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Así se vivió el primer partido de las finales de NBA entre Warriors y Cavs

A lado de la Copa América Centenarios, los Warriors de Golden State empezaron la fiesta deportiva con las finales de la NBA.

No era mi primera vez, pero juro que en esta oportunidad fue completamente distinto. Ya había marcado tarjeta en un estadio NBA. De hecho, semanas atrás estuve en Miami para el juego seis de la serie entre Heat y Raptors. Viví la victoria de los locales y una fiesta emocionante, aunque vuelvo a caer en el concepto de que lo que me encontré en el primer juego de las finales de la NBA entre los Warriors de Golden State y los Cavs de Cleveland lo supera en años luz.

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Mi viaje a California tenía como motivo hacer la cobertura de la Copa América Centenario para el Diario Olé de Argentina. Con Oklahoma City dominando las finales de conferencia 3-1, confieso que casi sin una mínima esperanza aposté por Golden State pero me acredité para los primeros dos juegos de unas eventuales finales, teniendo en cuenta que iba a estar en San Francisco con la Selección de Argentina. Los Warriors lograron la hazaña, vencieron a los Thunder con tres victorias consecutivas, y la suerte estuvo de mi lado. El pasado jueves pude disfrutar de mi primera final de la NBA, y admito, mitad como periodista, mitad como aficionado.

Acá es imposible hablar de hinchas fríos que no viven el sentimiento. El calor latino está presente de forma masiva en San Francisco y eso hace posible encontrar notables equivalencias entre un partido así y alguno de fútbol de países como México o Argentina. Hay diferencias, claro, porque acá por ejemplo no existe una barra brava o un grupo que mande por sobre el resto. La fiesta y el color es puramente organizado por el mismo club, que se encarga de dejarle servido a los fans en cada uno de los asientos todos los elementos para alentar a su equipo.

Golden State es el equipo de moda, de eso no hay dudas. Campeón de la temporada pasada, busca repetir este año frente a Cleveland. La figura de Stephen Curry también hizo retornar al hábito de ir a la cancha a muchos fanáticos que habían olvidado esta rutina, y eso también se percibe. Aunque parezca increíble, tardé más de dos horas hasta llegar al Oracle Arena. ¿La autopista? Repleta de autos que hacían notablemente lento el tramo. Eso sí, todos con banderas de los Warriors flameando.

Ya dentro del estadio, a pesar de mi credencial de periodista, me calcé la remera amarilla que estaba sobre mi asiento y me puse la pulsera que emitía colores ante cada griterío del público o con un simple movimiento de mi muñeca. Con semejante clima, es imposible no meterse en la piel del hincha y terminar alentando a un equipo por el que tal vez jamás en tu vida te interesó verlo ganar.

Ovación luego de cada anotación, abucheo constante al rival y reprobación absoluta ante cada fallo arbitral en contra. ¿Te suena? Así se viven las finales de la NBA acá, donde el público, a pesar de ser seguramente el mismo, se transforma y se convierte en un fanático 100 porciento pasional. Ya no hay tiempo para levantarse de su asiento y buscar una cerveza o tal vez unos tacos. Acá, se miran los 40 minutos reglamentarios desde la silla designada y casi sin pestañear.

No fue una buena noche de Stephen Curry, tampoco de Klay Thompson, pero Golden State demostró ser un equipo más allá de su dupla de estrellas, y supo llevar el partido con 45 puntos de sus suplentes y se quedó con la victoria 104-89 sobre Cleveland. Las finales son una emoción para los aficionados, pero los jugadores también atraviesan una adrenalina especial cuando alcanzan una etapa así. Pude dialogar con Anderson Varejao y Leandrinho Barbosa, los dos brasileños de los Warriors, y ellos mismos relataban que también lo viven de manera especial y no pueden tomar esta clase de juegos como si fueran uno más.

La experiencia de las finales de la NBA, como jugador, no lo puedo describir, pero como testigo de lo que se vive, tampoco puede ser descrito con palabras.