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​¿Deberían ir a la cárcel las mujeres que asesinan a sus presuntos abusadores?

Emma-Jayne Magson fue sentenciada a cadena perpetua después de haber apuñalado a su presunto novio violento en medio de una pelea. Ahora está apelando su condena de asesinato.
Emma-Jayne Magson.
Emma-Jayne Magson. Foto cortesía del sujeto.

Artículo publicado originalmente por Broadly Estados Unidos.

La tarde del 26 de marzo de 2016 comenzó de forma ordinaria para Emma-Jayne Magson y su novio, James Knight. La pareja, de entonces 23 y 26 años respectivamente, salió con sus amigos en Leicester, Reino Unido, y tomaron un taxi juntos a casa. Horas después, uno de ellos estaría muerto, y el otro enfrentándose a una vida en prisión.

De regreso de su salida con sus amigos, Magson y Knight comenzaron a discutir. El conflicto no era inusual en su relación: Knight era presuntamente controlador, celoso, y agresivo físicamente con Magson. La disputa se volvió cada vez más feroz, y Magson agarró un cuchillo y apuñaló a Knight en el corazón. Murió en las primeras horas del 27 de marzo. Magson no tiene recuerdos del asesinato. Ocho meses después, Magson se sentó sola en la corte sin ningún intermediario y sin dar ninguna evidencia. Fue condenada de asesinato y sentenciada a cadena perpetua en prisión. "Ella fue una espectadora más que una participante en su propio juicio", dice Louise Bullivant, quien es la actual abogada de Magson.

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Justice for Women, una organización feminista que aboga a favor de las mujeres que han contraatacado o asesinado hombres violentos, está haciendo una campaña en contra de la condena de asesinato. El 22 de noviembre, tres jueces del Tribunal de Apelación le concedieron a los abogados de Magson una aplicación para apelar su condena. Es un avance gigantesco para su equipo legal, y uno que Bullivant apreció.

"Es bien sabido que estamos lidiando con una aspirante que es vulnerable, también es sabido que hemos sido capaces de presentar evidencia fresca suficiente para persuadirlos de que tenemos un punto y que ese punto debería ser discutido ante una corte completa en su debido curso", dice. Se espera que una audiencia tenga lugar en los próximos meses, con fecha por establecerse.

Ninguna evidencia médica o psiquiátrica fue llevada ante el jurado durante el juicio inicial de Magson, a pesar de que la defensa concluyó que ella sufre de un desorden de personalidad emocionalmente inestable (TLP, también conocido como Trastorno Límite de la Personalidad). Al jurado, dice Bullivant, tampoco se le hizo saber la magnitud total del abuso al que presuntamente Knight la había sometido. Tampoco sabía de la violencia a la que fue expuesta cuando niña, o que Magson sufrió un aborto espontáneo una semana antes del asesinato.

Magson fue condenada el 4 de noviembre de 2016 y le dieron una sentencia de cadena perpetua con un mínimo de 17 años en prisión. Joanne Smith, la madre de Magson —que está cuidando a su hija de cuatro años mientras ella cumple la condena— fue testigo de lo que pasaba con incredulidad.

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"A pesar de que sé que Emma mató a James, no lo asesinó", me dice Smith. "Nunca quiso hacerlo… Yo no lo entiendo. Uno escucha de personas que salen y apuñalan a alguien 13 veces y que son objetos de homicidio. Incluso durante la sentencia el juez dijo, 'No creo que hayas querido matarlo'. Él dijo que el comportamiento de Emma fue extraño, ella estaba completamente distante".

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Sally y Richard Challen. Foto cortesía de David Challen

El surgimiento de nueva evidencia psiquiátrica y fisiológica que no fue explorada durante el juicio original podría ahora desafiar la condena de Magson. Su equipo legal me informa que ha sido diagnosticada con TGD No Especificado, un trastorno del espectro autista. Este diagnóstico, junto con el de TLP, le da a su equipo legal la oportunidad de alegar una defensa médica parcial para disminuir la responsabilidad. Si la apelación de Magson es exitosa, su condena podría ser considerada insegura, y un nuevo juicio podría ser ordenado. El Crown Prosecution Service podría entonces considerar la posibilidad de un alegato por ofensa menor de homicidio.

La historia demuestra que la situación puede terminar en una de dos formas. Stacey Hyde, cuyo caso también fue manejado por Justice for Women, fue absuelta de asesinato y salió libre en 2015 después de cinco años en prisión. Había sido condenada a los 18 años por el asesinato del novio de su amiga al apuñalarlo cuando las atacó a ambas. El jurado de su nuevo juicio aceptó que había matado a Vincent Francis en defensa propia. Pero tan solo el mes pasado, la apelación de Wendy Graham en contra de la condena de asesinato y la sentencia a cadena perpetua que recibió en 2008 por asesinar a su presunto novio violento fue rechazada por jueces escoceses. Esto a pesar de la nueva evidencia que sugería que estaba sufriendo de un desorden psicológico en el momento del asesinato.

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El caso de Sally Challen, de 64 años, también evidencia cómo la cobertura mediática puede satanizar a las mujeres que pierden el control luego de años de abuso constante. Challen asesinó a quien fue su esposo por 31 años, Richard, el 14 de agosto de 2010, después de soportar décadas de presunto abuso. Golpeó a Richard en la cabeza con un martillo mientras desayunaba en su casa en Surrey, antes de envolver su cuerpo en cortinas viejas. Puso una nota escrita a mano encima que decía: "Te amo, Sally". Luego condujo 70 millas a los acantilados de Beachy Head, llamó a su prima para confesar, y caminó hacia el abismo. La policía duró más de tres horas convenciéndola de que no se lanzara.

Challen fue condenada de asesinato en junio de 2011 y sentenciada a cadena perpetua con un mínimo de 22 años en prisión, reducidos a 18 en la apelación. Los reportes mediáticos la presentaron como una esposa celosa y vengativa, pero no mencionaron el grado extremo de abuso psicológico del que fue víctima. Su hijo, David Challen, de 31 años, que está haciendo campaña a favor de su madre junto con Justice for Women, describe cómo su padre la sometía constantemente a gaslighting (una forma de abuso psicológico), cuestionando su cordura cuando ella sospechaba que él le estaba siendo infiel. "'Te estás volviendo loca, Sally, lo estás inventando todo'", que según David eran las cosas que su padre del decía a su madre. "Era casi como un mantra que él le decía a ella".

Challen fue la víctima de lo que ahora conocemos como control coercitivo, que se convirtió en un crimen en Inglaterra y Gales en diciembre de 2015. En un caso histórico, se le garantizó permiso de apelar su condena de asesinato con motivos de nueva evidencia psiquiátrica de un desorden de la personalidad y un reporte que mostraba que sufría de control coercitivo. Se presentará ante la corte para su audiencia de apelación el 27 y 28 de febrero de 2019. Si la nueva evidencia es aceptada como información fresca, su condena podría ser anulada. Esto podría significar un nuevo y completo juicio por asesinato, o Challen podría ser condenada al cargo mínimo por homicidio, que conlleva una sentencia más corta y aumenta la posibilidad de que pueda ser liberada por plazo cumplido.

Este caso ha llegado en un momento crítico para las víctimas de control coercitivo. El número de delitos por comportamiento controlador o coercitivo registrados en Reino Unido se duplicaron en 9.053 en 2017/18 de los 4.246 del año anterior. Aún así investigación académica ha revelado que problemas continuos —como identificación deficiente de patrones de abuso, recursos limitados, entrenamiento policial inadecuado y cortes de presupuesto— significan que las oportunidades para procesar el delito se siguen perdiendo. "Uno tiene que poner recursos para cambios veloces en la legislación si quiere que funcionen", explica el Dr. Kelly Johnson, un experto en control coercitivo en la universidad de Durham. "Se requiere de voluntad política y de financiamiento para ver el éxito que podría ser. Es vital capturar y responder al daño que experimentan las mujeres diariamente en relaciones abusivas".

Harriet Wistrich, la abogada de Challen, cree que su caso podría tener un impacto enorme en cómo el control coercitivo es visto por el sistema legal. "Una ley que existe para proteger a las mujeres que no es usada ampliamente en estos momentos", explica.

David espera que el caso impacte las vidas de otras personas que sufren de abuso doméstico y control coercitivo. "No estamos buscando justificar la forma en que nuestro padre ha muerto", dice. "Lo que esperamos es que se reconozca el abuso a mi madre. Al reconocer su abuso, uno reconoce que es un factor en la muerte de nuestro padre. Lo único que buscamos es que la verdad salga a la luz… Se trata de corregir los errores del sistema de justicia porque se están reflejando en muchos otros casos que ocurren".