"We magnify his name": alabando a Dios con música electrónica

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Música

"We magnify his name": alabando a Dios con música electrónica

En retrospectiva narramos cómo surgieron las primeras relaciones entre Dios, el house y el techno.

Este texto va a comenzar afirmando que para muchos, la fiesta es la iglesia del nuevo milenio. Y esta vez me estoy refiriendo específicamente a la fiesta electrónica, el espécimen de la vida nocturna que más se asemeja a una misa, empezando por su carácter ritual. Antes de que esta comience, igual que en una misa, la gente se congrega expectante en el lugar. Después de la debida espera, y de unos cuantos warmups, el DJ se monta sobre el booth, cual cura que se acomoda la estola y llena el cáliz de vino antes de subirse al altar a predicar. Solo que hoy el cáliz y las Ostias pasaron a ser un montón de vinilos, o simplemente una selección de tracks en una USB que si tenemos suerte van a ser buenos, y durante toda la noche nos darán nuestro Credo, nuestro Padre Nuestro, nuestra comunión y nuestra Gloria.

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Así, la santa liturgia se trasladó a los antros de la ciudad, el baile se volvió nuestro evangelio y la fiesta, salvación. Es como si en cada drop y en cada kick recogiéramos toda nuestra humanidad golpeando el suelo con los pies en un baile a ojo cerrado, un baile consciente porque Dios, en la representación moderna que cada uno haya elegido esa noche, se siente por todo el lugar. Sin embargo el Dios católico, el castigador, el papá de Cristo, el chucho original, también ha tenido una cabida más legítima en la música electrónica que la de esta analogía desde hace unos buenos años, con profetas autoproclamados e himnos propios que han hecho de esta relación entre Dios y el chispún un vínculo más literal.

Mucho de esto comenzó cuando el crucifijo fijado en la pared empezó a ser menos atractivo que la bola de espejos pegada al techo y el disco empezó a tomarse las ciudades de todo el mundo, con Nueva York como punto de inicio e ignición. Las iglesias eran reemplazadas por clubs, que empezaban a tener nombres como The Church o The Sanctuary, una discoteca gay en Estados Unidos que empezó a operar donde antes funcionaba una iglesia.

Pero aún había algo dentro de ese enjambre musical lleno de escarcha, cucharitas de cocaína y pantalones apretados que le recordaba a los fiesteros de la época que desde arriba Dios los estaba vigilando. Era el góspel, una palabra que literalmente traducida al español significa "evangelio", pero interpretada en términos musicales era ese sonido de las negritudes, venido de sus tradiciones y que había aterrizado en muchas iglesias de Estados Unidos para quedarse. Así desde finales del siglo XIX, con cánticos, brazos arriba y aplausos enérgicos, muchas comunidades católicas tradicionales empezaron a alabar a Dios en ceremonias que parecían juergas diurnas escandalosas.

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La fuerza del góspel empezó a perforar de a poquitos los contornos musicales en los 70 y los 80, colándose en la música disco y volviendo difusos los límites entre lo que era fiesta y lo que era misa dominical. Muchos grupos ayudaban a la confusión, como The Clark Sisters, quienes incluso fueron llamadas para tocar en Studio 54, la meca del disco y del hedonismo en la época. En vez de hacerlo, las hermanas Clark invitaron a los de Studio 54 a verlas cantar en su iglesia y acercarse a Dios. Es que el Espíritu Santo nunca se olvidaba cuando el góspel se mezclaba con el disco.

Tampoco fue olvidado cuando Walter Gibbons, llamado el DJ de DJ's, se negaba a mezclar canciones con mensajes groseros o "negativos", como afirmó tantas veces en las entrevistas que concedía. "Yo debo dejar que Dios ponga las canciones, y siento que está de mi lado cuando toco esta música", refiriéndose al góspel, que luego de un tiempo fue lo único que empezó a tocar en los clubes, emputando a los promotores y alienándolo de la escena disco underground que él mismo había ayudado a construir.

Los artistas góspel entendían completamente la relación que se estaba generando entre ambos ritmos. "El disco tomó la fuerza del grito negro", contó en una entrevista el cantante de Motown Records Carl Bean, quien aseguraba que el patrón de ritmo del góspel fue tomado para este nuevo género asegurándole su éxito.

Su connotación religiosa disimulada, fue forjando poco a poco el chip de los productores que vendrían como Byron Burke, que lleva 30 años en la industria musical y para ese entonces, con menos de 18 años, era uno de los DJs más reconocidos de la escena disco, asegurando que dichos ritmos habían sido creado por designios divinos. Era el house, la nueva criatura espiritual, que para Burke era como el llamado que le hizo Dios a Abraham, pero esta vez se lo hacía a todos los DJs de Chicago, para que esparcieran su nueva alabanza por el mundo.

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"In the beginning there was Jack … and Jack had a groove
And from this groove came the grooves of all grooves.
And while one day viciously throwing down on his box,
Jack boldly declared "Let There Be House" and House music was born".

¿Quién era Jack y qué se creía para crear el house de la nada? Quizá era el que te daba el poder, el que dictaba la autoridad del groove, o el que simplemente te susurraba al oído: "¡muévete!".

Con su creación, llegaron sus profetas, y los grandes nombres: Marshall Jefferson y Frankie Knuckles como grandes padrinos, Terrence Parker el "telephone man", Farley Keith que era conocido como Jackmaster Funk y DJ Pierre, que no tenía ningún nombre magnífico, pero que ha sido uno de los productores más importantes del house, uniendo este género con su otra pasión, la religión católica. Con tracks como "Jesus on my Mind", DJ Pierre dejó clarísimo su statement: no iba a dividir sus creencias de su trabajo como productor. "Creo en Dios y no me avergüenzo de esto", aclaró muchas veces. "Jesús siempre está presente en la mente de muchas personas, pero nadie expresa eso en la música dance", declaró Pierre.

Por su parte el productor de Chicago, Marshall Jefferson, soportaba el argumento inicial de este texto, y es que los DJs se habían vuelto la evolución de los predicadores desde ese entonces. Para el padre del house la relación era simple: en la iglesia todos agitaban sus manos, se movían y gritaban, tal como en las fiestas house que él comandaba en la época, las cuales encendía con canciones como el clásico "Move Your Body", la primera canción house en utilizar el piano, que luego sería considerada como uno de los himnos de este género.

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Algunos dejaban las asociaciones de lado y se formaban respuestas más escuetas para responder a la relación que se había generado desde el inicio entre el house y la religión católica. Como Jackmaster Funk, para quien la única explicación por la que el house había nacido en Chicago, era que Dios los había escogido y los había bendecido, dejando a un lado todo tipo de trasfondo cultural.

El famoso productor, quien se había convertido al cristianismo en 1990, cuando se cansó de la música house, volvió al ruedo en 1993, totalmente convertido e inspirado por la fuerza de Dios, la cual también le dio el empuje necesario para iniciar sus propios raves de góspel, llamados Grown & Spiritual. Su fe era tan desbordante, que en los clubes los promotores debían mantener los micrófonos lejos del artista, pues de la nada y en pleno set, empezaba a predicar la palabra del señor, interrumpiendo sus presentaciones.

Robert Hood en cambio no veía el porqué de la división entre un rave góspel y un rave house. Para él ambas cosas siempre han sido lo mismo, y por eso su queja constante de la falta de espiritualidad en la industria de la música electrónica. El mismo productor que a principios de los 90 se unió al colectivo Underground Resistance, uno de los colectivos más contestatarios y con filiaciones políticas más arraigadas de la música electrónica, fue el mismo al que Dios levantó una noche, diciéndole que tenía que meter el sonido góspel en su música. "¿Cómo va a percibir la gente esto?", le preguntó Hood a Dios esa noche y, según el artista, Dios le respondió que no se preocupara. Para Jackmaster Funk la finalidad de la música en la época no era ni el jazz, ni el blues, ni mucho menos el house: "Es el góspel, es alabar al señor, hacer música para darle el crédito que le debemos… ese es el verdadero principio y el verdadero fin de todo". Ideas como las este productor y las de Marshall Jefferson respecto a los predicadores del nuevo milenio se propagaban con rapidez entre los productores de la época. Artistas como Frankie Knuckles apuntaban que las fiestas y los clubs eran como la iglesia de la gente que había caído en desgracia: "cuando tienes a 3000 personas a tu alrededor te rodean 3000 personalidades, y hay un momento en que todos en el lugar se vuelven uno. Eso es lo increíble".

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Sin embargo, primero fue la revolución y el minimal (género del que fue fundador, según muchos) antes que Dios. Pero ahora Hood lleva casi diez años siendo ministro de la iglesia de Alabama, en dónde vive actualmente transmitiendo las alabanzas de Dios a través de su música, difundiendo el mensaje. "Cuando toco 'We Magnify His Name' un domingo en la mañana en Berghain, es una escena que no puedo describirte con palabras", afirmó Robert en una entrevista reciente con THUMP. "Lograr eso en un club industrial de Berlín es como revivir la experiencia de una iglesia en la mañana de un domingo, es acabar, al menos por un momento, con la tristeza que la gente está experimentando en sus vidas".

Esto es Floorplan en su máxima expresión, la visión house de Robert:

Al lado derecho de Robert Hood se encontraba su contemporáneo y coterráneo Terrence Parker, que llevaba tocando desde que tenía once años y había aprendido en casa que solo podía faltar a misa si se había muerto. Con álbumes llenos de canciones como "Saved Forever", "God He Is", o "Pentecost", este productor de Detroit ha hecho de sus temas una ovación al altísimo, con un house denominado "inspiracional" que para él, no habla de una religión, sino de una relación honesta que ha mantenido con Dios durante todos estos años. "Lo único que sé es que siento un llamado para brindarle a la gente un mensaje de amor positivo", contó el telephone man, quien se ganó su apodo por mezclar escuchando por un teléfono en vez de unos audífonos. "La mayoría de las personas van a los clubes a disfrutar y escapar de la rutina. ¿Por qué no plantar una semilla musical positiva en todas estas almas?".

Ambos artistas, junto con sus predecesores musicales, llevan una vida demostrándose a sí mismos y a su público, que la principal semejanza entre un seleccionador y un pastor es la música, y el mensaje inscrito en ella. La devoción que le tenemos a un artista, un álbum o un género, muchas veces es equiparable a la fe que durante años, muchos le profesan a un ente que jamás en la vida han visto, pero en el cual depositan toda su confianza, amor y esperanza. Se siente parecido, es una veneración que sale de adentro, un fervor que se instala y difícilmente se nos quita de las entrañas. Algo ciego. Por eso, no es de extrañar que el góspel, el disco y el house se hayan revuelto, generando una aleación que se volvió credo en el dancefloor de muchas generaciones. La música, su mensaje y todos estos artistas que han hecho el papel de profetas, se convirtieron en un vehículo espiritual alterno para los creyentes y también le dieron algo en qué creer, les dieron salvación a los caídos en desgracia.

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Nathalia solo es creyente de la música. Sígala por acá.