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Identidad

Ya había violaciones en Alemania mucho antes de que llegaran los refugiados

Las agresiones sexuales que se produjeron en Colonia el pasado Fin de Año han encendido la llama del odio contra los refugiados en Alemania.
The crowds at Oktoberfest. Photo courtesy of Munich Tourism Board

Michelle, de dieciocho años de edad, es una de las cientos de víctimas afectadas por la ola de agresiones sexuales que tuvo lugar en la ciudad alemana de Colonia el pasado Año Nuevo. "A eso de las 23:00 horas estábamos en la estación principal de tren para ir a ver los fuegos artificiales y ahí es donde advertimos por primera vez la presencia de todos aquellos hombres a nuestro alrededor", le explicó a la cadena de noticias alemana N-TV.

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"Conseguimos entrar en la catedral, queríamos ir más allá del Museo Ludwig para unirnos a la muchedumbre y ver los fuegos artificiales junto al río, pero de pronto nos vimos rodeadas por un grupo de entre 20 y 30 hombres. Estaban rabiosos, empezaron a manosearnos y nosotras tratamos de escapar lo más rápido posible".

Éste es solo uno de los muchos testimonios de las víctimas después de que un supuesto informe interno filtrado por la revista de actualidad alemana Spiegel revelara el verdadero alcance de los errores policiales en Nochevieja. Dicho informe afirmaba que los oficiales sabían que se estaban produciendo "peleas, robos y agresiones sexuales a mujeres" y describía a muchos de los atacantes como inmigrantes masculinos, algunos de los cuales supuestamente provocaron y se burlaron de los oficiales de policía. Esa descripción se aleja mucho del informe policial inicial que describió la celebración como "completamente pacífica".

En Twitter, muchos alemanes dieron a entender que el informe policial no era más que un intento de suavizar el sentimiento xenófobo imperante en Alemana, donde han llegado 1,1 millones de refugiados gracias a su política de "puertas abiertas". El Jefe de Policía de Colonia fue obligado a dimitir tras aquella filtración y la tensión creció en las calles cuando el grupo xenófobo de extrema derecha Pegida organizó una manifestación en Colonia que acabó con enfrentamientos contra la policía.

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Cuando el Ministro de Justicia Heiko Maas describió las agresiones como "una dimensión completamente nueva del crimen organizado", la Canciller alemana Angela Merkel, adoptando un cambio de tono con respecto a los refugiados, anunció varias propuestas para cambiar las leyes de modo que facilitaran la deportación de quienes buscan asilo.

Este cambio repentino de actitud ha supuesto un duro golpe para los refugiados recién instalados en el país, que habían solicitado fijar ahí su residencia porque se sentían "más bienvenidos" en Alemania que en cualquier otro país europeo. Pero los grupos de refugiados y los grupos de defensa de los derechos de la mujer se esfuerzan por señalar que las violaciones y las agresiones sexuales no son solo un problema derivado de la inmigración, y que vincular a ambos oscurece peligrosamente la auténtica naturaleza de la violencia de género en el país.

Cuando el Ministro de Justicia Heiko Maas describió las agresiones como "una dimensión completamente nueva del crimen organizado", la Canciller alemana Angela Merkel, adoptando un cambio de tono con respecto a los refugiados, anunció varias propuestas para cambiar las leyes de modo que facilitaran la deportación de quienes buscan asilo.

Sakher al-Mohamed, residente en Colonia, fundó la organización Sirios Contra el Sexismo justo después de las agresiones. al-Mohamed explicó a Broadly por qué él y otros refugiados decidieron pasar a la acción. "Todo el mundo tiene derecho a celebrar y divertirse, pero las agresiones sexuales no son solo cometidas por refugiados", indicó este joven de 27 años de edad.

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"Algunas amigas mías alemanas me dijeron que el acoso y las agresiones sexuales que habían sufrido anteriormente habían sido sobre todo a manos de alemanes, y estos agresores también resultan peligrosos para las mujeres refugiadas. Quería dejar claro el mensaje de que nosotros los sirios no queremos disculparnos por lo que sucedió, y no porque no sintamos empatía hacia las mujeres afectadas, sino porque nosotros también estamos en contra de ese tipo de agresiones".

Pero los alemanes también han empezado a cuestionarse la medida en que las autoridades se toman en serio la violencia de género. Aunque la alcaldesa de Colonia Henriette Reker afirmó que no había motivo para creer que los autores de las agresiones fueran refugiados, fue muy criticada tras sugerir que las mujeres deberían seguir un "código de conducta" que incluye permanecer "a un brazo de distancia de los desconocidos" y aconseja a las mujeres ir siempre en grupo, de modo que sus consejos fueron duramente vapuleados en Twitter bajo el hashtag #einearmlaenge.

Para los refugiados como al-Mohamed, la advertencia de Reker de que las mujeres tampoco deberían "abrazar al primero que les sonría" es totalmente racista. "Yo sonrío sin parar, pero no siempre es una invitación para algo más", afirma. "El acoso sexual es un problema internacional, también sucede cuando los europeos van de vacaciones a Tailandia. Por eso decidí crear un vídeo para la campaña en el que puede verse a alemanas nativas interpretando a gente de diversas procedencias, para retar al público a que dijera si encontraba alguna diferencia entre las distintas sonrisas".

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Reker hizo aquellas declaraciones en parte porque se aproximaba el carnaval Weiberfastnatch de Colonia, que se celebró este mes de febrero, en el que se denuncian casos de agresiones sexuales todos los años. Según diversos informes, este año se han denunciado 22 casos de agresión sexual en este evento a pesar de la mayor presencia policial, lo cual supone más del doble de los casos registrados el año pasado.

Con un nuevo jefe de policía al cargo, se distribuyeron por primera vez en Colonia folletos en alemán, inglés y árabe para explicar la "cultura" del carnaval. "Bützen significa besar a alguien en la mejilla, una de las costumbres de nuestro carnaval. Pero las propuestas sexuales están estrictamente prohibidas", dice el folleto, sugiriendo que hay que tener cuidado con los refugiados. "Es preciso que tanto la mujer como el hombre consientan el bützen. ¡No significa no!".

La asociación de centros para la gestión de crisis por violación y centros de asesoramiento para la mujer de Alemania, Mujeres contra la violencia (BFF, por sus siglas en alemán), explicó a Broadly que apoyan el gesto de entregar más información a todos los miembros de la comunidad, pero que están muy en contra de que dicha información solo se dirija a los refugiados. "El sexismo no es un problema que hayan traído los refugiados a nuestra sociedad, pero la diferencia después de lo que pasó en Colonia es que ahora todo el mundo habla sobre él", explicó la portavoz principal Silvia Zenzen.

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Necesitamos iniciar un debate sobre las amenazas sexistas en nuestra sociedad y sobre el modo en que los hombres tratan a las mujeres, independientemente de su nacionalidad, religión o procedencia cultural. Desde nuestro punto de vista, resulta más peligroso que útil centrarse solo en educar a los refugiados, porque desvía la atención del problema principal, que es el sexismo cotidiano".

Voluntarios en un encuentro de Sirios Contra el Sexismo. Foto cortesía de Sirios Contra el Sexismo

Pero dado que las autoridades locales están publicando los "folletos para refugiados" en los sitios web municipales, al-Mohamed tiene la sensación de que este enfoque condescendiente es un acto político más que un acto de solidaridad con las víctimas. "Las autoridades municipales han dado este paso para asegurarse de poder defenderse cuando las cosas vayan mal. Ningún refugiado va a leer el panfleto en el sitio web del ayuntamiento, porque ni siquiera saben que está ahí. Este gesto es un gran error", afirma. "Estoy abierto al diálogo, a la educación mutua y a que entre todos encontremos una solución, pero los refugiados sirios no somos niños y somos muy sensibles a nuestro entorno porque hemos experimentado el horror de la guerra. Creo que se nos debería tomar más en serio que eso".

A pesar de lo que sugieren estas iniciativas, las autoridades siguen esforzándose por encontrar a los supuestos responsables de las agresiones de Año Nuevo. Un nuevo informe publicado esta semana sugiere que tan solo tres de los 58 sospechosos que han sido arrestados hasta ahora son refugiados. En una entrevista concedida al diario alemán Die Welt, el fiscal general de Colonia Ulrich Bremer afirmó que solo tres de los sospechosos habían llegado recientemente a Alemania. El resto eran de origen argelino, tunecino o marroquí, y tres de ellos eran ciudadanos alemanes. Además, de acuerdo con el informe, 600 de las 1.054 denuncias recibidas fueron por robo y no por agresión sexual.

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Cuando la celebración está atestada de gente es inevitable que se produzcan casos de acoso y agresión sexual.

Sin embargo, Bremen desmintió el informe al día siguiente tachándolo de "absoluto sinsentido" y declarando a Associated Press que "la mayoría abrumadora de estas personas entraban dentro de la categoría de refugiados". Según AP, Bremer indicó que hasta el momento se ha identificado a 73 sospechosos, de los cuales 30 son marroquíes, 27 argelinos, 4 iraquíes, 3 alemanes, 3 sirios, 3 tunecinos y 3 procedentes de Libia, Irán y Montenegro respectivamente. Se han registrado un total de 1.075 denuncias, incluyendo 467 por delitos de naturaleza sexual que abarcan desde el acoso hasta la violación. 12 de los 73 sospechosos están vinculados a delitos sexuales, aunque solo uno de ellos —un marroquí que entró en Alemania el pasado noviembre en busca de asilo— se halla bajo custodia, afirmó.

De acuerdo con BFF, estos informes contradictorios no son nada nuevo. La organización ha documentado más de cien casos en los que los agresores se libraron de la condena debido a un vacío legal. "Uno de los problemas principales de la legislación alemana es que la violación solo es ilegal si el agresor utiliza la fuerza, profiere amenazas o se aprovecha de una situación de indefensión", explica Zenzen. "Esta es una de las razones por las que hay una tasa tan baja de condenas en Alemania. Menos del 10 % de los agresores denunciados a la policía son encarcelados; se trata de un porcentaje muy bajo si consideramos el hecho de que solo el 13 % de las mujeres que sufren algún tipo de violencia sexual dan el paso de denunciar su caso ante la policía".

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La Sección 177 del código penal alemán actual ofrece tres definiciones diferentes de violación, en las que se ejercita coacción sexual. En primer lugar "mediante el uso de la fuerza", en segundo lugar "por amenaza de peligro inminente para la vida o para algún miembro del cuerpo" y en tercer lugar "aprovechando una situación en la que la víctima está indefensa y a merced del atacante". BFF aduce que esta fórmula no menciona explícitamente el consentimiento, lo que permite a los jueces interpretar la ley de modo que haber dicho "no" no basta para demostrar que se ha producido una violación.

Aunque el Ministro de Justicia Heiko Maas introdujo el año pasado una propuesta de reforma de la ley contra la violación en Alemania, Zenzen afirma que dicha propuesta solo supondrá una "ligera" mejora. "En situaciones en que la agresión se produce de forma 'espontánea' y la víctima no tiene oportunidad de defenderse, la reacción de la víctima seguirá conformando la base de una condena y no los actos cometidos por el agresor", explica. "Lo que pedimos es una ley contra la violación basada en el principio de que 'no significa no' y la implementación de la Convención de Estambul —que Alemania sigue sin ratificar y cuyos requisitos sigue sin cumplir—, que estipula que todas las acciones sexuales no consentidas deben ser ilegales".

Aunque todavía quedan ocho meses, lo que sucedió en Colonia ya ha arrojado su sombra sobre el Oktoberfest, el festival folclórico anual de la cerveza, de dos semanas de duración, que se celebra en Múnich. "Lamentamos profundamente lo sucedido en Colonia", explica una portavoz de la Oficina de Turismo de Múnich a Broadly en una declaración vía email. "Como organizadores del Oktoberfest de Múnich, trabajamos sin descanso para adoptar nuestras propias medidas de seguridad adaptadas a los requisitos actuales. En el Oktoberfest de 2016 volveremos a colaborar en temas de seguridad con las autoridades, con la Cruz Roja bávara y con los cuerpos y fuerzas de seguridad para desarrollar un paquete de medidas que incluyan —como en años anteriores— videovigilancia de los enclaves del festival, fuerte presencia policial y otros instrumentos de seguridad".

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Miembros del equipo Sicherwiesn frente a un punto de seguridad en el Oktoberfest. Foto cortesía de Sicherwiesn

Todavía está por determinar cuántos miembros de los cuerpos de seguridad se desplegarán en la festividad, pero toda la presión recae sobre Sicherwiesn, una organización feminista que gestiona desde 2003 diversos puntos de seguridad repartidos por todo Múnich durante el Oktoberfest para ofrecer un lugar de contacto adecuado a mujeres y niñas que se hallen en situación de emergencia. Su personal está formado por miembros cualificadas procedentes del Instituto para la Prevención del Abuso Sexual, de la Iniciativa Ayuda en Múnich para las Mujeres y del Centro para Emergencias y Crisis de las Mujeres de Múnich. El equipo consta de cinco terapeutas y psicólogas profesionales, así como de al menos 40 voluntarias con experiencia en trabajos sociales.

"No se puede comparar el Oktoberfest con la fiesta de Año Nuevo de Colonia", explica a Broadly Kristina Gottlöber, jefa de asistencia social en Sicherwiesn. "Es imposible que nadie lo comprenda sin venir aquí; toda la ciudad se llena de alcohol y de gente que viene a Múnich una vez al año específicamente para el festival, no solo procedentes de Alemania sino de todas las partes del mundo. Cuando es la primera vez —incluso para los alemanes que vienen de otras ciudades— la experiencia puede resultar abrumadora".

No todos los refugiados son ángeles, pero eso pasa en todas las sociedades.

"Desde que comenzamos este trabajo el número de mujeres que buscan nuestra ayuda ha incrementado: de 28 en 2003 a 221 en 2014 y 197 el año pasado", continúa. "Aunque somos feministas que creen que las mujeres pueden llevar lo que quieran y actuar como quieran, cuando la celebración está atestada de gente es inevitable que se produzcan casos de acoso y agresión sexual".

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Gottlöber afirma que la experiencia de la organización a lo largo de los años ha ayudado a este equipo formado exclusivamente por mujeres a identificar el motivo por el que las mujeres podrían ser vulnerables, lo que repercute en la constante mejora del servicio en cada Oktoberfest. "Dado que las casetas [del festival] controlan el número de personas que hay en su interior, si alguien sale para ir al lavabo con frecuencia le resulta muy difícil volver a entrar. Esto significa que es común que las mujeres pierdan el contacto con sus amigas y amigos, a menudo dejando sus pertenencias en el interior", explica. "Por desgracia, ese es el momento en que hay más probabilidades de que sufran una agresión. Aunque los hombres son responsables de sus actos, nosotras ofrecemos ayuda a todas las mujeres que vienen con el problema que sea para que se sientan menos expuestas a esa vulnerabilidad y puedan pasarlo bien".

Mujeres bebiendo en el Oktoberfest. Foto vía el usuario de Flickr David Kramer

Y a pesar de la desconfianza general hacia la policía desde el pasado Año Nuevo, Gottlöber describe a los agentes como "grandes colegas" que han desempeñado un papel fundamental informándolas de los casos de violación y acoso a lo largo de los años. "Son una minoría, pero hay grupos de hombres que cometen agresiones sexuales a mujeres vulnerables y la policía nos trae a las víctimas para que las ayudemos a volver a casa", indica. "Cada año es más de locos y nos tenemos que esforzar al límite. Sentimos ahora más presión para proteger a las mujeres, pero no solo por lo que sucedió en Colonia, sino porque sabemos que esto pasa todos los años".

De vuelta en Colonia, una asociación benéfica local que gestiona casos de violación explicó a Broadly que si hay alguna víctima de la ola de agresiones, lo más probable es que se lo hayan guardado para sí mismas. "No estamos en contacto con ninguna de las víctimas de Año Nuevo, ninguna de ellas nos ha contactado hasta ahora", dice Irmgard Kopetzsky, de Notruf Koeln. "Aunque en realidad no podemos decir nada de primera mano que sepamos por nuestro asesoramiento de las víctimas, también existe la posibilidad de que las mujeres hayan encontrado una forma de asumir y aceptar su experiencia en los días y semanas siguientes a lo que sucedió… Estas son por desgracia el tipo de agresiones que las mujeres deben experimentar con bastante frecuencia a lo largo de sus vidas".

"También podría deberse al hecho de que muchas de esas mujeres no viven en Colonia, sino que vinieron aquí para disfrutar de la celebración de Nochevieja", añadió. "Las agresiones resultaron muy impactantes para todos los que leyeron u oyeron hablar sobre ellas, porque muchos de ellos estaban en el mismo lugar en ese preciso momento".

Una reciente encuesta mostró que la popularidad de Merkel está en el punto más bajo de los últimos cuatro años y medio, lo que demuestra que las mujeres siguen desconfiando de las fuerzas de ley y orden. Los refugiados también están preocupados por cómo afectarán las medidas gubernamentales tomadas después de lo sucedido en Colonia a su capacidad de asentarse en este nuevo país. Una encuesta llevada a cabo a finales de enero reveló que el 40 % de los alemanes cree que Merkel debería abandonar su política respecto a los refugiados, y otra realizada a principios de febrero indicó que el 80 % opina que no tiene la crisis de los refugiados bajo control.

"La palabra 'refugiado' de pronto ha adoptado connotaciones negativas después de Año Nuevo, de modo que cualquier pequeño incidente en el que se ven implicados los refugiados aparece en las noticias locales. No todos los refugiados son ángeles, pero eso pasa en todas las sociedades", se lamenta al-Mohamed. "Refugiados o no, quienes cometen acoso y agresiones sexuales están actuando mal. La situación política sin duda ha hecho que a los refugiados con educación nos resulte más difícil vivir de forma legal en Alemania, pero espero que el gobierno encuentre una solución para resolver todos estos problemas".

"Uno de los problemas durante el Año Nuevo en Colonia fue que la policía subestimó la situación y no tomó medidas", concluye Zenzen. "Lo que sabemos ahora es que incluso rechazaron la ayuda de fuerzas policiales adicionales cuando recibieron la oferta".

"Una intervención más rápida probablemente habría sido muy útil. Lo que esperamos ahora es que la violencia sexual —tanto en lugares públicos como en situaciones privadas— se tome más en serio y que las fuerzas policiales reaccionen con mayor sensibilidad ante los casos de violencia de género en Alemania".