Lo que sea que pase en el futuro: ¿Cómo se moverá la música club en el 2016?

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Música

Lo que sea que pase en el futuro: ¿Cómo se moverá la música club en el 2016?

Si hay algo que no necesitamos este año, es otro revival.

Nací por segunda vez en una recamara en el rural Norfolk en el verano del 2005. En la aparente eterna pausa entre el rigor institucional y el uniforme de la escuela secundaria y las ilimitadas posibilidades de seis formas de educación, con sus periodos libres y viajes con los locales, pasé la mayoría de mi tiempo sintiendo lástima por mi. Era un glorioso y dorado verano, la clase de verano que nunca sucede de nuevo después de que has cumplido 17 y el mundo se va a la mierda, un verano para caminar y andar en bicicleta en el parque. Lo pasé en mi recamara, mirando por la ventana, en gran parte sin aire fresco durante furtivas sesiones de masturbación y melancólica soledad alrededor del centro del pueblo virtual en que se había convertido MySpace en aquella época, cuando MySpace era más real que la realidad. Era completamente una inusual forma de terminar mi infancia. No había ritos de paso, no había momentos de eureka, nada interesante o algún motivo de celebración. Sólo un alargado lado de ese sentimiento de ansiedad, pavor y pánico que son fundamentales del inicio de la edad adulta.

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Como la mayoría de los adolescentes abandonados que lee demasiados libros pero aún así no está ni cerca de ser tan inteligente como él piensa que sería a esa edad, creé un mundo interno comprendido mayormente de objetos culturales y artefactos. LPs de Belle and Sebastian, una o dos cintas de la Nouvelle Vague, unas cuantas novelas que realmente no había entendido y media década de valiosas reseñas de discos en un montón de revistas de Mojos. Esa clase de cosas. Es esa edad formativa cuando descubres que eres muy consciente para crear sílabas sobre Cosas Que Amas Más Allá Del Ritmo y La Razón y Cosas Que Son Inmediatamente Una Pinche Mierda. He decidido, tras devaneos de un dígito con cosas como Stardust y unos cuantos medio recordados favoritos del verano, esa música dance, toda la música dance, pertenecía firmemente a la última categoría. La música de baile era para tios calvos vestidos de anorak y la clase de tipos de escuela que yo resentía porque eran la clase de tipos que manoseaban a chicas a una edad en que yo ni siquiera había tocado la mano de una. La música dance era gente que comía en su auto alimentos de McDonald's, eran pantalones largos, gel para el cabello y aftershave. No era para mi. Me dije que no era música para gente como yo, a pesar de que ni yo sabía cómo era la "gente como yo" y estaba muy consciente de que yo no era una persona especial de cualquier forma.

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Todo esto cambió aquel verano. Acepte intercambiar un CD que compré en un viaje a Londres por el influyente grupo de noise, Wolf Eyes, por un misterioso paquete, cortesía de alguien de Leeds que conocía a alguien que había matado a una prostituta con un tabique. Cuando su paquete llegó a través de un envío postal una semana después aproximadamente, lo abrí rápidamente sólo para descubrir que había sido timado. Todo lo que él me mandó era un par de CD-Rs rayoneados con marcador. No era justo. Después de todo. Los CDs que él quemó para mi, eventualmente, cuando superé el sentimiento inicial de haber sido engañado, me hicieron re valorar mis gustos musicales, lo que significaba que, en respuesta, necesitaba re valorarme en mi totalidad. Se trataba del magistral Immer de Michael Mayer y la compilación Total 4 de Kompakt. Mejor conocidos como dos de las publicaciones más finas del milenio. Y eso era todo. Había renacido. Ahora me gustaba la música dance. Me obsesione con Perlon y Pole y le dije a todos los que me escuchaban que "So Weit Wie Noch Nie" de Jurgen Paape era lo mejor de todos los tiempos.

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En ese entonces, y hay una razón por la cual te cuento esto, se sintió como si hubiera un mundo entero a mi disposición, un casi infinito archivo de lo previamente no explorado. Todo era nuevo. Porque lo era. Todo era nuevo para mi. Todo me emocionaba. Cada track era el inicio de otra avenida para explorar. Uní los puntos y los diversos caminos. Me enamoré de viejas canciones y me obsesioné con las nuevas. De verdad creía que la música dance era el futuro. Once años y diez veranos han pasado desde entonces y ahora no estoy tan seguro de eso.

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Aún amo la música dance y ahora soy suficientemente viejo para, ya saben, escucharla en los clubes. De hecho la entiendo mejor de lo que lo hacía cuando era un inocente que aún no se podía terminar media cerveza, solitario en un mierdero piso compartido a las 7AM. Pero hay algo perdido y no es sólo la joven vitalidad, lo juro. Las cosas se sienten atrapadas, estáticas. No se siente que las cosas se sigan moviendo. Deja te explico.

Como escritor musical, estoy obligado a pasar al menos ocho horas al dia escuchando música, 95% de ella "nueva". Lo cual es algo bueno, obviamente, porque la vida, por mucho que lo deseemos, no es un mausoleo y la cultura no siempre puede vivir en el museo. Tristemente, el hombre no puede vivir de re publicaciones de Ron Trent solamente. Así que caminé penosamente a través del flujo sin fin de big room techno, el amable house y el completamente sin rostro tech house del cual está lleno SoundCloud, navegué en las pantanosas aguas de mi sobre atascado inbox preguntándome si de verdad alguna vez volvería a gustarme el footwork o el post-post-post-postmodern bass británico y escuché tanto como pude, siempre tratando de encontrar algún mérito, siempre buscando algo cerca de la emoción, como cuando cada disco mezclado que llegaba a mi puerta se sentía mágico, cuando se sentía como si todo el mundo amara "The Sun Can't Compare" de Larry Heard tanto como yo lo hacía. Raramente sucede, si es que sucede.

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Obviamente, yo soy el culpable. Parcialmente. Eso creo. Después de todo, conforme envejecemos, nos volvemos aburridos y nuestra capacidad de sentir alegría se hace del tamaño de una semilla de manzana que navega en alguna parte en lo más profundo del intestino, corroído por años de cerveza y comidas de microondas. Como resultado, nunca vamos a experimentar la sensación de una aceptación total. Esto es cuando el mundo aún es tuyo, en lugar de ser de ellos y cuando el mundo se vuelve de ellos, sueles darle menos importancia. Mientras mi vida decae, minuto a minuto, me vuelvo más y más dolorosamente consciente de que soy sustituido, del tiempo pasar, de perder el toque con el mundo que me cambió. Supongo que esto es crecer.

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Y entonces pienso, ¿Y si no es para mi? ¿Qué tal si la música dance alcanzó su meseta? ¿Qué tal si mi idea de que la progresión lineal del tiempo resulta directamente en música que suena "nueva" e "innovativa" o incluso sólo "diferente" no es una forma sustentable de entender la forma en que se produce la cultura? ¿Qué tal si tácticamente hemos, de forma implícita, decidido que todo está bien como está y que no necesitamos crear sonidos que se liberen del anclaje temporal del pasado? ¿Qué tal si todo está destinado a sonar igual por siempre y estamos atrapados en un club infernal que sólo toca "Dancing (Again)" de Eats Everyting repetidamente?

Obviamente no estamos viviendo en ese mundo y gracias a dios por ello pero se siente un poco como si estuviéramos viviendo en un periodo estático. Sólo mira los tracks que fueron de forma consensual seleccionados como los mejores del 2015—"What's A Girl to Do" tiene 11 años de antigüedad, "Just" es sólo un recuerdo balear, "I Wanna Go Bang" pudo haber salido cualquier año en los últimos 20 años. Tras sobrevivir el "oigan todos, ¿recuerdan a Masters at Work? ¿No fue el house de NY de mediados de los 90s lo mejor del mundo?", pensé que estábamos listos para movernos en el futuro. En lugar de eso, estoy medio esperando el revival del electroclash—¿el segundo o el tercero?—para marzo. Y por mucho que amo "Rippin Kittin", eso es algo depresivo.

Hay sello, escenas y artistas individuales que claramente están trabajando en crear música orientada a los clubes que tratan de hecho de encajar en el estado del mundo como es, Sound Pellegrino, el colectivo Classical Trax y Rabit me vienen a la mente de inmediato, pero, por dios, en estos días ya deberíamos estar viviendo en el espacio, no sintiéndonos felices de que unos cuantos productores de que el techno 4/4 no es el final de la experiencia de los clubes nocturnos.

Lo que estoy pidiendo, supongo, es algo injusto, porque lo que realmente estoy pidiendo, por razones egoístas, es el completo y total abandono de cualquier tipo de red de seguridad creativa sólo para ver si la disolución de las formas musicales que conocemos, amamos y principalmente toleramos, resulten en una onda de atención al dance, a la música orientada al club que de alguna forma me hace sentir como un joven de nuevo. Lo cual no va a pasar, e incluso si pasara, incluso si en el 2016 milagrosamente nos encontramos en un año zero musical, terminaría estando perdido, confundido, incapaz de entender completamente lo que ha sucedido y por qué.

Así que lo que creo que quiero es que los generadores de contenido de la tierra del club se metan más a la idea de retar lo ya aceptado, lo serio, las cosas que ya sabemos que funcionan bien porque han funcionado bien las últimas tres décadas. De nuevo, esto es injusto. Yo no hago música. No se qué tan difícil es ese proceso. Lo que si se es que el mundo no necesita otro track que nos recuerde a jack. Estamos en el 2016, gente. 2016.

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