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a golpe de jazz

"No me pegues en la boca que esta noche toco": Miles Davis y el boxeo

Miles Davis tenía una gran pasión además del jazz: el boxeo. Descubrimos la curiosa historia de la sorprendente relación entre el legendario músico estadounidense y el ring.
Imagen vía WikiMedia Commons

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De camino a casa tras una sesión de entrenamiento en el gimnasio de Bobby Gleason del Bronx, allá por 1970, Miles Davis le dijo a Dan Morgenstern, de la revista Down Beat, que "el boxeo es cómo la música: siempre sigues agregándole cosas".

El legendario músico y compositor no es el único que hizo esa comparación —George Foreman en su día la hizo a la inversa al declarar que "el boxeo es como el jazz, porque como más bueno es, menos lo aprecia la gente"—, pero pocos están tan cualificados como Davis para ponderar la relación entre la música y el pugilismo. Durante el curso de su vida y carrera, la conexión del hombre con el boxeo fue casi tan compleja y fascinante como lo era su música: para Miles, luchar fue una fuente de inspiración infantil, una musa… e incluso un salvavidas.

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Miles Davis creció adorando el boxeo y salió de la niñez en un momento crucial de la historia de este deporte. Así lo explica el crítico de cultura Gerald Early en su ensayo El boxeador como héroe negro, incluido en el libro Miles Davis: la historia completa ilustrada.

"Miles tenía once años en 1937, cuando Joe Louis se convirtió en el segundo campeón de peso completo de color —y por ende, en un icono estadounidense— al derrotar a James 'Cinderella Man' Braddock en ocho rounds", escribe Early. "Davis tenía veinticinco años y era un prometedor músico de jazz en 1952, cuando el viejo Louis peleó su último combate: cayó por nocaut tras ocho rounds a manos de Rocky Marciano. En otras palabras, Davis vivió su adolescencia y entró en su etapa adulta tras vivir el arco de la carrera de Louis como uno de los más prominentes hombres de color de su época, un héroe para millones de personas no sólo en los Estados Unidos sino en el mundo entero".

Davis creció aspirando a ese tipo de heroísmo. "Me gusta cuando los jóvenes de color dicen, '¡Oh, mira, ahí está Miles Davis!' como lo hacían con Joe Louis", aseguraba Miles en 1974. "Me gustaría que las personas de color me vieran como veían a Joe Louis".

Sin embargo, había otro boxeador prominente que tenía aún más influencia sobre Davis. Tal vez quisiera que le adoraran como Joe Louis, pero lo que realmente Miles deseaba era ser Ray 'Sugar' Robinson. Davis admitió que, en 1954, Robinson llegó a ser la cosa más importante de su vida después de la música.

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"Siempre amé el boxeo, pero en verdad yo quería ser como Sugar Ray porque era un gran luchador con mucha clase y más limpio que nadie", escribió Davis en su autobiografía de 1989. "Era guapo y era un casanova; tenía mucho a su favor".

"De hecho, Sugar Ray fue uno de los pocos ídolos que tuve durante mi vida", proseguía Davis. "Parecía un miembro de la alta sociedad cuando lo veías en las fotos de los periódicos, bajando de limusinas con mujeres hermosas cogidas de su brazo. Pero cuando entrenaba para una pelea, no tenía ninguna mujer alrededor, y cuando subía al ring para pelear con alguien, nunca sonreía como lo hacía en esas fotografías que todos veían. Cuando estaba en el ring, era serio, todo concentración".

En Sugar Ray, Davis encontró la inspiración necesaria para cambiar su vida y superar uno de los problemas más graves que afrontó: la adicción a las drogas.

"A decir verdad, superé mi adicción debido al ejemplo de Sugar Ray; pensé que si él podía ser así de disciplinado, entonces yo también podía", escribió Davis.

Con Sugar Ray en su mente como la "imagen del héroe", Davis regresó a Nueva York a poner en orden su vida. Una vez estuvo limpio decidió dar un paso más hacia el estilo Sugar Ray con el objetivo de mantenerse sano: comenzó a boxear. Tras lograr convencer al entrenador de boxeo Bobby McQuillen de que estaba limpio, Miles comenzó a trabajar con él en los gimnasios Gleason y Silverman, ambos en Nueva York.

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"Sugar Ray entrenaba allí", escribió Davis sobre el gimnasio Silverman en su libro. "Y cuando llegaba para entrenar, todos detenían lo que estaban haciendo y le miraban".

Cuando no estaba viendo a su ídolo, Davis se dedicaba a aprender las técnicas de McQuillen. Mientras pasó tiempo en el gimnasio fue capaz de mantener su mente calmada, su cuerpo sano y su música fuerte. De hecho, Miles incluso llevó la ética de boxeador a su parcela creativa, evitando el sexo y la comida antes de una actuación como si estuviera preparándose para un combate. El trasvase fue bidireccional: Davis llevó la disciplina del boxeo al escenario y el ritmo de la música al ring.

"Davis saltaba a la cuerda y hacía ejercicios como si tocase música bebop; para la respiración y resistencia prefería el sonido del bombo", escribió el periodista John Szwed en una biografía de Davis publicada en 2002 bajo el nombre ¿Y qué?: la vida de Miles Davis.

En su autobiografía, el propio Davis escribe sobre las similitudes entre la música y el boxeo. Miles traza un paralelismo entre la manera en que los boxeadores desarrollan la memoria muscular, su mente y su estilo y la que tienen los músicos de lograrlo.

"El boxeo tiene estilo como la música tiene estilo", dice Davis. "Joe Louis tenía un estilo, Ezzard Charles tenía un estilo, Henry Armstrong tenía un estilo, Johnny Bratton tenía un estilo y Sugar Ray Robinson tenía un estilo, como lo tenían Muhammad Ali y Marvelous Marvin Hagler. Necesitas tener estilo en lo que sea que hagas: escritura, música, pintura, moda, boxeo… lo que sea. Algunos estilos son suaves, creativos, imaginativos e innovadores; otros no".

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Davis fue capaz de combinar sus estilos pugilísticos y musicales cuando el promotor Bill Clayton le pidió que compusiera la banda sonora del documental Jack Johnson: Rompiendo Barreras, una pieza que Clayton estaba realizando sobre el primer campeón mundial de boxeo de peso pesado de color.

"Davis comenzó a trabajar en el documental de manera entusiasta, leyendo todo lo que podía sobre Johnson y sobre la historia del boxeo, viendo películas sobre encuentros clásicos… e incluso llegó a dormir con una fotografía de Johnson cerca de la cama", explica Szwed sobre el proceso creativo del músico.

Davis aparecía en la oficina de Clayton para ver material de Johnson y se sentaba ahí durante horas mientras preguntaba al director por los detalles más finos de la estrategia y del éxito del revolucionario campeón.

El resultado de esa intensa investigación fue el álbum de 1971 Un tributo a Jack Johnson. "Se trata de un álbum galvanizado por el boxeo, el funk, la política, la fuerza, el rock duro y el calor de un pico creativo en el estudio de grabación que se extendió desde inicios de 1967 hasta el verano de 1970", escribió al respecto el escritor Tim Cunning en el periódico inglés The Guardian. A día de hoy, Un tributo a Jack Johson siendo uno de sus álbumes más respetados de Davis y muchos lo consideran un momento clave en su evolución musical.

Sin embargo, a pesar de que Davis amaba el boxeo y de lo mucho que le gustaba combinarlo con la música, había ciertos riesgos que no podía correr. "Miles pensó en dedicarse a luchar peleas de competición, pero terminó evitando el combate real para no lastimarse la boca o las manos", escribe Szwed al respecto.

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El fotógrafo Jim Marshall a veces se refería a sus legendarias fotos de Davis en el gimnasio como "no me pegues en la boca que esta noche toco": Davis solía decir esto a sus compañeros de entrenamiento antes de hacer 'sparring'.

Aún así, en una ocasión Miles se atrevió a luchar algunos 'rounds' contra el prominente boxeador de peso ligero y músico Roberto Durán. Davis también grabó un tributo para su compañero de 'sparring'.

Ah, y a Davis sí que le pegaron en la cara más de una vez: al loco científico musical brasileño Hermeto Pascoal le encanta contar la historia de la ocasión en que Davis lo llevó a su casa, le dio un par de guantes y le sugirió que boxearan. Pascoal lo golpeó tan fuerte en el rostro que se lastimó la mano… y es así como se ganó el apodo de 'Albino Loco'.

Afortunadamente, Pascoal no le hizo daño en la boca… así que Miles pudo seguir tocando. ¡Por suerte!

Sigue a la autora en Twitter: @fodderfigure