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Cultură

¡Libera a la señora que llevas dentro!

"El desarrollo del cerebro atrofia la matriz".

VÁZQUEZ Mota, Josefina. Dios mío, hazme viuda por favor. El desafío de ser tú misma. Panorama, México, 1999 y 2011.

Olvidémonos de una vez por todas de Virginia Woolf: han reimpreso Dios mío, hazme Viuda por favor, de Josefina Vázquez Mota. Este libro, como en su contraportada advierte: “no es un manual en contra del hombre”, no, sino un libro enteramente dedicado a la victimización de la mujer.

Hay dos razones fundamentales para leer este libro: Porque la autora, Josefina Vázquez Mota (México, 1961), fungió como Secretaria de Desarrollo Social, de Educación Pública, Diputada en dos ocasiones y, en un futuro próximo, si dios quiere, será nuestra Presidenta de la República Mexicana; así que es interesante tener conocimiento de su filosofía personal; pero también, y sobre todo, porque gracias a este libro la señora con camioneta que todos llevamos dentro podrá por fin florecer. Repite en voz alta:

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“Quiero ser viuda

de la soledad

de los rencores y (del) resentimiento

de la arrogancia de pensar que poseo la verdad.”

Muy bien escrito y mejor estructurado. Vaya, hasta podríamos decir que con ritmo: un lugar común/ una anécdota falsa/ una cita de algún autor famosón que no aparecerá en la bibliografía/ un dibujito/ un lugar común/ una anécdota falsa/ una cita/ un dibujito… De esta forma y a lo largo de sus 13 capítulos se abordan algunos de los aspectos más importantes del maravilloso fenómeno llamado ser mujer, un rápido y peculiar recorrido por el panorama cultural, social y económico en el que ellas se deben desenvolver. No la tienen fácil. De hecho tienen todas las de perder. Pero no hay que perturbarse, Vázquez Mota llega con una contrapropuesta que ni Beatriz Preciado ni Monique Wittig hubiesen elaborado juntas: sé tú misma. ¿Cómo? Pues, sencillo: busca en ti, en tu esencia (que seguramente será la esencia de una mujer buena, emprendedora, inteligente, amorosa, aerodinámica, independiente, inoxidable, etcétera) y lleva a cabo tu trasformación. O, sin tanta metafísica: échale ganas. Quítate “el miedo a cambiar un neumático, un fusible”.

El libro está escrito para todas las mujeres. Aunque, bueno, en su discurso, sobre todo en sus ejemplos, se va acotando el concepto de mujer: biomujer (chicas trans, este no es para ustedes :( ), de edad adulta, heterosexuales, clase media, casadas, con hijos, católicas, urbanas, no pertenecientes a ninguna minoría étnica o racial, con una estabilidad económica y nivel cultural que les permita adquirir un ejemplar de este libro de superación en su librería o tienda departamental favorita.

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La ardua investigación que sustenta este trabajo contiene joyitas como: “El desarrollo del cerebro atrofia la matriz”.

El discurso es sumamente dinámico. La autora salta del tema de las adicciones al matrimonio y después entrega un decálogo para educar a los hijos, todo esto en un solo capítulo, en tres páginas. Y recurre a toda clase de referentes: poemas (se destaca Pensamientos, de su propia autoría), frases célebres, fábulas, chistes de pésima factura: todo para una lectura dinámica. Un popurrí de ocurrencias.

Llama la atención la acrobática forma en que aborda temas escabrosos. En todos los capítulos habla de la presión social, de los problemas económicos, las circunstancias socioculturales donde las mujeres deben actuar como madres, esposas, trabajadoras; siempre consciente de que estas circunstancias lejos de ser las ideales, son un franco obstáculo para el desarrollo pleno de la mujer, sin embargo, al menos en su libro, carece de culpables: nunca se refiere a gobiernos que institucionalizan, medios de comunicación que fomentan o líderes religiosos y sociales que han causado dichas desventajas. También, a la hora de hablar de violencia contra la mujer, corre a dar ejemplos del oriente, casualmente islámicos, en vez de hablar de, digamos, las muertas de Juárez. Sería que no luce tanto. Este libro no sólo te invita a ser tú misma, sino que te enseña a ser políticamente correcta, un poco filósofa y un poco cosmetóloga para abordar un tema y, para evadirlo, una graciosa saltarina, tan segura de sí. Toda una doñita.

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Si aún no te convences de salir corriendo a votar por Josefina o comprar este libro, he aquí unas joyitas filosóficas para convencerte:

“Las acciones que nos enseñan desde pequeñas están basadas en suposiciones que suelen ser falsas.”

“La verdadera seguridad es fugaz, pero puede ser destruida más fácilmente por fuentes internas y personales que por el agresivo y complejo mundo exterior.”

“Las víctimas, para existir, deben tener un victimario, un chivo expiatorio, y cuantos más sean pues mejor, porque así tendrán más recursos para esconder temores y fracasos.”

“Las víctimas desarrollan consciente o inconscientemente armas poderosas y altamente dañinas que esgrimen contra aquellos a los que han tenido que dedicar toda su vida.”

“Por cierto que, cuando los abogados cometen errores, encierran a sus clientes, pero cuando un médico se equivoca, entierra a sus pacientes. Algo así sucede cuando nos equivocamos en nuestro proceso de vida: nos enterramos.”

“Hay que ser niños nuevamente, y no se trata de comportarse de manera infantil, sino de ser como un niño.”

“El lenguaje revela a la sociedad actual, pues los calificativos que hoy se emplean son menos rudos, así por ejemplo ya no se dice “se robó” sino se compensó. En lugar de afirmar que hubo una difamación se comenta que fue una crítica constructiva, a lo pornográfico se le llama artístico, a los actos de corrupción se les califica como desviaciones y, según me comenta un empresario, a las amantes se les dice detallito para que se oiga más elegante y discreto. Algunas mujeres califican a sus amiguitos como pendiente, de ahí que pregunten con insistencia al marido: “¿Vienes a dormir esta noche?, para no quedarme con pendiente.”

Ahí está el detalle.