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Una actualización sobre la paz mundial, al 23 de agosto de 2012

Chile, China, Sudáfrica y Siria, otra vez, en problemas.

Bienvenidos a la decimotercera actualización sobre la paz mundial, tu dosis semanal de noticias deprimentes sobre la condición humana y su amor por la violencia. El trece es número de mala suerte, pero dado el contenido de esta columna, no creo que tenga mucha importancia. Esta semana, igual que todas las demás, la brutalidad ha fluido libremente: un grupo de estudiantes chilenos se enfrentó con la policía, la policía sudafricana se enfrentó con unos mineros, y el conflicto en Siria se extendió una vez más al otro lado de la frontera con Líbano.

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Pero vayamos a los detalles.

CHILE

Luego de la violencia en Santiago la semana pasada, este martes los estudiantes en Chile tomaron escuelas y universidades, y bloquearon el tráfico. En respuesta, el alcalde Pablo Zalaquett amenazó con quitar las becas a los alumnos involucrados en la ocupación. Incluso después de una junta con los líderes estudiantiles para buscar un final pacífico a todo el asunto, no se llegó a ningún acuerdo, así que la policía tuvo que involucrarse. Lograron limpiar varias escuelas y arrestaron a 139 estudiantes, pero al menos siete establecimientos continúan ocupados y se esperan más marchas para esta semana.

CHINA

Miles de chinos encabronados se reunieron en Shenzhen el domingo para regodearse en su odio por todo lo japonés, igual que el abuelo de un amigo que pasó un rato en una prisión japonesa durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, esta vez los chinos no estaban indignados por las atrocidades bélicas de hace 70 años, sino porque unos japoneses colocaron una bandera en una isla en el Mar de China Meridional. Lo cual, al principio, me pareció una exageración, pero hay una historia detrás.

Las islas Senkaku son como las Malvinas; los chinos, taiwaneses y japoneses creen que son los dueños legítimos, y todos han llegado con sus estúpidos barcos nacionalistas para plantar sus banderas. Pero cuando los chinos lo hicieron, los japoneses (quienes solían controlar las islas) los arrestaron y plantaron su propia bandera. Las islas no parecen tener mucho qué ofrecer, y están inhabitadas, pero igual que las Malvinas, se cree que hay chingos de gas y petróleo en las profundidades.

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Molestos por esta acción, los chinos se manifestaron en varias ciudades, pero en Shenzhen y Hong Kong los manifestantes se abalanzaron contra los autos de marcas japonesas y los restaurantes nipones, mientras la policía observaba desinteresada y probablemente deseosa de participar. Estas disputas ocurren todo el tiempo, pero con China buscando solidificar su poderío naval en la región, este conflicto en particular podría subir de tono. Definitivamente no quieres manejar un Nissan en este lugar.

SUDÁFRICA

La semana pasada, dos sindicatos de mineros se enfrentaron en la mina de platino de Lonmin Marikana en el norte del país; nueve personas murieron, incluidos dos policías. El conflicto continuó con enfrentamientos esporádicos entre los mineros y la policía durante los siguientes días. Después. El jueves pasado, la policía entró de nuevo para tranquilizar a los manifestantes. Para esto, abrieron fuego con sus armas automáticas. Treinta y cuatro personas murieron, y 78 resultaron heridas. Buen trabajo, policías.

En un sentido absolutamente morboso, supongo que esos 34 desafortunados fueron tranquilizados. El resto de los mineros continúan trabajando, así que la mina sigue derramando dinero y las familias ahora tienen que ingeniárselas para sobrevivir sin sus hombres. Mientras tanto, el resto del mundo compara este incidente con imágenes del Apartheid. Una vez más, un aplauso para la policía sudafricana.

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SIRIA

Vaya sorpresa, Siria se cuela de nuevo a esta sección con su desastrosa miseria. Esta vez los eventos relacionados con Siria ocurrieron fuera de este país: la violencia se extendió a Líbano y Turquía. Esto lleva meses, pero esta vez Líbano estuvo a punto de volver a caer en los oscuros días de su guerra civil. El miércoles se reportó el secuestro de 20 personas en el sur de Líbano, supuestamente a manos del clan chiita, Mikdad. El secuestro es considerado una forma de represalia por la captura de uno de los miembros del clan por parte del Ejército Libre de Siria. El hombre fue acusado de luchar con la milicia libanesa pro Assad, Hezbolá. Los 20 hombres secuestrados eran en su mayoría suníes libaneses, pero también había algunos turcos y saudíes, quien, considerados anti Assad, fueron obligados a confesar frente a cámaras. Este incidente tiene a muchas personas preocupadas en Líbano, quienes temen que el país pueda regresar a un lucha de sectas

Este temor no fue mitigado cuando el lunes, las milicias chiitas pro Assad se enfrentaron contra los suní anti Assad en la ciudad portuaria de Trípoli. Los enfrentamiento dejaron un saldo de tres muertos y 25 heridos. Los dos grupos rivales se han enfrentado en los distritos de Bab al Tabbana y Jabal Muhsin en varias ocasiones a lo largo del año, pero el ejército siempre había restablecido el orden. Pero ese orden se perdió momentáneamente el otro día. Estos eventos son una amenaza directa a la frágil estabilidad del estado libanés, y parece que continuarán, a menos que las autoridades detengan las actividades de las milicias; una tarea casi imposible.

De regreso en Siria, los peligros de cubrir la guerra civil se vieron reflejados con la lamentable muerte de la periodista japonesa, Mika Yamamoto. Yamamoto, quien se encontraba trabajando con el ELS en Aleppo, recibió un disparo en el cuello y murió durante una emboscada por parte de las tropas del régimen. Esto elevó el número de periodistas extranjeros asesinados a al menos cuatro, y reitera los peligros que enfrentan al documentar esta guerra. Un comandante rebelde dijo: “Damos la bienvenida a cualquier periodista que quiera entrar a Siria. Les daremos un pase de entrada, pero no nos hacemos responsables por la brutalidad que las fuerzas de Assad están ejerciendo contra los medios”. La muerte es una gran tragedia, pero la atención que Yamamoto y cualquier otro reportero extranjero recibe cuando muere es de niveles desorbitantes, cuando se le compara con las decenas de periodistas sirios que son masacrados constantemente mientras arriesgan sus vidas para cubrir las atrocidades del régimen, sin la protección de fuerzas armadas. Me parece que sería bueno recordarlo.

Así termina otra semana de masacres deprimentes y vandalismo hilarante contra los japoneses, pero no te preocupes demasiado, siempre puedes cambiar de canal, ver el futbol y tomar cerveza con tus amigos.

Sigue a Henry en Twitter: @Henry_Langston