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El mejor invento de Facebook para amargarte el día

El pasado siempre vuelve, y si en estos últimos años te has comportado como un auténtico cretino es buen momento para revisar en qué has fallado y tomar conciencia de ello.

Llevo unas semanas fascinado, y también obsesionado, para qué negarlo, con la función "Un día como hoy" de Facebook, esa pestañita malévola que cada mañana repesca, entre la nostalgia y la inquina, los mejores hits que se pudieron ver en tu timeline en esa misma fecha en años anteriores. Es curioso porque no soy especialmente fan de Facebook, de hecho lo mantengo activo por dejadez –o inercia, a saber– y para satisfacer la dosis diaria de cotilleo, consciente de que un día de estos le prenderé fuego sin salvar absolutamente nada de su interior. Pero esta opción a modo de onomástica-recordatorio, que descubrí de forma tardía víctima de ese mismo pasotismo con el que merodeo por la aplicación, me ha hecho recuperar la fe, y por consiguiente la fidelidad, en el invento de Mark Zuckerberg. Ficho a diario. Y no porque me interese especialmente saber cuáles son las quejas, problemas, proclamas y reivindicaciones que aparecen en mi TL, sino porque esa regresión inmediata y totalmente imprevisible al pasado es uno de los momentos más perturbadores que nos puede brindar actualmente cualquier red social. Cada vez que te llega la notificación en la que te recuerda aquello de "hoy tienes 8 recuerdos con…" aumentan las pulsaciones por minuto, se contrae el esfínter y los latidos del corazón se escuchan hasta en Chipre. Y como si fueras un jugador profesional de ruleta rusa, la adrenalina te lleva a hacer clic sin tener muy claras las consecuencias que se pueden derivar de semejante temeridad. Si no tienes activada esta opción aún estás a tiempo de evitarla. No toques nada. Sigue con tu vida. Haz caso omiso de todo lo que te digan: se vive más tranquilo sin que nadie te recuerde cada día de tu vida qué hacías, decías o pensabas cuatro, cinco, seis o siete años atrás.

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Se me ocurren muy pocos ejemplos de saldo positivo cuando echas un vistazo al recordatorio. No sé. Fotos graciosas sin poso, victorias de tus equipos deportivos favoritos, capturas de pantalla que te permiten evocar instantes surrealistas vistos en televisión, algún fotomontaje brillante de tu amigo Álvaro, quizás algún post inspirado, tuyo o de alguno de tus colegas, alguna onomástica feliz… y para de contar. Lo normal es que no te guste casi nada de lo que ves cuando Facebook te teletransporta a un pasado que definitivamente no fue mejor; o que quizás fue demasiado bueno. Pero hemos venido a jugar, ¿no es así? Apechuguemos con la carga emocional implícita que conlleva rebobinar sin conocer el contenido de antemano. En cierto modo esta subaplicación es una lección en mayúsculas: el pasado siempre vuelve, y si en estos últimos años te has comportado como un auténtico cretino, si no has tomado las decisiones correctas, si has convertido tu perfil en un desfile de gilipolleces, ejercicios de exhibicionismo barato y álbumes de fotos sonrojantes, es buen momento para revisar en qué has fallado y tomar conciencia de ello.

Lo peor que te puede suceder es que en uno de estos flashbacks aparezca la foto de algún amigo, familiar o pareja que ya no esté entre nosotros. Una cosa es tener presente a alguien cuando llega el día del aniversario de su fallecimiento y otra muy distinta que te lo encuentres sin mediar palabra en alguna foto tomada recientemente, además. No es plato de buen gusto, pero la lotería no entiende de sentimientos, así que debes estar preparado para recibir crochés de derecha sin mediar palabra. ¿Acabaste como el Rosario de la Aurora con tu exmarido?¿Tu exnovia te ha hecho la vida imposible desde que la mandaste al cuerno? No temas: "Un día como hoy" ya se ocupará de recordarte los buenos tiempos, los años de júbilo, las puestas de sol en la playa y los buenos momentos compartidos con alguien a quien ahora odias con todas tus fuerzas. Hay que joderse, socio. Entonces te dio pereza borrar todas aquellas fotos de la época dorada y ahora lo estás pagando: aquel viaje que hicisteis a Cancún te está amargando el desayuno. Y mañana quizás te lo amargue ese fin de semana que pasasteis en una casa rural de la Cerdaña o en un spa de Andorra. De qué te ha servido bloquearla en tu agenda de contactos de WhatsApp y eliminarla de tu lista de amigos si te la sigues encontrando cada día en tu propio timeline.

"Un día como hoy" es una mina. Una mina de melancolía, por supuesto. Esas noches de hace seis años en Apolo: la mitad de los que salís en la foto os habéis casado, algunos y algunas incluso han tenido hijos, alguno también se ha divorciado y apenas os habláis más allá de algunos mensajes de WhatsApp cruzados en ese grupo que mantenéis por inercia y a escondidas de vuestras respectivas parejas. Esas primeras carreras de 10 kilómetros que corrías con toda la ilusión del mundo. Han pasado tres años y no solo no conseguiste cumplir tu deseo de correr una maratón sino que has dejado de hacer deporte y has recuperado esos kilos que perdiste en esos meses de fiebre runner. Revisa el timeline y borra esas fotos, haz el favor, no merece la pena soportar semejante tortura. Amigos que dejaste por el camino, amigos que te dejaron por el camino, cuñados odiosos que reaparecen a traición. Compañeros de trabajo que ya han dejado de serlo y de los que no has vuelto a tener noticias. Vivías tranquilo sin saber nada de ellos, pero el día menos pensado resurgen en tu timeline y te llevan a recordar esas tardes de absoluto sopor con el ruido del teclado como única banda sonora. Clicas y te informa que tal día como hoy de hace seis años colgaste el link de un artículo que publicaste en un medio que ya no existe. Lo relees y confirmas todos los temores: otro texto más que envejece de forma horrible. Y van…

El link a un videoclip de un grupo que en ese momento la estaba liando parda. Entonces te parecían la gran revolución de la música pop; dos años después ni te acuerdas de ese disco ni de ese grupo, pero sí te acuerdas, y mucho gracias a esta notificación perversa, del ridículo que hiciste cayendo en las redes del hype más orquestado de la temporada. Ese outfit, por Dios. Ha pasado tan solo media década, pero parecen veinte años de golpe: sientes lástima de ti mismo al ver esas combinaciones de color, esos estampados y esas prendas que hoy no te pondrías ni a punta de pistola. Ese puerto de primera categoría que ahora solo podrías subir encima de una moto. Y qué decir de los comentarios y los estatus. En aquellos primeros años de Facebook todos pretendíamos ser los más ingeniosos, ágiles y ocurrentes; hoy, a toro pasado, sientes más vergüenza ajena que orgullo. Piques ridículos. Frases supuestamente ingeniosas que no lo eran tanto. Dudosos brotes de compromiso y reivindicación, ahora muy lejanos. Derrotas duras de tu equipo de fútbol que vuelven a la palestra gracias a esos comentarios o fotos en tu timeline que dejaron tus 'amigos' del equipo rival. No da tregua.

Te ves más joven y más viejo. O más delgado. O más gordo. Menos centrado. O más cascarrabias. Más en forma. Más zen. Menos feliz. Más jodido. Pero siempre negativo. En algunos apartados la comparativa entre pasado y presente te acaba favoreciendo; en otros no tanto. Pero la cuestión es que ese recordatorio, de una forma u otra, te remueve las entrañas cada vez que aparece en tu centro de notificaciones y te recuerda que Facebook tiene una privilegiada memoria selectiva para dar donde más duele. Y lo que es mejor: sabes que mañana volverá a la carga. Y pasado. Y el otro. Y el siguiente. Non stop. Pero ni se te pasa por la cabeza evitar o eliminar esa aplicación de tu vida. Más bien todo lo contrario: quieres más. Sobre todo porque sabes que esta sensación de tristeza evocadora solo hará que magnificarse y crecer a medida que pasen los años y la aplicación abarque un periodo más amplio y productivo entre pasado y presente.