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Actualidad

YO, ATLANTE - Amore mio infinito

¿Dónde está el coraje, Internet? Supongo que el coraje aquí no tiene utilidad ninguna. Y eso no es lo peor.

¡Ola k ase! ¿Ya habéis comío? ¿Estáis cotizando? ¿Cómo vivís esta época de estímulo perpetuo, pequeños tritones? Ya no os interesa nada, ¿eh?, todo venció hace dos clics, qué pena más grande…

Reconozcámoslo, esto hace tiempo que no tiene gracia.

Yo también me siento voluble cuando entro a este palomar, tampoco sé qué sendero tomar ni qué me gusta o qué me atenaza y se me llenan los ojos de llanto y los güevos de furia ante tanta miseria, pero aquí vengo como un perrete se acerca a un árbol, preguntándome, entre las atracciones, cómo podéis ser a la vez tan cordiales y tan petulantes, por qué utilizáis cada semana una palabrita en inglés del extranjero y cómo es posible que vosotras, las chicas, podáis llegar a ser tan súper mega creativas aquí, en este lugar donde no os huele la piel.

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Siento una vergüenza profunda, querido Internet, cuando me asomo a tus pastos con mi gorrito de nadar, cuando llevando el atuendo humilde y adecuado me cruzo con tanto plumífero de verso blanco, tanto grafista, tanto picapleitos y tanto asesor, tanto de todo y tan poco de nada, tanta presciencia y tanto cretino y tanta puta emboscada en su insatisfacción. ¿Dónde está el coraje, Internet? Pero supongo que el coraje aquí no tiene utilidad ninguna. ¡Y eso no es lo peor! Lo peor no es siquiera esa actualización constante que entiendo como un corregirse el peinado una y otra vez ante el espejo de narciso, ni tanto exaltado político ni tanto insecto clamando estar vivo, ni siquiera todas esas traiciones a lo que fuimos o decíamos ir a ser. Lo peor es la mediocridad, Internet, esa mediocridad tuya de la que somos parte, a la que abrazamos como a la moza de la habitación 237 mientras vamos entregando todo nuestro montante de ética individual. Como si nos sobrase. Lo peor es la mediocridad y eso tan ridículo de los gintónics finos.

En sus principios, el hombre se esmeró en resolver lo del frío, pero una vez cubierta esa necesidad, insolentes, decidimos que tampoco queríamos pasar calor. No nos bastó con haber dejado la caza, luego no quisimos ni cocinar. Y esa perversión nuestra sin límites nos llevó a esta intemperie. Juraría que nadie aventuró nunca que esto que ahora somos lo íbamos a ser voluntariamente.

Ah, pero reconozco que es esta mediocridad lo que me hace ser mejor, lo que me obliga a buscar en otra parte, lo que me saca de aquí antes de que me fermente en la cabeza el ruido. Pertenezco a una generación muy jodida, vivo confusionado, pienso que me gustaría ser maricón pero no me sale y etcétera, etcétera, etcétera. Mi generación es la que inventó los desodorantes de bola, esos botes redondeados, fue mi quinta la que sugirió ese desplazamiento del uso, chicas, dad gracias. Mis amigos me proponen noches de revival, unas fiestas con canciones de los 80, cosas así. Yo iré a una fiesta futurista pero no a echarle pisto a nostalgias que pretenden el tiempo pasado más confortable, no me jodáis, ¡pero si aquella era esta misma mierda! Los jóvenes miran más lejos porque no llevan retrovisores, les explico a mis amigos, los jóvenes miran más fuerte mientras los mayores vamos echando la vista atrás, nos repartimos entre lo que venga y lo que ya fue, llevamos la zamarra llena de rémoras y tontería mientras los jóvenes sólo llevan piedras de arrojar. Porque esto es así, ¿no? Los jóvenes están en lucha, ¿no? ¡No van a estar aquí leyendo esto! ¡Cómo va a estar un juvenil en el Facebook! ¡Un joven está en la vida! ¡Funcionando!

Decidme, ¿cuántas horas habéis totalizado aquí dentro como “vivir”? Da igual, las estadísticas sólo se cumplen si uno cree en ellas, son germen, indicación interesada, un señuelo. Nunca nada ocurre como se desea o como se imagina, nada ocurre como se espera, siempre va a ser diferente. Sabed que mi deseo es de fraternidad universal, aunque la exigencia de mi deseo es más grande que todo lo que aquí encuentro. Podríais ser mis mejores amigos, en Internet, nos bastaría con decidirlo, sin compromiso, aceptar la invitación y vivir armónicos, pero casi que paso.

Apagad esto, levantad la vista no sin antes darle al “me gusta”, claro, no me falléis, mirad qué foto os he puesto, un atletismo, un pubis de cierva de tripa blanca, ¡confío en vuestro talento! ¡Sois siete veces más sensibles que yo!