Qué hacer cuando empiezas a notar que tu pareja empieza a sudártela

Te preguntas cómo puede ser que esa persona por la que antaño incluso te habrías ido a vivir a un pueblo de mierda en el que teóricamente os habríais dedicado profesionalmente a la elaboración de quesos de cabra —"¡suena bien!", dijiste cuando te lo propuso, pero por suerte cogieron a tu pareja en ese curro en esa editorial y finalmente os quedasteis en Madrid y te salvaste del horror lácteo— ahora te la sude tanto y no te apetezca ni acompañarla al supermercado porque no te importa lo que compre ya que, total, siempre que puedes vas a comer fuera con "tus amigos", siendo ese "tus amigos" una enorme mentira porque ya no tienes amigos y lo único que haces es bajar a la calle, cruzar un par de semáforos y comerte un shawarma en el bar de siempre.

Ya te conocen, para ellos eres "el chico del dürüm de pollo y la cerveza que mira la tele y no dice nada y apunta cosas en papelitos". Mientras, tu pareja cena sola en casa y reflexiona con que quizás tendría que haber renunciado a la editorial y haberse dedicado en solitario a la producción de queso de cabra extremeño.

Este texto de arriba, que solamente tiene tres puntos y aparte, no pretende mostrar un panorama desolador, simplemente quiere describir la curiosidad que reside en la volatilidad de eso que llamamos amor.

Realmente es complicado encontrar a alguien con el que todo sea perfecto. Esta perfecta convivencia la puedes encontrar en los dioses, los discos o los animales arrancados de su hábitat natural pero es muy difícil descubrirla en las personas; con toda su complejidad y con, en fin, todas sus mierdas.

Cuando llega ese sentimiento de que, quizás, no estás del todo contento con eso de compartir tu vida con ese otro individuo, tienes varias opciones. Sinceramente, la más recomendable es ignorar estos demonios internos y seguir ciegamente hasta el final.

Problemas los vas a tener con todo el mundo así que mejor tenerlos con alguien a quien ya conoces y de cuyos problemas y manías ya eres todo un experto. Hacer cambios bruscos en la vida puede llevarte directamente a la mendicidad. A veces estas cosas comportan cambios de piso, de trabajo, de grupos de amigos y pueden generar masas familiares que te odian en sincronía, cosas que a veces no son del todo agradables.

Siempre hay pros y contras. En el plano sexual, por ejemplo, se abre ante ti un campo repleto de genitales a tu disposición pero pierdes la seguridad del clásico "polvo dominguero" que, aunque lo haces a desgana, siempre está ahí para copar el cupo hormonal. ¿Te la vas a jugar? En estos casos tienes que pensar fríamente, la felicidad es lo último que debes tener en cuenta.

Piensa en el dinero, en tener que pelearte para ver quién se queda el SEAT y en los dramas y gritos (y probables discos y libros rotos) que pueda generar la ruptura. ¿Vale la pena aguantar a este tío que deja la encimera SIEMPRE como la guerra de Kosovo (a veces se utilizan metáforas inmorales en ciertos textos) y cuyo rabo tienes que tocar a veces? Depende, la seguridad de tu vida actual —en la que todo funciona como por una inercia y no tienes que hacer ningún esfuerzo— aporta cierta tranquilidad.

Quizás vale la pena aguantar y tener que encerrarte una vez al mes en el baño y llorar un rato pensando en que vives con alguien que tampoco te apasiona. Al fin y al cabo esta vida de repetición, de mecanización, es algo que tampoco está tan mal.

Si no lo tienes claro, si las dudas se acumulan en tu cerebelo de una forma que no te dejan pensar ni recordar nombres puede que lo mejor sea que no hacer nada.

Si sabes que dentro de tu cabeza hay una semilla que te dice que las cosas no van bien pues evita pensar en ella y céntrate en otras cosas, como en empanar pechugas de pollo, arreglar muebles encontrados por la calle o hacer lo que hace la gente normal: reproducirse. Tened hijos y que esos cretinos lo solucionen todo. Lo que sea.

Lo importante es no afrontar el problema directamente, tienes que esquivarlo con distracciones que retrasen las crisis reales. No te engañes, desde el principio ya sabías que ese momento llegaría, sabías que el amor no es eterno y que en un futuro tendrías que apoyar tu felicidad en otras cosas que no fueran personas con cuerpos demacrados y mentes repletas de manías, la compañía hasta la muerte es lo que tiene.

Aunque puedes probar con esto: no hay ningún problema que esta canción no pueda solucionar, sobre todo a partir del minuto 03:12. No, es broma. Una canción nunca arreglará nada —y menos tu relación— pero puede engañarte durante unos minutos. Bueno, esta sí que puede solucionarlo todo. Pruébalo.

Pero bueno, recuerda una cosa, un simple detalle: esto no solamente lo puedes experimentar tú, esto lo puede estar viviendo (o algún día inevitablemente lo vivirá) tu pareja o como sea que la llames (compañero, amigo o bastardo insensible).

Alguien tenía que decirte que tú, en todo este juego de mierda, no eres el único protagonista. Seguramente tu pareja llevará ya varios meses o años sintiendo exactamente lo mismo. Ninguno de los dos nunca dirá nada porque, básicamente, el cambio os genera pereza.

Pero no te preocupes, esto es completamente normal. Los humanos acostumbramos a cometer el error de confundir el amor con otros sustantivos: con la dependencia, la normalidad, la obsesión o el miedo.

Es normal que al haberte visto limitado a amar a solamente a una persona esta experiencia haya resultado traumática, estamos hechos para dispersar nuestro amor hacia distintas entidades y cosas y esto es lo que deberíamos empezar a hacer. No es que tu pareja te la sude, es simplemente que no quieres que solamente ella reciba una parte de ti.

Bueno, dicho esto me voy a poner una túnica de colores cremosos y a meditar sujetando un cuarzo blanco y una amatista. Namaste.

@rodellaroficial