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mecanica nacional

La pandemia mexicana del "me late"

Todos queremos ganarnos la lotería sin comprar un cachito.

“Desgraciadamente, la corrupción sigue siendo un mal endémico”,
Felipe Calderón, Presidente de México.

Viendo al solitario Juan Godínez ir a entablar una demanda para que se reponga el sorteo fraudulento de MELATE me parte el corazón. Juan lleva más de 15 años jugando y apostando a que finalmente se haga realidad su sueño de pegarle y así poder mandar a chingar a su madre a su jefe, y dedicarse a lo que le ha sido negado por esos años: La buena vida.

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Todos queremos ganarnos la lotería sin comprar un cachito. Mis acercamientos a los juegos de azar no han sido muchos, no sé ni cómo llenar una quiniela. Pero en usualmente, en los boletos que me han regalado, ha habido algún reintegro o algo más para no perder el hábito y hasta coleccionar las coloridas ilustraciones de la mexicaneidad de nuestra Lotería Nacional. Nunca he pisado un casino a pesar de que soy bueno para la baraja. Ni el Texas Hold’em, pues. Para los solitarios puede volverse un vicio. En los semanarios de lo insólito son frecuentes los casos de historias en Estados Unidos, Inglaterra o España del ancianito que apostó a la lotería toda su vida, a los 93 finalmente la gana y muere de la sola impresión. Por eso mi preocupación por Juan, mi salud y su demanda. El cacique de mi pueblo se ganó la lotería dos veces, así que no me sorprendió mucho ver a los productores, editores y a la edecán embolsarse millones con un sorteo falso de MELATE y saber que no es un delito grave.

Si la corrupción es el deporte nacional y está en nuestros genes mexicanos –como afirma el presidente Calderón–, algunas trasnacionales han sabido capitalizar nuestra naturaleza envilecida. La multa 379 millones de pesos –unos 27 millones de dólares– que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores CNBV impuso al banco HSBC por lavado de dinero, da por cerrada la discusión sobre si HSBC puso en riesgo la seguridad de un país. A iniciativa del Congreso de Estados Unidos vino la investigación del caso. Igual que como con Wal-Mart, tuvo que haber un pitazo desde el extranjero para avisar a las autoridades mexicanas que algo podrido sucedía en su sistema corporativo.

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En comparación con otros países tampoco estamos innovando en ser líderes de corrupción. HSBC habría contribuido con el régimen de Muamar Gadafi para legalizar las millonarias cuentas del régimen Libio. La sola multa impuesta en México permite y avala las prácticas desleales corporativas y nadie será juzgado por ello.

Si sumamos a la receta la decisión de la Suprema Corte de Justicia, de no investigar el exceso en los topes de campaña de Enrique Peña Nieto con el caso de las tarjetas Monex-Soriana, estaríamos ante un caldo de cultivo permanente y un ciclo vicioso del cual México parece ser huésped natural. La naturaleza corrupta de los mexicanos hay que satisfacerla con bolsas, paraguas, despensas chafas y lonas plásticas durante los periodos de campaña. Todo se vuelve moneda de cambio: los bultos de cemento, las láminas para construir y los monederos electrónicos sirven para comprar las voluntades los votantes.

Apostarle a la lotería mexicana, a sus diablitos, borrachos y nopales, construye la identidad de los mexicanos para –según Octavio Paz– burlar con su ingenio la ley, la insatisfacción de cada día y permitir que la burguesía acomodada en el poder comercie con contratos y permisos. Busca doblar la ley a modo para, en un golpe de suerte, poderse liberar de el sufrimiento que representa a la clase media vivir en la legalidad. Pagar impuestos es muy molesto, la mordida es más práctica. Tal vez si la demanda de Juan Godínez estuviera bien aceitada en los engranes burocráticos el sorteo fraudulento de MELATE, se repondría. Una lana de por medio.

@RomanCotera