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Música

Fui a la noche de "DJs de Tetas Grandes" en Tokio

Como bien sabemos, Japón puede ser un lugar un tanto... extraño.
DJ Peso (izquierda) and DJ Underwear (derecha). Fotos por James Hadfield.

Como bien sabemos, Japón puede ser un lugar un tanto… extraño. He estado viviendo en Tokyo desde hace más de 2 años, y en mayor parte, el tipo de extraño que logra interrumpir en la vida diaria es tranquilamente mundano -anzuelo para Instagram en la forma de papitas con sabor de refresco (Mountain Dew), y encuentros nocturnos no accidentales con cabezas de bagel que se inyectan salina mientras lamen sus globos oculares.

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Aparte de la admirable ausencia de ojetes permanentemente trabados y unos cuantos Funktion-One mal afinados, los clubes clandestinos en Tokyo son básicamente igual que en Londres: tragos caros, seguridad agresiva y un gran número de clientes que no están de acuerdo en que Jamie Jones deba ser eutanizado cuanto antes.

Así que cuando uno de mis amigos posteó un link en Facebook sobre Kyonyuu Naito -traducción literal "noche de senos enormes"- me pareció una buena excusa para cambiarle a mi usual dieta directa de house y techno con algo un poco menos ortodoxo.

Para especificar, me arriesgaría a decir que kyonyuu se refiere a lo que sea mayor a una copa D. Pero el siempre colorido lenguaje del japonés tiene varios términos diferentes para describir a mujeres bien dotadas, incluyendo oppai, que se refiere a todo tipo de senos, y el bastante perturbador bakunyuu, que se traduce como senos a reventar.

Pero suficiente con la lección de japonés. El punto es que estoy usando Noche de Tetas Grandes como el título de la noche, y me apego a él -ya saben, licencia de traductor y todo eso.

La fiesta, que no sólo estaba atascado de, sino a cargo de DJs mujeres con pechos de constituciones astronómicas, arrancó de manera oficial a las 5 p.m. No me aparecí por Koenji -el barrio mejor conocido como el lugar para experimentar las escenas clandestinas de noise y punk de Tokyo- hasta las 7 p.m. Y aún entonces, se me hizo algo temprano como para estar viendo tetas. En lo que esperaba a mi amigo fotógrafo James, me comí unas hamburguesas más baratas que el carajo en un lugar directamente abajo del venue para pasar el tiempo. El dueño, de mediana edad, observaba el reloj fijamente entre orden y orden. Pensé en invitarlo a unirse al plan, pero toda una vida de moldear hamburguesas probablemente habría arruinado cualquier atractivo que nos guardaba la noche, de cualquier manera.

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Eventualmente apareció James y subimos las escaleras hacia el venue, Yakushu Bar. Esperaba algo parecido a un Hooters -un tanto kitsch y libre de culpa. Pero también me preparaba para algo por ahí de esa escena de Réquiem Por Un Sueño donde las morras están pegadas culo con culo rodeadas de un montón de viejos raboverdes, sólo que aquí estarían gritando "tetas con tetas".

En realidad, no fue ninguna de las dos. La mayoría de los clientes estaban en sus veintes, amigos de las DJs y ahí para divertirse. Había, por supuesto, el siempre presente degenerado que definitivamente disfrutaba la velada de una manera no irónica.

Lo primero que hice fue hablar con el organizador de la noche, Senji -un empleado de IT de 26 años cuyos ojos escaneaban furtivamente la calle cuando salimos. "Soy empleado de la compañía, pero de momento estoy tomando un descanso… por lo que me meteré en pedos se me ven aquí haciendo esto," me explicó. Eso no importaba, lo que yo quería saber era cómo había logrado convencer a su novia para dejarlo descaradamente comerse con los ojos las tetas de otra viejas. "En realidad tuvimos una gran pelea," dijo Senji. "Ella quería saber por qué no estaba satisfecho con sólo sus tetas." Finalmente, le pregunté si su plan era eventualmente dominar la escena de antros de Tokio con futuras noches de Tetas (más) Grandes. "No," me dijo, "el único objetivo por el momento es hacerme amigo de las DJs de esta noche."

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Esas DJs incluyen a Nonoko -una luchadora profesional/DJ- con tetas copa K que rebosan de su pequeño bikini rosa; la encantadora DJ Underwear y una modelo llamada Satoi, que también le coquetea a la narración de películas y comerciales. Me acerqué a Satoi y le pedí su opinión de la noche hasta ahora. Era exactamente como se lo esperaba -muchos clientes masculinos, dijo. En cuanto a cómo se sentía sobre todos los "halagos" que su pecho había estado recibiendo, insistió en que "las tetas son algo que deben ser amadas por igual, sin importar el tamaño. Los penes, también." Un güey que había estado espiando nuestra conversación se vió tranquilizado por su respuesta. Me atreví a preguntar si, en algún punto, había considerado que el concepto de la noche podría ser visto como sexista u ofensivo. "En primer lugar, no creo que nadie habría aceptado a presentarse si pensáramos que el concepto era ofensivo," contestó. "Creo que sólo es una reunión de personas que están disfrutando vivir su vida."

Una de las clientas femeninas, una consejera escolar de 24 años llamada Miki, se estaba divirtiendo tanto que casi no dejaba de tocar a las DJs, agarrando cualquier parte de piel expuesta con la gracia de un participante de uno de esos concursos de "agarra todo lo que puedas en 1 minuto". Después de tener las manos llenas con las tetas de Nonoko, le pedí su opinión. "¡Estaban bastante duras, de hecho! Pensarías que estarían suaves, pero estaban como, ¿cuál es la palabra?…" Empezó a hacer mímica como si estuviera arriba de un toro de rodeo. "Ya sabes, ¡una pelota de ejercicio!" Bastante atinado.

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En cuanto a la música, esperaba que girara alrededor de canciones de animé y el típico vocaloid estándar que encuentras en las noches con temática otaku. Pero DJ Underwear estaba tocando una sabrosa mezcla de himnos de trap y R&B con total aptitud -y apenas enseñaba el escote. De hecho, parecía existir algún tipo de jerarquía, las nuevas DJs compensaban por sus básicas técnicas de mezcla con los atuendos más reveladores.

Cuando no estaban tocando las DJs, hangueaban en el bar y se tomaban fotos con sus fans, quienes parecían estar disfrutando de bajar sus caras, sin tocar, hacia el escote de las DJs -como algún tipo de reconstrucción freudiano del meme Hover Hand. Aquellos que no estaban platicando con alguna de las DJs traían el celular en mano, comparando fotos de sus "ídolas" favoritas bien dotadas. O se quedaban atarantados viendo la proyección de Oppai Volleyball -la alentadora historia de una maestra cuyas monumentales tetas inspiran a un equipo colegial a ganar el campeonato.

La atmósfera me recordó a la clase de pintura de naturaleza muerta en la escuela, solo que en lugar de adolescentes privados de sexo, eran un montón de hombres que deberían saber mejor que eso. Aunque, en ningún momento llegaron las cosas a un tipo de agresión como "chichis para la banda" que esperarías de cualquier lugar en casa -o de Roppongi,el barrio de mala fama al otro lado de la ciudad.

Hacia el final de la velada, no sabía exactamente cómo debía sentirme. Por un lado, fue la deshumanización en su forma más transparente. Y por el otro, las DJs estaban ahí por elección propia y parecían estar genuinamente divirtiéndose con sus amigos. Vi el humor prevaleciente de alegre jocosidad como testamento a la buena naturaleza de las DJs, de los clientes que llegaron y en general del tipo de gente involucrada en las escenas subculturales de aquí.

Pero no nos dejemos llevar. De todas las naciones industrializadas, Japón es de los más bajos en la lista en términos de igualdad de género -un lamentable 105 de 136. Aún es esperado que las mujeres empresarias le sirvan el té a sus colegas masculinos y clientes, por ejemplo. Y siempre está la depresiva necesidad de tener vagones de trén sólo para mujeres, establecidos para evitar manoseos en los trenes en horas pico.

A primera instancia, la Noche de Tetas Grandes podría añadirse también a la larga lista de ejemplos de sexismo cotidiano. Pero de alguna manera, es también otro rincón fetichista de la industria japonesa del amor, que ha florecido junto con escalantes índices de divorcio. Cada vez mayor número de jóvenes japoneses están tomando la decisión de ser solteros y buscan por todos lados el afecto sin ataduras -ya sea que eso signifique cucharear con un extraño en un café o agarrarle las masivas mamarias a una DJ, realmente no importa. Al final, todo es un escape barato.