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Medallas de oro por matar palomas: así fueron los Juegos Olímpicos que nadie recuerda

Los segundos Juegos Olímpicos de la historia parecieron más una feria de pueblo que una competición deportiva global... pero aún así rompieron barreras raciales y de género por primera vez.

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En el 2016, los Juegos Olímpicos son uno de los eventos más reconocibles del planeta. Ya sea por los éxitos atléticos de los deportistas más famosos del mundo o por los recientes escándalos de corrupción y dopaje, los Juegos son un espectáculo universal que acumula audiencias millonarias. Pocos símbolos corporativos son más conocidos que los aros olímpicos, y pocos embajadores son tan famosos como Usain Bolt o Michael Phelps.

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Los JJOO, sin embargo, no lograron obtener su significado universal de la noche a la mañana. Hace un siglo, cuando las Olimpiadas modernas estaban en su infancia, la gente se cuestionaba su impacto duradero. De hecho, los Juegos Olímpicos de 1900 —inaugurados el 14 de mayo en París—dejaron al presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) del momento preocupado por la supervivencia de su organización a largo plazo.

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Los Juegos Olímpicos de 1900 representaron la segunda edición de la era moderna: las primeras Olimpiadas se organizaron en Atenas en 1896. Sin embargo, ese no era el plan inicial: en un principio, el hombre que encabezó el movimiento del renacimiento olímpico quería que 1900 fuese el año de la auténtica resurrección del evento.

Cartel de los JJOO de 1900. Imagen via Wikimedia Commons

El barón Pierre de Coubertin fue un aristócrata y académico francés apasionado por la antigua Grecia. Esta fascinación —combinada, entre otras cosas, con su determinación para que los hombres de su país fuesen físicamente robustos en caso de guerra— ayudó a moldear su deseo de revivir los Juegos Olímpicos. Aunque no fue la única persona responsable, de Coubertin es recordado como el padre de las Olimpiadas modernas.

En junio de 1894 se organizó un congreso en La Soborna donde de Coubertin presentó sus planes. Estos fueron aceptados y de Coubertin sugirió que los Juegos Olímpicos inaugurales fuesen organizados en su ciudad natal junto a la Exposición Universal de París de 1900.

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De Coubertin fue víctima de sí mismo, ya que había logrado entusiasmar a los asistentes y sus amigos delegados de tal manera que estos no quisieron esperar seis años más para inaugurar el evento. Al final, Atenas fue elegida por el vínculo histórico de Grecia con el deporte olímpico mientras que París fue seleccionada para albergar el segundo evento cuatro años después.

Pierre de Coubertin, propietario de un bigote digno de una medalla de oro olímpica. Imagen vía Wikimedia Commons

Nuestro emprendedor bigotudo se convirtió en presidente del COI en 1896, pero las Olimpiadas en su ciudad natal no serían un éxito de masas. La presencia de la Exposición Universal —una feria mundial que duraba de abril hasta noviembre— complicó y eclipsó al joven Movimiento Olímpico.

Se jugaron varios deportes en París 1900, pero no todos fueron parte de las Olimpiadas. Algunos encajaban, otros no tanto, y unos cuantos más estaban en el limbo. Los eventos no oficiales incluían competiciones de salvamento, bomberos, globos aerostáticos y carreras de palomas.

Eventos de este tipo generan un montón de dudas —¿acaso las palomas ganadoras recibían medallas de oro?—, pero los JJOO no fueron totalmente una locura parisina. Siguen siendo considerablemente significativos por ser los primeros en donde se permitió competir a las mujeres, a pesar de que de Coubertin había creído que la participación femenina en el evento de 1896 sería "poco práctica, aburrida, antiestética e incorrecta". Qué majete.

En 1900, las atletas pudieron competir individualmente en golf y tenis, aunque también se cree que participaron en las competiciones de croquet y equitación. La primera medalla para una mujer, sin embargo, llegó en vela: la suiza Hélène de Pourtalès fue la señalada como integrante del equipo ganador en la clase de 2-3 toneladas.

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El logro más significativo, probablemente, fue para la primera mujer en ganar un oro en un evento individual: la tenista británica Charlotte Cooper derrotó a la francesa Hélène Prévost de Francia por 6-1 y 6-4 para llevarse la victoria en el torneo individual parisino. Cooper también se llevó el gato al agua en los dobles mixtos con su compatriota Reginald Doherty.

Cooper no era una tenista cualquiera: antes de participar en París 1900 ya había jugado seis finales de Wimbledon… y ganado tres. Después ganaría otras dos y, para acabar por todo lo alto, vivió hasta los 96 años.

El cambio de siglo también fue notable por otra primera vez, aunque resultó ser al mismo tiempo la última: en París se utilizaron aves vivas para un evento de tiro. Concretamente, los concursantes tenían que derribar palomas. Para serte sincero, no hay ninguna manera agradable para describir esto: el objetivo era disparar y matar el mayor número de animales posible. Las palomas eran liberadas de seis en seis; los competidores que fallaban dos tandas quedaban eliminados.

En total murieron unas 300 palomas, lo cual debió dejar el suelo hecho un desastre de plumas y sangre. Tal vez fue por esta razón que dicho evento no se recuperó para los siguientes JJOO de Saint Louis —y, de hecho, nunca más, por suerte.

Además del derramamiento de sangre, un gran número de los eventos de la época parecen ahora más apropiados para un feria local que claros ejemplos del deporte internacional. Por ejemplo, tirar de la cuerda —sí, el típico juego de educación física en el colegio— fue incluido en los Juegos Olímpicos de 1900 y permaneció en el evento hasta los de 1920.

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El juego de tirar la cuerda, al estilo olímpico, en París 1900. Imagen vía Wikimedia Commons

En 1900, el rugby fue también por primera vez deporte olímpico: la modalidad de 15 jugadores fue utilizada de nuevo en 1908, 1920 y 1924, antes de desaparecer del mapa durante mucho tiempo. Este año volverá, aunque en su versión de siete jugadores, en Río de Janeiro.

El torneo de rugby de París también fue testigo de otro notable acontecimiento: el jugador franco-haitiano Constantin Henríquez se convirtió en el primer atleta negro en ganar una medalla de oro cuando la selección francesa derrotó a Gran Bretaña y Alemania. De hecho, se cree que Henríquez fue el primer atleta negro en participar en unas Olimpiadas.

El COI tiene una lista de 24 naciones que participaron en el evento en su registro, aunque otros historiadores creen que asistieron unas cuantas más. Francia, el país anfitrión, encabezó el medallero con un total de 101 medallas; 26 de ellas de oro. Estados Unidos y Gran Bretaña completaron el podio.

Al final, no obstante, los Juegos Olímpicos de 1900 fueron eclipsados por la Exposición Universal de París, un atractivo mucho más grande por aquel entonces. De Coubertin admitió, tiempo después, que temía por el futuro de la competición. En Sant Louis, donde también se organizaron de la mano con la feria, las cosas fueron mejor.

El aristócrata francés, al menos, pudo ver aguantar y crecer su iniciativa hasta que los Juegos Olímpicos regresaron a París en 1924: en esa ocasión el evento sí que cuajó y el señor del bigote pudo dejar la presidencia del COI y dedicarse a… er, peinarse el mostacho.

Los JJOO de 1900 tal vez fueron un fracaso en su momento, pero poseen un significado histórico único al haber roto las barreras de color y género, algo que vale la pena recordar. Por otra parte, dispararle a las palomas como deporte es una práctica que quizás es mejor olvidar.

El autor cree que podría haberse llevado un oro en París 1900, ya que tirar de una cuerda parece más fácil que, no sé, entender Twitter: @Jimmy_Weeks