Carta abierta mi dealer

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Carta abierta mi dealer

Querido dealer: aunque nos conocemos desde hace años y siempre te he sido fiel, es hora de que te pongas las pilas. Necesito que me vendas droga de calidad o que me digas con qué está cortada, que seas cumplido, puntual, que tengas variedad...

Querido dealer:

Son ya varios años desde que nos conocimos. Tuve que pasar por muchas manos antes de caer en las tuyas. Y aunque creí que nunca te dejaría, las cosas han cambiado. Los tiempos ahora ya no son los mismos y ahora te exijo que me respetes y valores más. He compartido contigo muchas cosas: desde dinero para fotocopias en la universidad, las quincenas de cuando fui empleado, hasta las ganancias de la empresa que hoy tengo. A estas alturas de la vida no terminaré como un adicto problemático haciendo turnos para que me manipules o maltrates. Y aunque mi fidelidad hacia ti ha sido inquebrantable, hoy te confieso que ando coqueteado con otros que me han tratado muy bien en los últimos meses.

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Querido dealer… Sabes muy bien que pasamos de ser un país productor a un país consumidor hace más de una década. Y no hace unos años, como dicen los políticos, que siempre llegan tarde a todo. Sabes también que ahora cualquiera puede montar una línea de producción, venta y distribución de juguetes. Hace unos días, de hecho, conocí una dealer con una familia próspera: el abuelo la siembra en la selva; el tío la procesa y la empaca; el primo la trae a la ciudad y las hermanitas la venden a domicilio en carros de lujo. Toda una microempresa familiar.

También me hablo con un morrito que compra en la deepweb con bitcoin: es muy hábil en la red y se las arregla para cumplirme con la oferta completa: calidad garantizada, precio, variedad, nuevas y mejores drogas de síntesis y diseño. En este negocio de la web no hay intermediaros que corten el perico o me cambien las pastas, ni que maten gente para controlar el negocio. Lo más importante: mi conciencia está un poco más tranquila.

Ahora cualquier grupo de amigos con moto y teléfonos encriptados puede armar una línea de venta y tú ni te enteras. Eso quiere decir que ya no eres el único. Y como no eres el único, exijo que me trates de mejor manera o me voy con el mejor postor de este negocio que, aunque es ilegal, se mueve por el "BBB": Bueno, Bonito y Barato".

Ahora muchos venden y en cualquier momento puedo dejarte… ¡No te vuelvo a llamar o no te vuelvo a contestar cuando me llames, y listo! No creas que aquellos días que no te contesté era porque estaba de viaje o no quería sustancias, era porque estaba probando de otras mieles, era porque cada día me están atendiendo de mejor manera. Sin embargo, y pese a tu maltrato, yo sigo fiel contigo, pero no sé por cuánto tiempo.

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Querido dealer, la calidad de lo que vendes es lo primero. Yo sé que muchas veces ni tú mismo sabes con qué cortan lo que vendes y eso habla muy mal de ti. Mucho polvo ha entrado por mis narices. Muchas pastas han pasado por mi garganta. Muchos papelitos se han derretido en mi lengua para que mi insomnio, cruda o cerebro me indiquen que no era la sustancia que quería o que los adulterantes que llevaba superaban el componente activo que buscaba. Estoy harto de que la experiencia me lo enseñe. Tú debes saber qué es lo que me espera. Droga de calidad quiere decir sin adulterantes, que si es MDMA es MDMA y no aspirina. Droga de calidad es saber qué es lo que se vende. Droga de calidad es que no me vendas basura de mariguana y que sepas distinguir entre regular y de invernadero.

Que una droga sea muy potente no quiere decir que es de calidad: la mariguana potente que ahora venden da dolor de cabeza y genera alta tolerancia. Una cocaína de calidad no es la que anestesia la boca o no me deja dormir toda la noche. Noticias vemos todos los días: que el purgante para vacas, que la anestesia para animales, que la cafeína o que muchas más sustancias que solo tienen como objetivo engañarme y no venderme lo que estoy buscando. Es como si tú fueras por leche para tus dos hijas y te la vendieran con agua. O como cuando te vas a comer ese pedazo de carne de res que tanto te gusta y te sale de caballo.

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Querido y hermoso dealer, internet está lleno de trucos para saber si una pasta es éxtasis o anfetamina, para probar la pureza y los adulterantes de la cocaína, para darme cuenta que me vendes 2CI-NBOME como si fuera LSD o me malviajas vendiéndome DOC como si fuera MDMA. Querido dealer, no me creas tan pendejo. Lo más triste es que yo confío en ti, creo que sabes lo que vendes… Pero compa, a estas alturas de la vida ya no creo en tu buena fe. Eso de "….ay, pobrecito mi dealer él tampoco sabía" es pura mierda: tú debes saber lo que vendes o me debes informar que no sabes lo que vendes. Debes esforzarte por venderme lo que te pido y lo que quiero, así como por estudiar qué es lo nuevo que se está moviendo y advertirme de los riesgos que me corren pierna arriba. Esto marca la diferencia.

Sobre ese tema, querido dealer, he llegado a tus manos porque la prevención de mis padres y el colegio no hizo efecto. Y no me he ido de tus manos porque aun no quiero dejar las drogas. Entonces, cuida mi salud y mi bienestar. No solo es importante que tengas claro lo que vendes sino también los riesgos, los daños, las nuevas drogas. Que me informes. Ya está claro que no voy a dejar de consumir, pero así como te escucho tus penas, las deudas con tus amigos y los peligros que corres en las calles, espero que me informes del peligro de algunas mezclas, del abuso de algunas sustancias, de los efectos secundarios de muchas drogas. Es muy triste tener esos dos o tres minutos contigo mientras disimulamos la transacción en un carro, en una esquina, en un bar o en la sala de mi casa (o de la tuya) y darme cuenta de que tú no tienes ni puta de idea de las implicaciones que hay en lo que vendes. Hace unas semanas me intentaste vender una pasta de la que todo el mundo en internet estaba hablando. No por buena. Por peligrosa. Y tú tan sano.

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Ya despidiéndome, querido dealer, no me llames a ofrecerme a no ser que yo te lo pida. Por favor observa muy bien cómo está mi rumba y adviérteme si se me está yendo la mano. No me vendas si me ves muy pasado. Querido dealer, por favor no le vendas a niños o a adolescentes… Ellos que aprendan con los hermanos, los primos o los amigos pero no de un burro viejo y mañoso como tú. No te conviertas en un malandro de esquina. Ten algo de ética. Recuerda que pueden ser tus hijos.

Para terminar, te exijo que cuando te llame me digas a qué horas llegas. Y no que aparezcas dos o tres horas después: ya no me sirve, ya se me bajaron las ganas o, peor aún, ya llegó otro más cumplido. Recuerda muy bien que yo no soy un vicioso, sino un consumidor recreativo y en ocasiones habitual, que sabe que está inmerso en un negocio que cada vez es más consciente que vive del consumidor final: ese soy yo. Por favor, no me cuentes quiénes son tus clientes. Eso habla muy mal de ti. Seguramente, haces lo mismo conmigo.

Lo que necesitamos es que no nos veas la cara de pendejos, que nos vendas droga de calidad o, por lo menos, que nos adviertas cuál es el porcentaje y con que está cortada. Queremos que seas cumplido, que no nos subas el precio y bajes el gramaje, que puedas tener variedad, que seas discreto, que no me vendas cuando se me pega la aguja, que no me hables de tus clientes, que pienses en ellos y que mejores la atención.

Por ahora no es más, querido delaer, espero que hagas caso de mis reclamos: la droga es una amante social que cada día está más dispuesta a exigir su lugar de reconocimiento, a salir del clóset y presentarse con la frente en alto. Así que, mientras llega la inevitable legalización, y luego las farmacéuticas y el Estado te quiten el negocio, da un paso adelante y mejora tu atención al cliente, al compinche, al amigo y al consumidor que te ha dado de comer durante tantos años.

*Para este texto tengo que empezar por definir qué es un dealer: Palabra gringa que significa vendedor o comerciante y que en México se usa para denominar al expendedor o microtraficante —técnicamente hablando— de drogas o sustancias sicoactiva ilegales, en ocasiones a-legales —ni prohibidas ni aceptadas— o legales de uso indebido. El dealer es la persona con la que se ha establecido una relación cordial, discreta y respetuosa de transacción para obtener sustancias que alteran la conciencia, la percepción de las cosas o simplemente que estimulan.