'Ok Computer' de Radiohead está cumpliendo 20, pero hablemos de 'Hail to the Thief'

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Música

'Ok Computer' de Radiohead está cumpliendo 20, pero hablemos de 'Hail to the Thief'

La verdadera obra maestra de la banda de Oxford es un cuento de hadas moderno que todavía sigue siendo tan aterrador como extravagante.

Las verdades sobre la existencia son horrendas para algunos y poco interesantes para otros. Para una persona una señal de peligro es para otra una señal de calma, y para otra puede incluso llegar a ser la autorización para filtrar información. En 2003, Radiohead buscó su propia forma de amoldar la verdad de sus propios tiempos confusos. Lo han estado haciendo desde 1997, preguntándose si esta era de la información fue una maldición en OK Computer al tiempo que articulaban una desesperación más abstracta en Kid A y Amnesiac. Pero todos los tres álbumes han sido escritos y grabados antes del 9/11 y naturalmente, la respuesta de la banda a la mayoría de los eventos sísmicos del mundo era aparentar sacar sus señales de "El fin está cerca".

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Thom Yorke, su cantante, contó al Toronto Star en 2003 que estaba viviendo con un "severo y profundo terror" todos los días y que por ese entonces el reciente álbum Hail to the Thief era el resultado de sucumbir a ese miedo a pesar de hacer sus mejores esfuerzos por no hacerlo. Subtitulado The Gloaming y rebosado por poco durante una hora de oscuras y frígidas canciones, el álbum en vez de eso se convierte en un responso agotador a un mundo lejano de culpa con la putrefacción política, social y medioambiental. Fue muy bien recibido y se vendió muy bien, pero la misma banda lo ha considerado como un motivo de vergüenza, un trabajo áspero que necesitaba algo de edición. Esa necesidad de corregirse a sí mismos de lo que percibieron como un mal paso los guió a In Rainbows, un álbum que se siente como una cálida caricia y cariñosa de un alma gemela a la que nunca conocerás. In Rainbows lo hizo mejor ante los críticos y se benefició con su paradigmático estreno PWYC de pagar por el álbum lo que la gente quisiera. Perdidos en una cosecha de premios, la enfermiza oveja negra que es Hail to the Thief permanece y se impone. No es un asunto fácil de querer, sobre todo al ver cómo se abraza tan fuerte a la oscuridad, pero como en la onda de noticias de la navegación en línea, la perspectiva es todo. OK Computer se ha convertido en inmortal gracias a la influencia que tuvo sobre muchas bandas de rock recientes y también se ha convertido en la perpetua fascinación con la tecno-distopías entre nerds. Ha tenido un culto duradero, algo que Hail to the Thief no tiene realmente, salvo por unos pocos rezagos ilustrados. OK Computer está bien puesto, bien arreglado y generalmente presentable. Thief es desdentado, con mucho pelo creciendo en lugares extraños. OK Computer está hecho para ser adorado y así se ha hechos durante veinte años. Esto no lo hace malo, pero sí lo hace (*susurros*) algo así como una raíz aburrida. Arreglemos eso. Si hay un álbum distópico de Radiohead para escuchar ahora, debería ser Hail to the Thief. A pesar que ilustra la desesperación y la desesperanza de forma vívida, es también -extrañamente- un álbum de rock divertido y terapéutico, dando una paliza definitiva al OK Computer, del mismo Radiohead.

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Recordemos que Hail to the Thief fue el "retorno al rock" de la banda después que las sesiones de Kid A y Amnesiac enajenaran a los evangélicos de las guitarras quienes impulsaron sus álbumes de los 90. Radiohead no decepcionó, abriendo el telón de Thief con la explosiva "2+2=5". La canción -que es esencialmente una miniaturización de la previa y épica "Paranoid Android"- usa el libro 1984 como un punto de impulso para explorar… bueno, en realidad no va tan lejos de lo que Orwell originalmente escribió acerca de los gobiernos totalitarios y los pensamientos policivos que le hizo crear nuevas verdades. Solo aplica vagamente esas ideas al nuevo inventario de las noticias de la era Bush/Blair. De lejos y más importante es la intensidad de película de terror con la cual Yorke gime en la letra de la icónica y quejumbrosa "YOU HAVE NOT BEEN/ PAYING ATTENTION" explotando en el medio. La banda mantiene su queja, su violento descontento con guitarras interpretando una modificada progresión del omnibus (el significante musical para la mierda que va decayendo) antes de rebotar como balas perdidas hacia el final y terminando en una parada muerta, como si un cable eléctrico de rompiera y se saliera del circuito. Esa teatralidad brechtiana, de cabaret, es la clave característica de Thief, eso que impregna el caos con algo de humor.

Esto no quiere decir que OK Computer no tenga sus momentos de relajación. Después de todo, "Paranoid Android" fue en sí misma compuesta prácticamente en una tomadera de pelo, mientras "Electioneering" ha sido a menudo condenada como el lado débil del álbum sólo porque decide sacudir el brillo del productor Nigel Godrich y, bueno, en realidad rockea. A la larga, es un álbum solemne suya sofisticación musical, por más deslumbrante que sea, puede llamar la atención por su capacidad de languidecer. También ofrece pocas soluciones a su paranoia más que las simplista "Stop and smell the roses", epílogo de "The Tourist." Después de ser pesimista pero también malhumorado, Thief propone algo nuevo, algo radical ¿Qué tal si la mala línea del tiempo es en realidad algo genial?

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Canciones como "Sit Down. Stand Up" y especialmente "We Suck Young Blood" no pueden ser tomadas en serio porque sencillamente están haciendo demasiado. La formación se construye lentamente bajo la tensión de las amenazas agudas de Yorke sobre la subyugación militar y eventualmente su liberación es un ataque de pánico sonoro. Tiene también un cierto tipo de sonidos como de fiesta bailable, que con la sección rítmica de los riffs en un patrón de baterías y bajo, se sintetiza y se mezcla con un montaje de laser acercándolo siempre de diferentes maneras. Es más explícito en "We Suck Young Blood" inspirado alrededor de una cómica y abatida progresión de piano que está intencionalmente revuelta con percusiones de aplausos, y que luego engancha con un falseto sin palabras que recuerda el ruido de hojas de "I got a rock" como una variedad de fantasmas en lugar de más de espíritus malévolos. En la mitad abrupta y explosiva en la cual termina literalmente con Yorke golpeando teclas de piano al azar, es el guiño de reconocimiento para el oyente para que sepa que el acto de pesimismo es precisamente eso: una actuación. Por cada semi-parodia de estos gags en Radiohead, hay canciones las cuales encuentran en ambos lados de la banda -los innovadores inquietos y los pícaros malhumorados- una perfecta armonía. "Go to Sleep" une el folk-rock a una extraña, pero fluida marcación de 10/8 como Yorke llanamente quería para el día que la miseria "lo lavara todo" como en un sueño. El solo desafiante de guitarra de Jonny Greenwood es todo el verdadero desfogue que Yorke necesita. La subida, que puede emparentarse con algo de Chemical Brothers, de "Where I End and You Begin" alimenta un tipo más personal de ansiedad que los dolores del mundo encontrados en cualquier lugar. "I will eat you alive/ there´ll be no more lies" murmura Yorke al enemigo, Tony Blair, o a sí mismo. En otro tronco del bosque, la terrena "There There" hace la pieza central del Thief. La guitarra nudosa y agujereada de Yorke y la rodante percusión suenan como si hubiesen crecido ajenos, fuera y lejos del suelo, un sonido hecho visualmente real por los sueños y materializado en el stop-motion animado que acompaña el video. Inspirados en las series para niños inglesas de los 70 o Bagpuss, los elementos fantásticos del clip –el bosque antiguo, la fiesta de roedores de té, la chaqueta mágica que es también una bendición como una maldición- son la clara articulación del tono dominante del Thief: una historia infantil para dormir.

Yorke escribió esas canciones como historias de hadas para ayudarse a sí mismo y para que su hijo recién nacido Noah enfrentara un mundo injusto e irracional. En "Sail to the Moon" Yorke espera que el niño crezca para ser un presidente que "distinguirá el mal del bien" y llevará la civilización en un arca, un escenario que sería propio de la Biblia si el lenguaje no usara palabras suaves como "rayos de luna". Cerca está "A Wolf at the Door" que es mucho más dura, más áspera y que al final termina con un bombardeo de cinismo marcado por Yorke en un cuasi-rapeo y la banda colapsando, como un vals gótico. Aun así, agentes de un gobierno sin nombre son retratados con el título de "Wolf", un villano de un libro de Pop-up que es vencido al final de la canción en la resolución de su clave principal donde vuelve a su valor nominal. Las fantasías paranoicas en la cabeza de Yorke son como una especie de Boggieman: asustan en la oscuridad, pero son estúpidos y un poco patéticos a la luz del día.

Con todas esas magníficas fábulas, fue conveniente que Radiohead sacara sus más exageradas y melodramáticas presentaciones al aire. Shows que los hicieron usar la gama más amplia de sonidos diseñados que en cualquiera de sus otros álbumes –jugando con guitarras ásperas en una canción y luego hilando tapices de piano al tiempo que zumbaba algún sonido eléctrico en la siguiente- sólo añadiéndole al Thief locura, inspirados en la atmósfera de los hermanos Grimm. Es una forma que se repite como en ningún otro lugar de su catálogo o en el trabajo de la mayoría de las bandas ese estilo. No se debe suponer ni exigir que sea teatral y político, un ejemplo de lo que les pasó a muchas agrupaciones que sacaron eso en los días de la guerra de Iraq. Radiohead enfrentó la jodida situación que tenían ante ellos, tomó todo ese sufrimiento, y decidió hacer buenas historias. Hail to the Thief nunca ha sido perfecto. No tiene las influencias de OK Computer y Kid A, mucho menos es un confidente o arquetípico "álbum clásico" como In Rainbows. Pero es uno de los álbumes más reaccionarios jamás hecho, uno que evoca el terror y el temor torciéndolo todo en catarsis. Sus canciones se repliegan en dolor para luego dejar escapar una gran carcajada segundos después. Es un álbum que tampoco tiene miedo de ser disparatado y elevado, aun sabiendo que esas cualidades son calmantes en su propia forma. Hail to the Thief es la declaración más grande de Radiohead porque expone orgullosamente esa intuición musical de la izquierda que los hace la banda de rock entre todas las bandas de rock. Pero más allá de eso, hoy es relevante y necesario, descargar la confusión y la ira sobre las administraciones despóticas y –crucialmente- no negarle un futuro a la humanidad. El lobo en la puerta puede mantenerse a raya por mucho más tiempo.