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Música

Cómo la música dance puede cambiar el mundo, de acuerdo con Paul Van Dyk

Paul Van Dyk cree que la música dance no es sólo un placer hedonístico—también puede ser una poderosa arma política.

Hay dos hombres tomados de las manos frente al atardecer en la portada del último sencillo de Paul Van Dyk, "Come With Me (We Are One)"—una colaboración con su viejo amigo Ummet Ozcan, al menos, eso es lo que parecía. Eso fue lo que le dije a Paul Van Dyk, al otro lado de la línea desde Berlín". "¿De verdad?" me pregunta, antes de pedirle a alguien en su oficina que le acerque la foto. Se ríe. "Te puedo decir honestamente que son un chico y una chica. Pero incluso si fueran dos hombres o dos chicas, no habría ninguna objeción". Ups.

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Sin importar su orientación sexual, "Come With Me (We Are One)" es un track acerca de la unidad "Es un track incitante y dinámico que te jala—así es como surgió el título del track", dice Van Dyk.

También es el tema del festival We Are One de Van Dyk en Berlín, que ocurrió este año en un antiguo fuerte rodeado por agua. El punto del festival, dice Van Dyk, es atraer diferentes elementos de la música electrónica. "Al final del día, todo es la misma cosa—es una misma música".

Al mismo tiempo, tiene unas palabras atinadas para ciertas esquinas del mundo de la música dance—en concreto el exitoso espectáculo del EDM comercial. Hubiera sido fácil para Van Dyk subirse a la vaca de los billetes del EDM; algunos podrían señalar sus remixes para Britney Spears y Justin Timberlake, su trabajo para EA Games y el uso de sus tracks en anuncios de Motorla, HBO y Jeep como evidencia de que ya lo ha hecho. Pero Van Dyk insiste por encima de todo, "la responsabilidad de un DJ es la de enfocarse en entregar algo sustancial".

"Los DJs no deberían estar presionando play con una memoria USB, o ponerse borrachos lanzando pasteles. No creo que esto [hace la mímica de tirar un pastel] tenga nada que ver con conectarte con tu audiencia. Para mí, no tiene ningún valor creativo sustancial—es sólo un desperdicio de comida".

Lo que separa al Van Dyk del resto de la manada es su convicción de que la música dance puede ser utilizada no únicamente para puro placer hedonístico, pero también como un arma política. Esto es una creencia que surgió en 2001, con su compilación mezclada The Politics of Dancing. Continuó con The Politics of Dancing 2, con un track llamado "The Other Side" dedicado a las víctimas de un terremoto y una tsunami que golpearon el sureste asiático en diciembre de 2004. La trilogía estará completa con The Politics of Dancing 3, que se espera salga este otoño.

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"La música dance es un movimiento cultural", dice. "Une a la gente joven de distintos entornos, son tolerantes y respetuosos mutuamente en el dancefloor, se llevan esa energía a casa. Eso es un mensaje político por sí mismo".

El mundo de la música electrónica ha cambiado considerablemente desde la primera edición de Politics of Dancing hace casi trece años. En 2001, las autoridades se encontraban aplicando mano dura a la cultura club en los Estados Unidos, Van Dyk recuerda, porque pensaban que no tenía ningún valor cultural. Actualmente, la música dance está experimentando un surgimiento de atención mainstream sin precedentes desde los días de la música disco.

La creencia de Van Dyk en el poder unificador de la música dance sólo se ha vuelto más fuerte en los años intermedios. "Recuerdo que durante el conflicto entre Israel y Líbano [en 2006], amigos míos de ambos lados se reunieron en Ibiza. Se divirtieron mucho y hablaron de cómo todos querían lo mismo: un futuro así para ellos y sus hijos". Eso, dice, es la prueba de cómo la música dance puede tener un impacto incluso fuera del dance floor.

Le digo que eso es una idea reconfortante, especialmente en la actualidad, cuando el mundo se siente más fracturado que en cualquier otra época, y los titulares son recordatorios interminables de la violencia explotando en todos lados desde Gaza hasta Ferguson. Pero lo desafío un poco. ¿No podrías decir lo mismo al respecto de las Olimpiadas y la Copa del Mundo—eventos internacionales que generan hype con su habilidad para reunir a la gente, pero que en realidad, hacen poco para cambiar las circunstancias de la gente involucrada?

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"Si observas cuántos dance floors y festivales están ocurriendo todo el tiempo en estos lugares del planeta, es un movimiento mucho más sustancial que los juegos olímpicos", responde. La política de la música dance es sutil—se trata de crear energía positiva, y llevarla contigo a la vida diaria.

Pero al final, Van Dyk reconoce que las buenas vibras no son suficientes para crear un cambio real—tienes que tomar acción. Es por eso que invierte tiempo y dinero en diversas causas desde su caridad infantil en Bombay hasta la Cruz Roja de Alemania. Sus esfuerzos humanitarios fueron reconocidos en 2009, cuando la ciudad de Berlín le otorgó una Medalla de Honor.

"La música es como una chispa", concluye Van Dyk. "Tiene que ser la gente la que haga el cambio".

@MichelleLhooq                 

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