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máxima presión

El Bayer Leverkusen de Roger Schmidt contra el sueño de mi abuela

Roger Schmidt tiene una idea de fútbol muy precisa que en solo 7 años de carrera como entrenador le ha llevado a la cima. ¿La aplicará contra el FC Barcelona?
Imagen vía Twitter

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Mucha gente hoy en día tiene problemas para dormirse. Es probable que la culpa la tengan la gran cantidad de pantallas que nos rodean y que nos joden tanto los ojos como el cerebro. A medida que el problema crece y las horas de insomnio se acumulan, los afectados no tienen más remedio que buscar antídotos de cualquier tipo.

Os pongo un ejemplo. Durante el verano, mi abuela solía sustituir voluntariamente su antiguo somnífero con una carrera de Fórmula 1: el sonido de los coches —siempre distinto y a la vez siempre igual, de alguna manera— la dejaba KO unos pocos minutos después del inicio. Mágicamente, solía despertarse justo en las últimas vueltas; ella siempre decía que las mejores siestas del verano se las había dado Michael Schumacher.

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Quizás en la F1 se pueda entender que haya un cierto tedio. Pero en el fútbol, a ningún fan le gusta aburrirse… y a Roger Schmidt, menos.

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Del mismo modo en que un buen guion es clave para una buena película, una buena táctica y una buena estrategia pueden hacer que un partido sea algo vivo y apasionante. Roger Schmidt, el actual entrenador del Bayer Leverkusen, lo ha entendido a la perfección.

Este alemán de 48 años empezó su carrera trabajando en un famoso fabricante de coches y tiene claro que la mecánica lo mueve todo: en la velocidad y la precisión está el secreto para un buen resultado, sea en un automóvil o en un partido de fútbol.

Como un Copérnico del fútbol, Schmidt pone la estrategia en el centro del juego. No es casualidad que su idea de incidir en el ataque incluso cuando su equipo defiende le haya valido el apodo de Klopp 2.0. Su equipo tiene algo del vértigo del Borussia Dortmund de Jürgen, de la presión del FC Barcelona Pep Guardiola o incluso del orden y el esfuerzo del Atlético de Madrid de Diego Simeone. Hay, además, un detalle nada nimio que comparte con Klopp: la inclinación a tomar decisiones tácticas arriesgadas… y a veces casi alocadas.

Esta noche, el Bayer Leverkusen se enfrentará al FC Barcelona de Luis Enrique en la fase de grupos de la Champions League. Por mucho que Schmidt haya dicho que tomará precauciones, promete ser un partido muy interesante: por un lado estarán los alemanes, cuya aproximación al juego es alegre y proactiva; por el otro estarán los catalanes, que quizás sean la mejor escuadra del planeta (aunque no dispongan de Messi). Al menos, sus éxitos en la pasada temporada les avala como tales.

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La máquina de Roger Schmidt, según dicen, es capaz de meter gol en apenas 7 segundos. ¿Podrá hacerlo frente al actual campeón de Europa?

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Schmidt ha pasado en solo siete años de la silla de piel de una oficina a los mejores estadios del mundo del fútbol. ¿Cómo? Pues estudiando, pensando y reflexionando sobre el balompié. La ambición de Roger siempre ha sido crear un bólido tan rápido como eficaz: con este propósito ha pasado por el Preußen Münster, el Paderborn 07, el Lippstadt 08 y el Red Bull Salzburg. Es probable que durante ese proceso algún día se levantara de la cama a media noche gritando: "¡Gegenpressing!".

'Gegenpressing' es un termino utilizado en Alemania para definir la presión defensiva más asfixiante, la que impide que el rival piense. El ex seleccionador germano Jürgen Klinsmann definió el concepto en 2008 como "la recuperación inmediata de la pelota": para Schmidt, el 'Gegenpressing' es el comienzo de un ataque súper rápido, que según sus ideas debería culminar en no más de 7 segundos.

En un movimiento constante de los jugadores —cuya formación va del 4-2-2-2 hasta el 4-3-3, dependiendo de la fase de juego—, el objetivo de Schmidt es aumentar el ritmo hasta niveles insostenibles para el equipo contrario. El Bayer empieza a presionar ya en tres cuartos de campo y de una forma muy agresiva: si el rival recupera el balón, todos los efectivos de la escuadra deben estar listos para subir líneas y atacar al poseedor del esférico.

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Una de las características más típicas del Bayer de Schmidt, además, es el engaño. Muchas veces, el equipo parece querer pasarse el balón de forma inane, incluso indolente: es una trampa. Si el rival recupera uno de esos balones 'flojos', el Bayer reaccionará inmediatamente iniciando una fuerte presión. Los 'leones' se aprovechan de la relajación del contrario cuando cree haber recuperado el balón para matarle con contras rápidas y letales. Hacen creer al rival que tiene el control… y luego le joden vilmente. Qué malosos.

Roger Schmidt pensando, elaborando, reflexionando. Foto de Sergio Perez, Reuters.

El engaño en el Bayer 04 no se limita a los pases 'flojos'. Como hacía el gran Zdeněk Zeman en sus ultra-ofensivos equipos, Schmidt muchas veces deja zonas 'francas' para que el rival las cruce con la pelota aparentemente con total tranquilidad. De nuevo es una falacia: el Bayer va generando una 'caja' para el oponente que lleva el balón, de modo que cuando llega el momento de pasarla éste ve que sus únicas opciones reales están en la banda… donde, gracias a la línea, presionar es mucho más sencillo. Allí, en los costados, el equipo de Schmidt ataca sin piedad al receptor del balón y lanza contraataques a velocidad endiablada.

Esta manera de jugar, sin embargo, tiene una condición sine qua non: hay que finalizar. Hay que disparar a puerta como y cuando se pueda. Da igual lo bien calibrado que esté el tiro; no importa si el balón sale del estadio. Lo importante es chutar y hacerlo súper rápido para intimidar al rival. Mutatis mutandi, es similar a los Phoenix Suns de Mike D'Antoni y su baloncesto de los 'ataques de 7 segundos'; la cuestión es correr, buscar las transiciones rápidas y luego… bueno, "no matter what".

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Esta velocidad puede provocar muchos errores en los pases y muchos fallos en los tiros a puerta. No obsante, a Schmidt le da igual: lo que importa, al fin y al cabo, es que mi abuela no se duerma, ¿no? El juego tiene que ser rápido para que el adversario necesite Ibuprofeno para resistir tanta ida y vuelta.

Los jugadores que conforman la plantilla del Bayer han sido elegidos para esta finalidad. Stefan Kießling y Hakan Çalhanoğlu son los iniciadores de la tormenta desde dentro; Karim Bellarabi y Son Heung-Min, desde las bandas, causan pánico a los laterales rivales en ataque y ayudan a sus compañeros a dirigir las jugadas del contrario hacia donde más le interesa al equipo.

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Imaginemos que hemos llegado a medio partido y mi abuela aún no se ha dormido. ¿Qué podemos inventar ahora? Bueno, nos queda saber cómo el adversario puede aprovechar los fallos de la estrategia general de Schmidt.

Su manera de atacar, rápida y a veces descontrolada —el Bayer 04 tiene un porcentaje de los más altos de pases erróneos de la Bundesliga— deja muchos espacios libres atrás. Un ejemplo típico es el gol que les metió hace unos meses el jugador de la SS Lazio Baldo Keita en un partido de la fase previa de la Champions League.

Todo está perfectamente calibrado para que la presión, muy compacta y avanzada, no falle; porque si falla, mi abuela terminará saltando de la silla al ver lo fácil que lo tiene el Barça para atacar los espacios a la espalda de los delanteros del Bayer. Hay equipos a quienes no les preocupa que su portero deba parar de vez en cuando, porque están tan ordenados atrás que los tiros suelen ser flojos y malos; en el caso del Bayer, será una muy mala noticia que Bernd Leno tenga que intervenir con continuidad, porque significará que el equipo no está sabiendo recuperar el balón arriba —ergo, que sufre.

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Otro problema en la máquina de Schmidt son las faltas: el juego que el entrenador propone implica presionar mucho al otro equipo, y eso a veces significa tener que cometer faltas, recibir amarillas, terminar con jugadores expulsados y… y bueno, que eso a mi abuela no le gusta porque luego dice que el fútbol es un juego muy violento.

Roger Schmidt piensa, piensa y sigue pensando, y que no quiere volver a casa porque tiene que pensar aún más. Foto de Sergio Perez, Reuters.

¿Y los minutos finales? El ritmo infernal que impone Schmidt puede significar que el equipo llegue muerto al final del partido. Si sus rivales son capaces de aguantar el arreón sin encajar goles y fuerzan al Bayer a seguir jugando así hasta bien entrada la segunda mitad, es posible que se lleven el gato al agua en los últimos compases del partido. El Barça, que la pasada temporada demostró ser un experto en el control de los tempos del partido, podría hacer mucha sangre si sabe utilizar este recurso.

Si el Bayer y el Barça proponen un partido abierto, a mi abuela le gustaría: al fin y al cabo, la calidad de ambos equipos ofrecería una enorme cantidad de movimientos y matices, y seguramente el encuentro sería espectacular y entretenido. Mi yaya no se aburriría: Schmidt habría cumplido su misión.

Johan Cruijff, cuando entrenaba al Barça, solía decir que los jugadores deben comprender el sistema del que forman parte para ser independientes a la hora de tomar decisiones. Para el 'flaco', el fútbol se juega con la cabeza, y la inteligencia del jugador es clave. ¿Serán capaces los hombres de Schmidt de comprender mejor que nunca las virtudes y los defectos del sistema que propone su técnico para usarlo con éxito en el campo del campeón?

Una de las aportaciones principales de Schmidt al panorama es el uso del engaño y la sorpresa de forma sistemática. A veces eso puede ser muy espectacular, pero a veces se puede girar en tu contra. Sea como fuere, esperamos que no traicione sus preceptos en el Camp Nou: si fuera así, mi abuela terminaría cambiando de canal. Por cierto, ¿en cuál decís que echan los resúmenes de la Fórmula 1…?

Sigue a Niccolò Massariello en Twitter: @nicolerebo