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‘Príncipe’: un cuento de hadas con drogas y chingadazos

Platicamos con el director Sam de Jong a unos días del estreno de su película en cines mexicanos.

Semillas de girasol y una explosión, cuatro amigos de Ámsterdam, una pandilla de malandros en cuatrimotos, la chica de tus sueños y una paleta de colores pastel te transportan inmediatamente a un mundo aparte, un cuento de hadas donde la cocaína es una habichuela mágica y un Lamborghini morado el trono del rey.

"De cierta manera siento que así debía ser mi primera película", me dice el director holandés Sam de Jong desde Nueva York, donde realiza un nuevo proyecto demasiado secreto para compartir en este momento, "un joven que navega la vida callejera en busca de su identidad, y sobre la credibilidad y las máscaras que eso conlleva".

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El director de 29 años también ha producido documentales y cortos, y su obra se ha presentado en los festivales de Sundance, Berlinale y AFI Fest. Su primera película Principe —una producción de VICE Media y 100%Halal—, trata sobre Ayoub, un adolescente hijo de migrantes que vive en los barrios bajos de Ámsterdam y su lucha por conquistar a Laura, la novia del chico más rudo del lugar.

Aunque la ciudad de Ayoub es reconocida mundialmente como la capital turística de las drogas y la prostitución, el Ámsterdam donde crece este joven holandés-marroquí muestra una cara poco conocida de la ciudad: conjuntos habitacionales claustrofóbicos donde la diversidad es una limitante y no un tema de conversación, donde tus aspiraciones se limitan a unos tenis nuevos y hablar con una mujer te gana una golpiza y un escupitajo en la cara.

Con un soundtrack envolvente marcando el ritmo de la película, colores alegres que contrastan con el contexto que viven los protagonistas y cambios de escenas que nos llevan de lo más tierno a lo más miserable de la condición humana, Sam de Jong busca hacer de los barrios bajos de Ámsterdam un universo en sí mismo. "Quería crear un mundo propio, uno que normalmente no ves en las películas de este tipo. Quería hacer que este vecindario, a pesar de ser marginal, tuviera la sensación de que hay esperanza".

Pero la historia de Ayoub es la historia de una generación. Jóvenes que buscan una identidad y un sentido de pertenencia en un mundo cambiante y con pocas oportunidades. "En Holanda hay migración, pero en México hay una cultura del narco y violencia", me dice Sam de Jong, y me explica que a pesar de llevarse a cabo en Ámsterdam, su película tiene una temática universal que va más allá de las fronteras.

"Todo el mundo quiere ser especial y tener una voz propia. Pero debido a la falta de oportunidades, no tienes los medios para sobresalir pero tampoco quieres terminar trabajando en un supermercado toda tu vida", me dice de Jong, refiriéndose no solo a los protagonistas de su película, sino a la juventud en general. "A veces es tentador entrar en negocios sucios cuando estás en esa posición".

Los dilemas morales de Ayoub compiten con sus aspiraciones personales mientras De Jong nos lleva en un recorrido sensorial por las calles de la capital de las drogas. Los cambios de ritmos y humores nos dan un vistazo de los altibajos de la vida de Ayoub y de miles de jóvenes como él al tiempo que nos envuelve en un mundo aparte, tan fantástico por su historia como real por su contexto. "Es una especie de experimento. Como era mi primera película quería probar cosas nuevas y diferentes. Y creo que se puede notar en el resultado".

Príncipe se estrenará en cines mexicanos el próximo 9 de junio.