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El Black Friday llega a los pisos, pero son una basura

Una inmobiliaria pone a la venta varios pisos en toda España para millennials por menos de 60.000 euros y la gente se está volviendo loca.
Foto vía Casaktua

Como si fuera un taladro sin cable en oferta o un disco duro externo de 16 TB, una inmobiliaria ha aprovechado este descontrol consumista y moral del Black Friday para rebajar un 75% el precio de 4.000 de sus viviendas, algunas con un precio de media de 50.000 euros que equivalen a una hipoteca de unos 175 euros mensuales.

La inmobiliaria dice que es una nueva estrategia para “ayudar a los millennials en la compra de un inmueble rebajando su precio hasta los niveles de su infancia». La cosa suena bastante bien, ¿no? Una inmobiliaria colega, por fin. ¡Qué empresa más solidaria que piensa en nuestro bienestar y en la pobreza de los millennials!

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Hay varios datos interesantes en todo esto. Para empezar, ¿de qué cantidad desfasada de pisos debe disponer una inmobiliaria o banco de esta índole para verse obligada a hacer este tipo de ofertas con coartada social? Todos sabemos que media España está vacía y que la especulación inmobiliaria sigue jugando fuerte, ya sea en forma de venta o alquiler. Lo último que debemos esperar de este sector es una acción solidaria como esta, por lo que debe haber algo jodido detrás de todo esto —la idea es estar mal pensado siempre de todo—.


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Según me comenta Joan Sacristán, presidente de la sección de Derecho Civil del Col.legi de l’Advocacia de Barcelona, este tipo de movimientos pueden deberse, simplemente, a una jugada comercial. "Por mi experiencia, muchos veces que salen ofertas de este tipo y realmente no es del todo cierto, muchas veces es una simple campaña de publicidad". En el fondo, la trampa está en que se ofrece un 20% de descuento del precio de mercado, pero del mercado actual, no es un equivalente real a los precios de los noventa, al fin y al cabo, la diferencia tampoco es tanta.

Es más, según Sacristán, la mayoría de pisos están fuera de las ciudades, zonas que de por sí ya tienen un precio más bajo. Por lo general, debe tratarse de una medida para obtener líquido de unos pisos que la inmobiliaria habría adquirido anteriormente, activos que deben venir del Banesto —la compañía que oferta los pisos era la antigua inmobiliaria de esta entidad bancaria—que les costaron muy barato y que ya están amortizados, por lo que, con cualquier tipo de venta, ya están ganando mucho dinero. "Entiendo que debe ser una limpieza de balances, una operación para obtener activos, dinero. Como propietario, nadie tiene la obligación de cumplir funciones sociales".

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Por otro lado, ¿qué se supone que significa equiparar el derecho a la vivienda a un producto en oferta de una promoción prenavideña? ¿A caso es lo mismo una barbacoa o un televisor de 65 pulgadas que un hogar donde vivir? Evidentemente el juego reside en virar la opinión de la sociedad civil sobre el significado de una vivienda, convirtiéndolo en un producto de consumo, incluso de lujo, ya que está fuera de nuestras capacidades económicas a menos que se bañe en una oferta suculenta.

Esto hace que una vivienda se convierta en una especie de objeto que no es de vital importancia, se percibe como un elemento distintivo de clases sociales, de poder, algo que el estado del bienestar no debe procurarte. De hecho es un equipamiento que ni debería ser nuestro pero que, por un capricho divino, ha llegado a nosotros en su forma más vulgar gracias a un chollo de fin de semana. Todo este enjambre de despropósitos consolida un modelo que aleja definitivamente el precio de una vivienda del que un ciudadano medio puede asumir.


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Los pisos de esta oferta, a estas alturas, ya están volando. La empresa parece estar aceptando reservas incluso antes del dichoso Black Friday. Lo curioso del caso es que, si bien los precios de los inmuebles son de los noventa, la mayoría de ellos —pisos, estudios y lofts— parecen de hace 50 años, por lo que nos encontramos con una experiencia de los años setenta —baldosas con estampados de Cuéntame cómo pasó— a precio de los noventa.

Algunos de estos pisos están por reformar y la mayoría están fuera de las ciudades por lo que la oferta puede no ser del agrado de la mayoría de gente. Lo que parece una oferta increíble, al final, se descubre como la pesadilla de siempre.