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Cultură

¿Y si nunca quiero tener hijos?

Tengo la sensación de que no está bien admitir no tener el menor interés por ser madre. No me emociona la idea de pasar mucho tiempo con niños. Me pone de los nervios oír llorar a un niño. La maternidad no es para mí.

Detalle de un cuadro de Lucas Cranach

En marzo cumplí la misma edad que tenía mi madre cuando me tuvo. Desde entonces he estado planteándome la maternidad más seriamente que nunca. Mi madre ya me ha dejado muy claro que quiere nietos. Cada vez que saca el tema, yo asiento y cambio de tema en seguida. No sé cómo decírselo, porque tengo la sensación de que no está bien admitir que no tienes el menor interés por ser madre.

Muchas veces se acusa de egoístas a las mujeres que deciden no tener hijos. Egoístas por no querer asumir la responsabilidad de la maternidad, por no querer invertir tiempo y dinero en otra vida. Una de esas mujeres "egoístas", Holly Brockwell, escribió hace poco en The Guardian sobre las veces que intentó someterse a una esterilización sin éxito a los veinte años. Los médicos a los que acudía se negaban a intervenirla porque estaban convencidos de que acabaría arrepintiéndose. También la llamaron egoísta. "Les he explicado que soy donante de sangre, de órganos y de médula espinal, e incluso he intentado donar mis óvulos a parejas que no pueden tener hijos. La respuesta fue que no son aptos porque soy portadora de fibrosis quística", explicaba. "Ni con esas logré convencerlos".

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Habitamos un planeta agonizante que se hunde lentamente bajo el peso de la humanidad y, sin embargo, sigue habiendo mucha presión para crear nueva vida. En lugar de criticar a las mujeres sin hijos, se las debería vitorear. ¡Gracias por no crear más humanos! ¡Ya tenemos suficientes! De hecho, ¡hay millones de ellos abandonados y que necesitan un hogar. Ah, ¿que no tendrían tus ojos, tu barbilla, ni la predisposición genética de tu familia a padecer cardiopatías? Bueno, pues olvida lo que acabo de decir.

Lo que no logro explicarme es: ¿es más fuerte la sensación de estar obligada a tener hijos que el verdadero deseo de tenerlos? Porque esa presión me llega prácticamente de todas partes. Si no es de mi familia, es en algún programa o en una serie de televisión, es esa constante línea argumental de alguien que se ve obligado a tener hijos para ser mejor persona. ¡Seth Rogen ha dejado de ser un fumeta holgazán! ¡Kate Hudson ya no está obsesionada con llegar a lo más alto en su vida profesional! Parece que todo el mundo quiere hacerme ver que la maternidad me cambiará la vida a mejor, a costa de cualquier sacrificio que deba hacer. Por eso, cuando me muestro dubitativa, me hacen sentir que debería arrepentirme de ello.

La gente y mi madre también insiste en que es por mi edad, o porque todavía no me ha llegado el momento. Luego viene el recordatorio del reloj biológico. Antes de que me dé cuenta empezará a avanzar y, cuando ocurra, me transformaré en una máquina de fabricar bebés. No sé por qué me lo repiten tantas veces. No entiendo por qué ser madre ha de ser la máxima prioridad de una mujer.

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En la cena de Pascua judía de este año, la mejor amiga de mi madre, conchabada con ella, me contó el caso de otra amiga que ronda los 40 años y no tiene hijos. Hablaba de ella con un tono lastimero que me molestó tanto como para contestarle que quizá esa mujer era feliz sin tener hijos. No fue capaz de asimilar mis palabras. Su respuesta fue, "Ha esperado demasiado y ahora ya es tarde. Si esperas demasiado, luego te arrepientes de no haber tenido hijos".

Cuando veo cachorritos de algún animal, me entran ganas de tener uno. Pero mi reacción es diferente con los bebés. Quizá suelto algún "Qué mono" cuando veo a alguna criatura que lleva unas minigafas de sol o el pelo de punta, pero nunca se me pasa por la cabeza que quiero uno. Sé de primera mano lo que conlleva ser madre. Cuando tenía 16 años, mi madre se volvió a casar y tuvo a mi hermana, la primera. A los 22, mi padre tuvo una hija con la mujer con la que se casó, la segunda. Pese a lo mucho que las quiero, su presencia a aquellas alturas de mi vida no ha hecho sino acentuar mi idea de lo agotadora e ingrata que es la maternidad.

No me emociona la idea de pasar mucho tiempo con niños. No tengo la paciencia suficiente para ver episodios repetidos de Dora Exploradora ni el entusiasmo que hace falta para jugar a cosas tontas como al escondite. Me pone de los nervios oír llorar a un niño cada vez que se pronuncia la palabra "no". Todos esos sentimientos deben de ser un síntoma de que esto de la maternidad no es para mí. En cambio, cuando se lo digo a la gente, nunca recibo un "Pues no seas madre" como respuesta, sino que me sueltan alguna frase sentenciosa del estilo: Nunca sabes lo maravilloso que es tener hijos hasta que los tienes.

¿Por qué lo dicen? ¿Es cierto o se debe más bien a la herencia de una cultura en la que se considera que la mujer es inútil si no procrea? En cualquier caso, ¿qué tipo de consejo es ese? Nunca se te ocurriría decirle a un sociópata que mate a alguien si tiene dudas sobre su capacidad de ser un asesino en serie. Pues para mí es muy similar. ¿Qué pasa si tengo un hijo, confiando en que mis sentimientos cambiarán cuando tenga al bebé en mis brazos, y finalmente no cambia nada? Acabaría siendo madre, cosa que no quiero. Prefiero no ser madre a serlo y arrepentirme de ello, porque tanto yo como mi hijo llevaríamos una vida miserable.

Ese es otro tema del que no se habla mucho: ¿estamos todos preparados para ser padres? Mi generación parece económicamente menos preparada para ello que la anterior. Se nos ha etiquetado como la generación que nunca crecerá porque recurrimos al apoyo financiero de nuestros padres hasta bien entrados los treinta. Según un estudio canadiense realizado en 2014, el 43 por ciento de los encuestados entre 30 y 33 años admiten no tener independencia económica. ¿Cómo alguien que no es capaz de mantenerse a sí mismo podría mantener a un niño?

Cuando sueño con mi futuro ideal, los niños están en un plano secundario. Visualizo una gran trayectoria profesional, un marido, varios perros en el jardín de atrás y luego pienso: "Ah, sí, y supongo que tendré uno o dos hijos". Ahora mismo no sé muy bien qué significa eso. Podría ser perfectamente lo que todo el mundo dice, que todavía soy joven, que no estoy en el momento, que mi reloj biológico no ha empezado a contar todavía. Sin embargo, puede que mis fantasías me estén diciendo que la maternidad no es algo que quiera, sino una imposición. Como tener que ir a un superfestival, pero más caro. Supongo que la única respuesta, por ahora, es que debo esperar y ver qué pasa.

Traducción por Mario Abad.