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Una audiencia con ‘The Cockfather’

Florendo Castillo es el padrino de las peleas de gallos en Filipinas.

Las zonas más ricas de la ciudad de Manila son construidas a imagen de Nueva York, pero las más pobres son inigualables. El caótico barrio de San Andrés Bukid no se parece en nada al Upper East Side, ni al SoHo, ni siquiera a Williamsburg. Sus calles tienen nombres evocadores como Nakar y Coral, huelen a brochetas de carne a la brasa y suenan al cacareo de un gallo de pelea.

Llevamos unos días hechizados por el omnipresente fenómeno de las peleas de gallos en Filipinas y desde entonces hemos conocido a todo tipo de sabungeros (luchadores), desde los calmados estrategas a los más volcánicos y peligrosos; hemos visitado las arenas oficiales con capacidad para miles de personas; y nos hemos visto forzados a apostar en palenques ilegales, improvisados sobre las vías del ferrocarril, con un ojo atento al próximo tren y otro a una emboscada de la policía. Con el tiempo y nuestros movimientos, una figura se ha vuelto recurrente, casi entre susurros, en nuestras conversaciones. Es la de la leyenda, el mito, el padrino de los sabungeros: The Cockfather.

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Abrimos un portón desvencijado y herrumbroso en uno de los callejones de San Andrés Bukid y nos encontramos con un pequeño bosque de bambú empotrado entre tres viejos caserones. Contra una de las fachadas se amontona un revoltijo de ropas, bolsas y cachivaches junto a un par de colchones que descansan en el suelo bajo una lona azul impermeable. En una esquina, una malla verde cubre un pequeño recinto vacío y aseado que se asemeja a una pajarera enorme. Colgadas de la pared hay varias jaulas con polluelos. Por todas partes vemos gallos de pelea. Un hombre alto, delgado, mayor, con los ojos achinados y una sonrisa a medio camino de la cortesía y la desconfianza, se nos acerca con un ave entre las manos. “Soy Florendo Castillo”, nos dice. “Venid conmigo”. Y le seguimos.

VICE: ¿Qué está haciendo usted con el gallo, señor Castillo?

El Padrino: Podéis llamarme Padrino. Le voy a cortar la cresta. Dirty Grey (el gallo que sujeta) tiene una cresta demasiado larga. Si le atacan en la cabeza y le hieren, la sangre le cubrirá los ojos y ya no podrá ver. Su cresta es una debilidad y tengo que extirpársela.

¿Le corta la cresta a todos sus animales?

A casi todos, aunque hay algunos que la tienen compacta y muy pequeña, y no supone tanto problema. Tengo muchos instrumentos para trabajar con los gallos, para curarlos y para alimentarlos. Es a lo que dedico más tiempo durante el día.

¿Qué es lo que convierte a una de estas aves en un buen animal de pelea?

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Los mejores gallos tienen la cresta compacta, la cabeza pequeña, las patas muy fuertes y las plumas largas y llamativas.

¿Y siempre son agresivos?

Los gallos nacen como luchadores. Son animales territoriales a los que hay que mantener a distancia y atados al suelo, para que no luchen entre ellos. Cuando llevan puesta la cuchilla de pelea son muy peligrosos, atacan a sus cuidadores y, en un descuido, pueden llegar a matar a un ser humano. Hay razas especiales como los Texas, los Phil-Am o los Bulik que se crían sólo para la lucha.

¿Cómo funciona una pelea de gallos?

El organizador pregunta a los espectadores cuánto y por quién quieren apostar. Se hace un balance de las apuestas y se decide quién es el favorito (Meron) y quién no (Wala), y la tasa de retorno de cada uno de los dos gallos. Entonces se colocan los dos gallos frente a frente y comienza la pelea. Duran muy poco, a veces menos de un minuto. Cuando un gallo deja de luchar porque está malherido, se coge a los dos animales y se les coloca pico contra pico. El primero en picas dos veces a su adversario es el que gana.

¿Cuánto tiempo lleva dedicándose a esto?

Empecé a los 12 años y ahora tengo 67, así que llevo 55 años siendo sabungero. Mi padre también lo era y fue él quien me inspiró. Veía lo que hacía y cómo lo hacía, así que le imitaba. Él nunca me ayudó, así que no sé si quería que me dedicara a esto. Ahora, después de tantos años, puedo decir que le he superado. Todos los días viene gente a mi casa para pedirme consejo, para comprarme animales, para que los cure, para contratarme como árbitro, e incluso para organizar peleas. Por las mañanas se juntan 30 ó 40 personas y colapsan las calle con sus gritos y apuestas.

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¿Y la policía no interviene?

Antes lo hacía, pero ahora les pagamos 800 pesos (13 euros) y un pollo a la semana, y si vienen es para apostar. Yo he estado más de 20 veces en la cárcel, aunque nunca más de tres días. La policía nos detiene cuando quiere dinero, porque sabe que los sabungeros vamos a pagar. Si estás en la cárcel por organizar peleas ilegales, los demás reclusos se ríen de ti. Sólo hay que pagar 500 pesos (8 euros) para poder volver a la calle.

¿Tiene usted enemigos?

Ya no, aunque me quedan muchas cicatrices. (Enseña varios cortes en las manos, en el torso y en los brazos). Ésta, en el brazo, me la hice parando una cuchillada que iba al corazón. La de la mandíbula es por la explosión de una granada; tuvieron que reconstruírmela con metal.

¿Qué hace con sus gallos cuando pierden una pelea?

Me los como.

@FelixLill, @jsauras