun más complicado de lo que habían supuesto, una relación que planteó ideas interesantes sobre los efectos de la sal en la presión sanguínea y el metabolismo humano.

Si bien muchos pensarían que más de 500 días de aislamiento del resto de la sociedad podrían ser mucho tiempo, Urbina dice que no tendría problemas a la hora de viajar en una misión a Marte real. Aunque no está interesado en una misión sin retorno, Urbina asegura que accedería a hacer un viaje de ida y vuelta, ya que siempre queda la esperanza de regresar.

"Salir del módulo después de 520 días fue una de las experiencias más extrañas de mi vida. Me llevó tiempo acostumbrarme, quizá meses. Es como llegar a un nuevo mundo", dice. "Definitivamente iría a Marte, sin duda. Pero tener la esperanza de volver es algo en lo que pensamos todos los días".