Sexo

¿Se desgastan las fantasías sexuales de tanto usarlas? Una sexóloga responde

Es probable que, durante el confinamiento, estés pensando demasiado en 'esa persona' y en 'esa cosa' que tienes en tu pajoteca.
ILUSTRACIO_FANTASIA

Es un hecho: a los que no tienen la suerte o la desgracia de estar confinados con sus parejas durante esta cuarentena les pasan cosas. A ver, cosas nos pasan a todos, pero a ellos les pasan cosas que no le ocurren al resto, igual que al resto le ocurren cosas que no les pasan a ellos. Y algunas de esas cosas están en relación con las artes amatorias; como estar más salidos que un bonobo, tener, de repente, más vicio que la vara de un pastor, no saber si darse o no al sexting desenfrenado (si es que el sexting puede ser tal cosa) o como plantearse constantemente por qué ese ardor repentino si llevan ya dos años sin follar o por qué aparece de manera recurrente y constante esa fantasía que nunca antes había aparecido, o no tanto o no con tanta fuerza.

Publicidad

Las causísticas del confinamiento son infinitas y no lo digo yo, lo dice Pedro Sánchez. También en lo relativo a las relaciones. Pero, de entre toda esa maraña de circunstancias particulares, de entre toda esa lista de diversas y casi infinitas particularidades que atraviesan nuestros confinamientos hoy nos centraremos en una: la del que está en casa aislado y separado de su pareja o sus parejas sexuales, incluso de las potenciales.

La del que ve cómo en él nace el impulso de masturbarse pensando en ella o en ellas, la del que experimenta como, durante estos días, la misma fantasía se repite una y otra vez con la misma persona, se haya dado o no con ella la cópula, vaya a darse o no con ella la cópula. Y, en esta tesitura, se plantea si, como el amor del que hablaba la Jurado, las fantasías sexuales pueden romperse de tanto usarlas. Si la pajoteca se acaba desgastando. Si, llegado el momento, el acto sexual con una persona concreta en la que se ha pensado mucho puede llegar a ser decepcionante precisamente por haberse pensado tanto.



"La imaginación y las fantasías sexuales son positivas para nuestra salud sexual, lo que sí es cierto es que las expectativas deben ser realistas. Muchas veces podemos fantasear con tener relaciones sexuales en situaciones idílicas, que hemos podido ver en una película o que imaginamos, y por tanto ponemos en ella unas expectativas muy altas que luego son muy difíciles de cumplir. Pero si estas son realistas no tienen por qué perjudicarnos sino que pueden mejorar después nuestra sexualidad y cómo la vivimos, pueden ser positivas para un acto sexual posterior", explica Carme Sánchez Martín, psicóloga clínica y sexóloga que trabaja para el Instituto de Urología Serrate & Ribal.

Publicidad

A la hora de tener fantasías sexuales, añade, y como consecuencia de lo anterior, es muy importante que tengamos en cuenta algo: que lo que ficcionamos, lo que imaginamos, nunca se corresponde fielmente con la realidad. "Incluso a veces, ¿por qué no? La realidad puede ser mejor", dice. "Teniendo eso en cuenta, podemos fantasear con lo que nos apetezca sin temores, pero siempre abiertos a que la realidad sea diferente, porque al final en nuestras fantasías somos el director o la directora de nuestra película, pero cuando tenemos relaciones con otra persona en la ecuación entra también su perspectiva, sus fantasías, sus ideas, así que hay que aceptar que, a la hora de llevar a cabo lo que hemos imaginado esto puede verse modulado y cambiado por la actitud, el comportamiento y el sentir de la otra persona", añade.

"Si ya has tenido sexo con ella o lo tienes habitualmente en tus fantasías no irás mucho más allá de lo que crees que esa persona te va a permitir luego"

Partiendo de que si nunca hemos tenido sexo con la persona que protagoniza nuestras fantasías la mejor premisa para que después no haya chascos es ser medianamente realista, pongámonos en otro supuesto: ¿qué ocurre si quien protagoniza nuestras fantasías es alguien con quien ya se ha dado el acoplamiento, con quien ya hemos yacido, con quien hemos fabricado una serie de recuerdos que hemos procedido a almacenar y clasificar en nuestra pajoteca y no dejamos de tirar de ellos? ¿Se desgastan, en este caso? ¿Puede que reproducir ciertos recuerdos una y otra vez en nuestra cabeza genere que, a la larga, perdamos el interés por esa persona o por el contrario, fomenta eso la libido y nos sirve para anticipar y entrenar el futuro placer y nuestro deseo por ella?

Publicidad

La sexóloga nos saca de dudas. "Si ya has tenido relaciones sexuales con esa persona y ahora no las puedes tener por el confinamiento ya la conoces, y si la conoces un poco -o mucho- ya tienes una idea de lo que le gusta y quizá en tus fantasías puedes ir un poco más allá. Pero seguramente, si ya has tenido sexo con ella o lo tienes habitualmente aunque ahora no sea posible no irás mucho más allá de lo que crees que esa persona te va a permitir luego, cuando sea posible tener sexo, cuando pueda darse", comenta.

"Por tanto, entre las personas que ya han tenido relaciones sexuales y en estos momentos de confinamiento no se ven, las fantasías con el otro sí que ayudan a mantener viva la libido, las ganas de ver a esa otra persona, más que perjudicar. Hay que ser conscientes de que tampoco fantaseamos con cosas tan extrañas, aunque sí que hay personas que experimentan algunas fantasías que incluso pueden llegar a atormentarles porque parecen 'raras', pero la mayoría suelen ser muy habituales y recurrentes", remata.

"Hay que tener en cuenta que a la hora de llevarlas a cabo interviene otro y que, seguramente, no se darán tal y como las hemos imaginado"

Pero, ¿qué pasa cuando, en lugar o además de con una persona, empezamos a tener fantasías sexuales recurrentes con una práctica sexual determinada, siempre con la misma? ¿Puede devaluarse de tanto pensarla, puede ser decepcionante después, cuando la llevemos o la volvamos a llevar a la praxis?

Publicidad

"Cuando una persona se masturba", explica Carme Martín Sánchez, "suele recurrir a aquello que más le facilita el placer. Es decir, si la persona quiere recrearse seguramente utilice una fantasía que le ayude a eso pero que no sea tan 'directa', para que la relación sexual consigo mismo dure un poco más. En cambio, si le apetece tener un orgasmo sin más, algo rápido, seguramente recurrirá o a una práctica sexual consigo mismo/a que le lleve directo al orgasmo y por tanto tendrá una fantasía muy directa también. Todo esto depende en cada momento de cada persona, de qué necesita o de qué quiere. Hay quien necesita de una especie de película, quien tiene que organizar sus pensamientos para poder masturbarse y otros simplemente recuerdan o imaginan sensaciones. En cualquier caso, la premisa es siempre la misma: dar rienda suelta a nuestras fantasías pero tener en cuenta, a la hora de llevarlas a cabo, que interviene un otro y que, seguramente, no se darán tal y como las hemos imaginado pero que eso no es negativo sino que, incluso, puede llegar a ser más excitante que lo que habíamos construido en nuestra cabeza", explica.

Si replicar una y otra vez la misma imagen o la misma concatenación de imágenes, o evocar la misma práctica sexual o siempre a una misma persona en nuestras fantasías nos perturba hay que tener, según la experta, varias cosas en cuenta. La primera de ellas es ser conscientes de que "no hay fantasías sexuales raras", dice.

Publicidad

Y se explica. "Que tengas una fantasía sexual, que ciertas cosas estén en tu imaginación no significa que quieras, desees o vayas a llevarla a cabo siquiera. Aun así, sí que es cierto que hay fantasías o pensamientos de tipo más intrusivo, y a veces recurrente, que pueden llegar a hacernos sentir mal. En esos casos lo mejor es dejarlas pasar, no darles mayor importancia. Incluso en esta situación en la que estamos confinados puede que nos esté ocurriendo con más frecuencia, por la ansiedad o la sensación de nerviosismo, por el hecho de estar alterados o cansados. Nuestra sexualidad también se ve afectada por el confinamiento y también responde a él de distintas maneras".

"En el fondo, no deja de ser un entrenamiento de nuestro cerebro"

Así que no: las fantasías sexuales no se rompen de tanto usarlas. No vas a dejar de querer follarte a ese chaval al que no paras de responderle corazones y fuegos a los stories, o a la chica con la que tuviste un escarceo justo antes de esto y con la que te planteas tener algo más que un escarceo por mucho que te masturbes pensando en él o en ella y siempre que tengas en cuenta que las fantasías son eso: fantasías. Ideas y proyecciones que pueden llevarse -o no- a cabo, pero que en cuanto lo hagan dejarán de serlo y que no se corresponderán completamente -y no pasa nada- con lo que has imaginado.

En ese sentido, el confinamiento y estas horas tan largas y este domingo eterno en el que andamos sumidos pueden ser, incluso, una oportunidad para recrearte en las pajas y dejar de lado las pajas-rápidas-con-cien-pestañas-de-Pornhub-abiertas. Porque, como comenta la sexóloga y psicoterapeuta Carme Martín Sánchez, "el problema de la pornografía es que facilita demasiado, hace demasiado fácil el no tener que esforzarse en absoluto por tener deseo, y provoca una escalada por la cual cada vez necesitas más sensaciones, o más intensas, para llegar a un mismo punto de deseo debido a que la imagen es muy potente. En cambio, cuando utilizamos nuestra imaginación es diferente. En el fondo, no deja de ser un entrenamiento de nuestro cerebro".

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

Suscríbete a nuestra newsletter para recibir nuestro contenido más destacado.