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Cultură

El infierno de la cerveza gratis

Es hora de empezar a ser consecuentes con esa tendencia de ir a eventos y limitarse a beber cerveza gratis.

Unos tipos realmente perjudicados por culpa de la cerveza gratis. Imagen de VICE

Os propongo una conversación de Facebook de un viernes por la tarde: «Epa, ¿qué hacemos hoy?» «Ni idea, creo que hay algo en esa tienda de cómics. Una presentación de un fanzine». «¿De quién?» «Del tipo ese que fusila a Simon Hanselmann y hace las mismas manos que Peter Bagge». «Joder, me gusta pero bufff, menuda pereza». «Hay cerveza gratis». «Pues será mejor que vayamos tirando antes de que se termine».

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Hola español, ¿te suena de algo el diálogo de arriba? Por el bien de este artículo espero que sí pero habría estado bien, por el bien de la humanidad, que no tuvieras ni puta idea de lo que te estoy hablando. Supongo que eres consciente de que ciertas marcas de cerveza han ido introduciéndose de forma flagrante en el seno de ciertas iniciativas culturales de limitada difusión en los medios, cosa que les abre un supuesto nuevo nicho de mercado y las consolida como marcas que están al tanto y apoyan los movimientos más oscuros —no me refiero a movimientos protagonizados por gente que viste ropa oscura sino a la idea de escenas poco conocidas de una ciudad—, haciéndose suyas, de algún modo, estas nuevas iniciativas. Todos sabemos de lo que estamos hablando: presentaciones de fanzines en una tienda con cerveza XXX gratis, gente pinchando discos en tiendas de discos con Fïnkerbraü gratis, galerías de arte presentando una exposición con originales y cerveza gratis, etcétera.

¿Funciona? Los eventos se llenan de gente pero el interés reside en el alcohol no en la propuesta que este está acompañando.

En un mundo globalizado en el que lo más importante es la expansión y las ganancias, es completamente lícito (desde el punto de vista capitalista) que estas marcas se interesen por todos estos eventos y quieran formar parte de ellos, su interés, por así decirlo, es lo más lógico de toda esta orgía de intereses.

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Tampoco quiero demonizar a las tiendas ni galerías, pues ellos son las víctimas de una tendencia social que prima el interés hacia el ocio barato (o gratuito, en este caso) por encima de cualquier otra cosa. Estos locales estarían encantados de poder prescindir de estas tristes técnicas pero saben perfectamente que son el anzuelo perfecto para atraer a la clientela. Pero, ¿funciona? La triste verdad es que realmente no. Los eventos se llenan de gente pero el interés reside en el alcohol no en la propuesta que este está acompañando. El complemento ofusca al producto.

Y es que la culpa es únicamente de los asistentes. Son los no-clientes lo que toleran y apoyan estos flujos de intereses entre marcas y tiendas. El producto que se presenta no es suficientemente interesante como para atraer a la gente, la pereza gana a menos que haya oro líquido en abundancia. Hemos llegado a un punto en el que incluso la gente se queja de que en un evento haya una marca y no otra, llegando a la total deformación de la naturaleza del mismo. Ya no se trata de hacer un gesto de condescendencia, de piedad, y dejarte un par de euros en un fanzine de fotos, se trata de entender y aceptar que realmente nos interesa más beber gratis.

Hemos llegado a un punto en el que incluso la gente se queja de que en un evento haya una marca y no otra.

Porque claro, todo gira alrededor de la idea de generar un plan perfecto de inicio de noche y tener que salir de fiesta con un disco o un libro en el bolsillo es un engorro. La situación ya ha dado la vuelta e incluso el objeto de presentación se convierte en un problema. Esta deformación de intereses atrae a gente a quien le importa una mierda todo lo que está sucediendo en estas tiendas o galerías, individuos totalmente ajenos a las propuestas de la tienda, seres que, evidentemente, no consumirán una mierda. Los eventos se llenan pero no consiguen sus objetivos.

¿Tienen las tiendas que dejar de trabajar con estas marcas? Por experiencia propia os puedo decir que un evento sin marcas ni cerveza gratis no puede lograr desprenderse de estas dinámicas. La cerveza conseguirá hacerse un hueco y empezará a venir gente con latas compradas en el paquistaní de la esquina, ayudando a que ese señor haga más negocio que el dueño de la tienda, quien solamente quiere promocionar el fanzine de unos colegas y soñar con que alguien se anime a comprar algo más.

Nos encanta no tener que pagar por cerveza, entonces, ni que sea para poder conservar estas botellas gratuitas, hagamos el gesto de comprar cualquier mierda en estas tiendas.

Joder, solamente queda una solución. Si nuestros intereses están tan desviados entonces abracemos esa idea. Nos encanta no tener que pagar por cerveza, entonces, ni que sea para poder conservar estas botellas gratuitas, hagamos el gesto de comprar cualquier mierda en estas tiendas. De este modo, nuestra dosis de cebada estará garantizada por unas semanas más. Apostemos por desvalorizar por completo el motivo del evento en sí mismo —pues este, en su plenitud y exclusividad, no es suficiente para atraer nuestra atención— y apoyemos la política del bebercio gratuito, solamente es cuestión de virar nuestra moral. Al menos tengamos claros nuestros intereses y seamos conscientes de nuestras decisiones. Luchemos por algo concreto, ni que sea por estas cervezas del infierno.