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Música

Bajos, raves y chalecos antibalas: los primeros días de Fabric

Los primeros días fueron duros, nadie se imaginó hasta donde llegarían.
DJ Skitz (izquierda) y Rodney P tocando en Fabric en algún momento de principios de los -2000s (Todas las fotos son cortesía de Fabric)

Mercado de carne. Esa es probablemente la frase más mordaz que puedan utilizar para ridiculizar a un club nocturno, instantáneamente atrayendo imágenes de desastres con perlas negras durante la semana para universitarios, personal de puerta con la mano bastante larga y zonas de salpicado de vómito que tienes que evitar cuando las luces se encienden y te diriges hacia la puerta.

Es una extraña ironía que el mejor club nocturno de Londres sea un edificio que originalmente fue construido como un mercado de carne.

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Cualquier persona vagamente conectada con la escena club del Reino Unido – simplemente la música dance en general – sabrá que Fabric, esas instalaciones de almacenamiento de carne convertidas en una meca de la música dance. Es el club de los clubbers – un lugar para que los fans de la música dance pierdan la cabeza con los dubplates y los drops, en vez de ser una sede glorificada para conseguir pareja con servicios de botella y políticas de búsqueda en los bolsos.

El club celebra su 15º aniversario esta semana, pero dudaría que muchos de los peregrinos del drum n' bass o los que aprietan la mandíbula a las 8AM se den cuenta de la proporción en que se sostiene todo en la historia, etos y carácter del hombre que estoy entrevistando hoy, el cofundador Keith Reilly.

La historia comienza en el nombre. Los Reillys son una de las familias más notables en el crimen organizado de Gran Bretaña, la segunda después de la infame familia Adams del norte de Londres – con los cuales han sustentado batallas regulares de arriba debajo de Caledonian Road durante gran parte de los 80s y 90s. Cuando el tío de Ketih, John fue arrestado a la edad de 65, estaba en posesión de 12 libras de coacína, y en las palabras del oficial que lo arrestó, con "suficientes armas automáticas como para derribar al Talibán".

Pero Keith insiste que nadie de su familia inmediata ha estado involucrado en ese tipo de asuntos. Su padre fue uno de los 15 hermanos, y sólo hubo robo a mano armada y crimen organizado, así que cuando Keith creció en el (casi completamente) legítimo mundo de los transportes y distribución. "Esto es importante", dice, "porque significó que tuve acceso a muchas bodegas vacías".

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Así que Keith hizo lo que cualquier obsesionado con Bowie y los Velvets hubiera hecho, dada la oportunidad: comenzó a organizar fiestas de bodega.

"Esas noches eran absolutamente salvajes – puro garage. No como UK garage, pero el espíritu del antiguo garage – ¡sin reglas! Tocábamos cualquier cosas desde James Brown y Fela Kuti hasta Chaka Khan y los Stones … todo completamente ilegal, pero esto ocurrió a finales de los 70s, antes de que la escena rave de bodegas siquiera existiera; la policía ni siquiera sabía qué hacer incluso si pudieran atraparnos".

Era el espíritu anarco de esas primeras fiestas en bodegas, alimentado por el surgimiento del acid house, que, en 1992, inspiró a Reilly a renunciar a su negocio de duplicación de CD/vinil y comenzar su propio club. "Fue una reacción hacia lo que ocurría en ese entonces", dice. La escena dance se había degenerado en el happy hoyuse o handbag house, o la jodida forma en que quisieran llamarlo. Se trataba de atolondrar a la gente y vendérselos barato: cosas como muchos DJs en el flyer, llevar la mayor cantidad de gente a los bares … cosas muy sucias".

Así que Keith vendió su casa e invirtió todo lo que tenía para crear el club al que él quisiera ir. Tomó siete años – con un sinfín de arranques en falso – para que Fabric se convirtiera en una realidad. "Farringdon en ese entonces era una zona industrial bastante fea, pero muy céntrica – lo cual era perfecto", recuerda. "El espacio mismo era irreconocible – tomó dos años de trabajo estructural para convertirlo en un club, pero yo tenía el ojo al haber hecho fiestas de bodegas … caminé y lo supe".

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Pero el don para encontrar la ubicación perfecta no necesariamente significa un éxito garantizado. "Todos los demás en la industria pensaron que estábamos locos", dice Keith. "Había un club enorme en lado oeste llamado Home, que abrió un mes antes que nosotros. Recuerdo a un agente, que ahora es un muy amigo, y me dijo:

"¿Estás consciente de que Home abre un mes antes que tú?"

"Sí".

"¿Y estás consciente de que sus DJs residentes son Paul Oakenfold y Danny Rampling?"

"Sí".

"Bien, ¿quiénes son tus residentes?

"Terry Francis y Craig Richards."

"¿Quién carajos son esos?"

"Son mis amigos".

"Me di cuenta que cuando dije eso debí haber sonado como un niño, pero yo sabía que estaba bien. Verán, la gente como Craig no podía conseguir un show decente en ese entonces – todo estaba enfocado en la mierda house cursi, y cualquiera que intentara hacer algo más sofisticado o con más corazón estaba solo. Cuando comencé con Fabric nuestra regla era nunca comprometeríamos la música – y nunca lo hemos hecho".

Como resultado, Home cerró dos años después, mientras que la residencia de Craig Richards y Terry Francis en Fabric sigue bastante sólida luego de 15 años – convirtiéndolas en unas de las residencias en clubes más largas en la historia de la historia de la música popular británica.

Algo que fue claro desde la noche de inauguración fue que Fabric estaba respondiendo a la verdadera demanda de la escena de Londres.

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"Esas primeras noche fueron una carnicería", recuerda Cameron Leslise, la otra co-fundadora de Fabric, y la mano derecha de Reilly desde el primer día. "Teníamos filas que le daban la vuelta a la manzana, y no sabíamos cómo operar las cajas registradoras, o las alarmas ni nada. Antes de abrir, no teníamos nadie que se hiciera cargo del guardarropa – lo cual es sumamente importante, ya que controla el flujo hacia adentro y afuera – así que terminé llamándole a mi papá, la única persona que conocía que no era un lunático drogadicto, y él la dirigió como una operación militar durante los primeros tres meses".

"Lo único que sabíamos operar era el sistema de sonido", agrega Reilly.

Y el sistema de sonido separa a Fabric de los demás tanto como su política de contratación. "En la mayoría de los demás clubes, el sistema de sonido es lo último que les importa – es horrible", dice Reilly. "Fabric fue construido en torno al sistema de sonido … es una constante labor hecha con amor. Incluso en la actualidad nuestros muchachos están ahí toda la semana, trabajando, tratando de mejorarlo cada vez más. Es otra cosa que nunca comprometeremos".

Como cualquiera que haya bailado ahí sabe, la magia del sistema de sonido de Fabric es que en la sala uno – además del sistema usual de bocinas – hay 400 transductores de bajo por debajo del piso. Sientes el bajo a través de tus pies tanto como lo escuchas. Este sistema "cuerposónico" convierte a todas las personas en la sala en su propia cámara de resonancia. Tu frente vibra con e sonido, y en una buena noche de drum n' bass, ocurre un sentimiento indescriptible.

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"Sí," se ríe Reilly, "el único problema fue que, en los primeros días, en algunos de los raves llenos de amor, veías a estas chicas que habían tomado muchas pastillas y estaban sentadas con sonrisas enormes, divirtiéndose. Pensamos, "carajo, acabamos de crear el vibrador más grande del mundo".

Con el inmediato éxito Fabric vinieron nuevos peligros. Los dealers que operaban el negocio de la venta de drogas y quisieron apoderarse. Reilly comenzó a recibir serias amenazas, a menudo a su casa, del tipo de gente de la que no quieres recibir amenazas serias.

Así que afrontó una elección – llamar a sus tíos y comenzar una guerra de pandillas, o tratar de permanecer legítimo, confrontando a los gangsters por sí mismo. "Cuando corres con los perros, te conviertes en un perro", explica, "y no creía que pudiera correr tan rápido. Además, esos negocios sucios no son para mí. Fui muy claro en decir que acudiría a las autoridades – lo cual es algo que simplemente no hacías con esta gente. Funcionó perfectamente, pero significó usar un chaleco a prueba de balas durante el primer año de Fabric, y me costó mi matrimonio – mi esposa no quería tomar llamadas amablemente a media noche diciéndole que ella y los niños tenían que empacar sus maletas y largarse de la casa".

Cuando le hice la inevitable pregunta acerca de "la noche que destaca" de aquellos primeros días, a Keith se le ponen los ojos un poco llorosos. "Tener a John Peel como DJ fue especial", dice. "Primero no quería hacerlo – había tenido malas experiencias en los clubes antes. Pero terminó la noche con 'Teenage Kicks' y la gente se puso a cantar, y lo cargaron en hombros. Estaba llorando, y nosotros también; era como un dios para todos nosotros – cuando era chico me iba a dormir con su show en mis oídos todas las noches".

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Hablar con Keith Reilly y su equipo – muchos de los cuales siguen siendo del grupo original que inició Fabric hace 15 años – acerca del espíritu de exploración de John Peel sigue brillando. Reilly enfatiza: "Todas las modas y géneros de la música dance han ido y venido, nunca intentes adivinar que será popular y nunca apoyes a un artista en el que no crees. Ese un juego de villanos. Vas a perder eventualmente".

"Soy obsesivo: si amo una canción genial, no quiero que sólo la escuches, sino que sientas exactamente la misma emoción que yo – eso vuelve locos a mis amigos. Creo que mi único trabajo en el mundo es encontrar cosas hermosas y mostrárselas a la gente – sólo eso".

Esto podría parecer grandioso para ser esencialmente un edificio grande con gente, música y alcohol, pero el entusiasmo de Reily es contafioso, y la consistente calidad de la programación de Fabric es bastante única en la escena de Londres. Y esa atención en los detalles, el rechazo a seguir tendencias, es aparente en todo lo que hacen – sin dejar de lado el hecho de que, en 2014, siguen dirigiendo un sello discográfico por suscripción bastante exitoso, basado en CDs (¿los recuerdan?), cada uno presentado en ese icónica, caja de cigarros metálica sellada a mano.

Fabric abrió como una acción contra los clubes de mal gusto de finales de los 90s, dominados por nombres como Judge Jules, Lisa Lashes y Seb Fontaine. Sigue 15 años después como una isla en el mar de Steve Aoki, Guetta y Avicii. Y que sea así por mucho tiempo – un antiguo mercado de carne contra los mercados de carne.