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Floyd Mayweather y el reto a la grandeza: Genaddy Golovkin

Floyd Mayweather pudo finalizar su carrera con un estruendo, pero ha preferido casi siempre tener las apuestas a su favor.
Fotografías por Al Bello/Getty Images.

El rey de los magos ha anunciado su última ilusión: el próximo 12 de septiembre subirá al ring para enfrentar al otrora campeón wélter André Berto—el mismo que en 2013 fuera noqueado en el doceavo round por el veterano Jesus Soto-Karass—y dejar su récord como boxeador profesional en la mítica estadística de 49-0. La primera ilusión de este acto consiste en hacer creer al público que Berto, por una rara alineación de estrellas, constituye un peligro real, tal y como en su momento se argumentó de Víctor Ortiz, Robert Guerrero y Saúl "Canelo" Álvarez. Como un escapista, Mayweather debe ofrecer la posibilidad de su muerte, si bien guarda entre sus dientes la llave de todas las cerraduras. La segunda ilusión requiere que varias docenas de periodistas deportivos señalen que Floyd Mayweather ha alcanzado el santo grial del boxeo: el 49-0 de Rocky Marciano.

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Hay que recordar, sin embargo, que tal marca se dio en la categoría de los pesos completos y que en las categorías ligeras no reviste la misma importancia. Después de todo, un genio defensivo como Willie Pep llegó a acumular un récord de 62-0 antes de sufrir su primera derrota, la cual vengó para volver a acumular una nueva impresionante racha de victorias. Como quiera que sea, el escenario se ha puesto y el 12 de septiembre no habrá en todas Las Vegas un acto de ilusión más grande que la última pelea de Floyd Mayweather.

A lo lejos, sin embargo, se escucha aún el eco de aquellos que pedían la pelea entre el rey de los wélter, Floyd Mayweather, y el rey sin corona de los medianos, Gennady Golovkin. Fueron gritos en vano, salidos de las gargantas de cientos de miembros del club de los optimistas. No había muchas posibilidades de verla concretarse pero la idea era tan atractiva, tan soberbia, que infectó incluso a los más escépticos simplemente porque un acto semejante, enfrentar al más temido de los medianos, daría a la carrera de Mayweather un lustre que se le negó incluso tras su victoria sobre Manny Pacquiao. Más aún, si hubiera peleado y perdido, ¿quién podría poner en duda su valentía, su legado? Tan sólo por aceptar una pelea de tal calibre su carrera podría verse bajo un ángulo más favorable, un ángulo que permitiría omitir los asteriscos que hoy en día ensombrecen su trayectoria. El desempeño en contra de oponentes más grandes es y ha sido uno de los criterios básicos para calificar la grandeza de un peleador, de ahí un Greb, un Armstrong, un Robinson, un Durán, un Pacquiao.

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Tras la pelea con el filipino, Mayweather padre lo dijo de otra manera: "Sería difícil pero veo a Floyd ganador. Nadie puede ganarle", a lo que agregó, pensativamente: "Si GGG puede dar el peso [154 libras la noche de la pelea] sería diferente, pero no, no vamos a arreglar una pelea con un maldito gigante". Para animar a Floyd, Golovkin aseguró que podía dar las 154 libras, pero incluso bajo esas circunstancias Golovkin seguía pareciendo demasiado peligroso.

¿Cómo culpar al clan Mayweather por rechazar la pelea? Tenían razón, la historia no está de su lado. Sólo los más grandes boxeadores han buscado y logrado una proeza semejante; y ni siquiera ellos. Siendo reyes de las 147 libras Kid Gavilán, Mike Sullivan, Mickey Walker, Henry Armstrong y José Nápoles intentaron hacerse de la corona de los medianos sin éxito:

-El 22 de febrero de 1908, en California, el campeón de los medianos Stanley Ketchel noqueó a Mike Sullivan en el primer round.

-El 2 de julio de 1925, en Nueva York, Harry Greb venció en 15 rounds a Mickey Walker.

-El 2 de abril de 1934, en Chicago, Kid Gavilán perdió por puntos ante Carl Olson en 15 rounds.

-El 1 de marzo de 1940, en Los Angeles, Henry Armstrong empató con Ceferino García en 15 rounds, a pesar de que en una pelea anterior Armstrong lo había vencido cuando García lo desafió por la corona de las 147 libras.

-Y el 9 de febrero de 1974, en París, José Nápoles perdió ante el argentino Carlos Monzón cuando no salió al séptimo round.

Tuvo que ser "Sugar" Ray Robinson, entonces rey de los wélter, quien rompiera con esta anomalía histórica: el 14 de febrero de 1951, en Chicago, noqueó en el round 13 al entonces campeón de los medianos, Jake LaMotta. Seis años después, el 23 de septiembre de 1957, Carmen Basilio repetiría la hazaña al vencer al mismo Robinson. Sólo un vistazo a estos datos señala que acontecimientos de ese tipo no se dan en todas las décadas.

Desde la victoria de Basilio sobre Robinson, sólo José Nápoles y Roberto Durán han protagonizado desafíos semejantes, y el de Durán puede considerarse como uno de los desafíos más notables de que se tenga memoria, un desafío que ayudó a consolidar su estatus como leyenda de una manera en la que Mayweather no puede siquiera imaginar, pues Durán fue un peso ligero la mayor parte de su carrera, y al subir al ring aquel 10 de noviembre de 1983 se enfrentó no sólo a un peso mediano, que ya era demasiado, sino al mejor de ellos y a uno de los libra-por-libra del momento. Más aún, Marvin Hagler era una maravilla física con sólidos conocimientos técnicos del boxeo y no fue raro, por ello, que las apuestas estuvieran 4-1 a su favor. Lo que sucedió aquella noche ya forma parte del folclor del boxeo y el resultado es una prueba de que un gran peleador, en el sentido histórico del término, siempre estará dispuesto a medirse con peleadores que lo superan en peso, alcance y estatura. Es un atajo a la grandeza, y en algún momento los grandes lo intentaron con desigual fortuna.

A diferencia de ellos, Mayweather ha preferido casi siempre tener las apuestas a su favor y controlar tras bambalinas cada uno de los detalles que le favorezcan el día de la pelea. Mayweather pudo finalizar su carrera con un estruendo, el de los guantes de Golovkin, pero al escoger a André Berto como último rival ha decidido terminar con un suspiro.

Mauricio Salvador vive en la ciudad de México y es autor de El hombre elástico (cuentos) y Casanova. Rodolfo Casanova y la temporada del oro del boxeo mexicano. Es director de la revista de literatura HermanoCerdo y fundador de la editorial especializada en boxeo La Dulce Ciencia Ediciones.