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Identidad

Por qué los adolescentes confiesan asesinatos en Snapchat

Hay una larga lista de incidentes relacionados con crímenes cometidos por adolescentes y retransmitidos a través de Snapchat.
Photo by Cindy Prins via Stocksy

Un adolescente de Chicago ha sido llevado ante los tribunales acusado del asesinato en primer grado de su amigo Christian Bandemer, de 16 años de edad. La acusación alega que Anthony Mendoza, de 17 años, mató a su amigo mediante un disparo de escopeta en el pecho. Al parecer, cuando fue arrestado publicó un vídeo en Snapchat desde el asiento trasero del coche policía diciendo: "He matado a Chris y ahora me voy a suicidar".

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Oímos noticias de crímenes relacionados con el uso de redes sociales para adolescentes con deprimente regularidad, ya sea retransmitiendo en directo una presunta violación en Periscope o subiendo un vídeo a Twitter desde Brasil en el que puede verse una violación conjunta. Pero parece que Snapchat ha asumido un rol único en lo que respecta a catalogar y diseminar actos de violencia protagonizados por adolescentes. En Gran Bretaña, dos chicas adolescentes utilizaron esta app para grabar cuatro horas de ataques a una mujer en situación vulnerable y para subir más tarde imágenes de sus sonrientes caras en la parte trasera de un furgón policial. Mientras tanto, un adolescente de Pensilvania presuntamente disparó en la cara a un compañero de clase antes de enviar una imagen por Snapchat en la que posaba junto al cadáver.

Aunque es cierto que solo los casos más espeluznantes llegan a las noticias, puede que haya algo inherente a la funcionalidad de Snapchat que atrae este tipo de incidentes. La Dra. Shakuntala Banaji, de la Escuela de Económicas de Londres, plantea la cuestión de si la naturaleza efímera de la aplicación es un factor contribuyente. "Hay algo en el hecho de que sea tan instantáneo, que implica que los adolescentes no tienen ocasión de reconsiderar lo que han hecho. Con Snapchat, publicas algo y 50 personas lo ven y lo copian en sus teléfonos antes de que te haya dado tiempo siquiera a pensarlo".

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Banaji cree que la inmediatez de aplicaciones como Snapchat puede resultar peligrosa para los adolescentes, en especial para aquellos que sufren enfermedades mentales. "No se puede volver atrás una vez que has publicado algo y eso resulta perturbador. Cuando teníamos diarios o blogs podíamos editar o borrar cosas, pero en el caso de Snapchat, el botón de 'pararse a pensar' está desactivado. De modo que la foto cuando estás borracho o la foto en topless que se vuelve viral —así como el sufrimiento que provocan— se deben a que no puedes de pensar, 'Vale, ayer hice esto, pero hoy no quiero volver a hacerlo'".

Foto vía el usuario de Flickr AdamPrzezdziek

La Dra. Victoria Nash, del Instituto de Internet de Oxford, también cree que la funcionalidad de Snapchat incita a los adolescentes a mantener conductas irresponsables. "El carácter totalmente efímero de algo como Snapchat implica que puedes asumir unos cuantos riesgos más, porque en teoría no resulta fácil que otra gente lo comparta. Te anima a ser más atrevido, a decir cosas más osadas".

"La presión que ejerce Snapchat es más grande debido a su inmediatez", añade. "Se piensan mucho menos las cosas porque desaparecen rápidamente. En cambio en Facebook los adolescentes meditan más detenidamente cómo gestionan sus identidades online y borran aquellos posts que necesitan eliminar".

Nash cita varias investigaciones que muestran cómo pueden usarse las redes sociales a modo de grito de ayuda y sugieren que los adolescentes utilizan Snapchat como medio de expresión en momentos de crisis. "No me sorprende que los chicos recurran a las plataformas que utilizan habitualmente, como Snapchat, en momentos difíciles. Las usan todo el tiempo, así que ¿por qué no usarlas en esa ocasión?". Aunque los adolescentes son capaces de entender cómo se interrelacionan sus vidas en internet y fuera de él, no pueden ver del todo las implicaciones a largo plazo. "No tienen una idea clara de lo que significa para siempre, de qué es lo que perdurará y qué tendrá repercusión en su vida, de qué se arrepentirán en el futuro… Para mí, eso es un problema".

Según Banaji, la necesidad de grabar un crimen —incluso si lo cometes tú— y subirlo a las redes sociales se remonta a nuestros primeros ancestros. "Desde tiempos inmemoriales, desde que dibujábamos en las paredes de las cavernas, siempre hemos revelado actos criminales a través de algún medio".

Aunque los crímenes que se comparten en las redes sociales afortunadamente son muy escasos, la Dra. Banaji cree que debemos centrarnos más en el odio cotidiano que se comparte vía Snapchat. "Se trata de la capa que hay justo debajo de la más sensacionalista: el bullying durante el recreo o reírte en público de tu compañero de clase. A menudo ni siquiera se considera un crimen, pero eso es lo que más me desconcierta. No es culpa de Snapchat".

"Sin embargo, en una sociedad que se preocupara realmente de los jóvenes habría lugares a los que ellos podrían acudir para hablar de sus sentimientos y además les enseñaríamos a no hacerse esas cosas los unos a los otros".