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​El ejército estadunidense sacrificó y abandonó a miles de soldados caninos al final de la guerra de Vietnam

Hubo un grupo de veteranos estadunidenses que, a pesar de haber servido a su país con valentía y de haber salvado incontables vidas, fueron sacrificados y abandonados por el ejercito al que sirvieron.

Todas las fotos cortesía de Rick Claggett.

Los últimos años de la guerra de Vietnam fueron puro caos y decepción. El conflicto entre EU y el Frente Nacional de Liberación de Vietnam terminó oficialmente hasta la famosa caída de Saigón en 1975. Sin embargo, en la primavera de 1972, la administración de Nixon ordenó a algunas tropas que se retiraran del área, lo cual marcó el inicio del largo y desastroso fin de una de las guerras más infames de EU.

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En esos años, muchos soldados estadunidenses entraron y salieron del país. Unos regresaron a casa sanos y salvos, y otros regresaron muertos. No obstante, según el ex militar Rick Claggett, hubo un grupo de veteranos estadunidenses que, a pesar de haber servido a su país con valentía y de haber salvado incontables vidas, fueron sacrificados y abandonados por el ejercito al que sirvieron. Se trata de los Perros Militares de la guerra de Vietnam, quienes, según las palabras de Claggett, se tomaron como "equipo de sobra" al final de la guerra. A pesar de que sus adiestradores suplicaron que les permitieran llevárselos de regreso a EU, el ejército decidió abandonar —o sacrificar— a la mayoría de los perros y dejó el resto en manos de los vietnamitas.

Al igual que miles de hombres de su época, el ejército reclutó a Claggett en 1970. Claggett prefería a los gatos, pero decidió entrar en el programa de entrenamiento canino para poder quedarse otros seis meses en EU. Creyó que si esperaba lo suficiente, tal vez la guerra terminaría y no tendría que viajar a Vietnam. Pero al final tuvo que irse y terminó formando un vínculo muy fuerte con Big Boy, su perro, en quien piensa todos los días a pesar de que ya pasaron 44 años.

Después de la guerra, Claggett trabajó en la Agencia de Protección Ambiental de EU por 33 años, se jubiló y ahora vive en Denver, Colorado. Se unió a la Asociación de Entrenadores de Perros de Vietnam, donde se dedicó a dar conferencias a varios grupos acerca su experiencia como adiestrador de perros durante la guerra. Claggett le contó a VICE cómo fue la relación con su perro, cómo le ayudo a lidiar con el estrés de la guerra y por qué nunca se va a perdonar haberlo abandonado.

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VICE: ¿Qué hacían los perros en Vietnam y que razas se utilizaban?
Rick* *Claggett: Utilizaban labradores para seguir rastros de sangre. En caso de que un enemigo saliera herido con el contacto, era obligatorio llamar al equipo labrador, o sea, al adiestrador y al perro. Los labradores eran los mejores para esta tarea porque eran silenciosos al rastrear. Los sabuesos y los beagles también tienen muy buen olfato pero no se usaban porque hacen mucho ruido. Además, los labradores también estaban entrenados para alertarnos en caso de una emboscada.

Los pastores alemanes hacían todo lo demás, como escarbar o explorar. Los cachorros de pastor servían para explorar en los túneles. Si un perro era muy agresivo, lo entrenaban para ser perro guardián.

También había perros para patrullar en el agua. Subían a un perro, lo ponían en la parte de enfrente del bote y daban vueltas por toda la zona. Esto sea hacía porque los perros podían detectar el olor de una persona nadando bajo el agua y respirando a través de un junco vacío, cosa que los humanos no pueden hacer. También había perros entrenados para detectar drogas y perros exploradores. Los perros exploradores, como el mío, guiaban a las patrullas en el campo. Estaban entrenados para detectar emboscadas humanas y mecánicas.

[Como adiestrador de perro explorador] tienes que ir al frente de la patrulla y eres muy vulnerable. Después de los francotiradores y los pilotos de helicópteros, los adiestradores de perros eran los que corrían más riesgos.

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¿Por qué los adiestradores corrían tanto riesgo si los perros servían para detectar emboscadas?
Te avisaban sobre la emboscada pero como estábamos en campo abierto y el enemigo sabía que ya lo habíamos detectado, salían de su escondite y mataban a los perros y a los adiestradores. En Vietnam murieron 400 adiestradores.

He escuchado a gente decir que, de no haber sido por los perros soldados en Vietnam, habrían otros 10 mil nombres en el muro en Washington DC. Se cree que ese es el número de vidas que salvaron. De los 4 mil perros que sirvieron en Vietnam durante la guerra, se calcula que mil de ellos murieron por contacto directo con armas de fuego, trampas cazabobos, paros cardiacos, mordidas de serpiente, enfermedades, accidentes, vejez, etcétera. [Nota del editor: Como no hay muchos registros sobre la muerte de estos perros, VICE no pudo corroborar las cifras exactas con el ejército estadounidense, aunque un sargento técnico declaró que las cifras "sonaban correctas".]

¿Los perros eran simplemente una herramienta más para el ejército, como una pistola o un radio? Supongo que tenían que convivir con los perros para poder establecer una relación laboral.
Teníamos que formar lazos fuertes con el perro. Mi perro se llamaba Big Boy y llevaba cuatro años en la guerra. Ya había tenido varios adiestradores, entonces sabía lo que hacía, yo era el nuevo. Tuve que cuidarlo dos semanas para conocernos y formar una relación. Es la única forma en que los perros trabajen con su entrenador.

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Para nosotros no eran una herramienta más. Y hablo en nombre del 95 por ciento de los adiestradores con los que he seguido en contacto después de la guerra. Todos dicen que "amaban a su perro". No eran un objeto, como un arma o algo así. Eran seres vivos que tenían sentimientos, jugaban y hacían lo mismo que cualquier otro perro. Todos nos enamoramos de nuestros perros, incluyéndome.

Tuve suerte porque Big Boy tenía mucha experiencia y además era muy amistoso. Algunos tenían perros muy agresivos y no podían pasearlos como yo a Big Boy. Me acompañaba prácticamente a todos lados. Ni siquiera tenía que llevarlo con correa, sólo caminaba a mi lado. Estaba muy bien entrenado. Si iba a un bar a tomarme unas cervezas, Big Boy se quedaba sentado a mi lado. Era increíble saber que estaba ahí para cuidarme.

¿Era peligroso afuera del campo de batalla?
Sí. En cualquier momento podían estallar conflictos con los vietnamitas y había mucha tensión racial entre los soldados estadunidenses. Era una lástima, en especial con los chicos de infantería. Afuera, en el campo, pones tu vida en peligro y cuando regresas lo único que quieres es beber y desahogarte. Hasta había soldados se drogaban. Siempre había peleas entre blancos y negros. Pero eso sí, nadie se metía con los adiestradores de perros porque siempre traíamos a nuestros perros. Todos respetaban nuestros espacio.

¿Cuánto tiempo estuviste en Vietnam?
Menos de ocho meses. Se supone que cada soldado debe estar mínimo un año pero mi servicio se redujo porque la unidad ya se estaba retirando y no necesitaban tantos adiestradores de perros. Esto pasó en marzo de 1972. Tuve que pedir que me regresaran antes para poder graduarme. Estaba muy feliz porque habían reducido mi servicio. Lo malo fue que no dejaron que me llevara a Big Boy.

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Ya ni siquiera los iban a usar. No había razón por la cual no pudiéramos llevarlos a casa. Hubiéramos pagado. Estaba dispuesto a pagar su boleto para que regresara y viviera conmigo. Apenas tenía siete años, estaba en la plenitud de su vida. Pero se lo regalaron a los vietnamitas a pesar de que no tenían ni idea de cómo usar estos perros. Y lo peor de todo es que en la cultura vietnamita se acostumbra comer perro.

Estamos seguros de que eso fue lo que le pasó a los perros que regalaron a los vietnamitas. Ya pasó mucho tiempo pero me sigue molestando. Dieron su vida por nosotros.

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¿Cómo fue el proceso para tratar de llevarse a lo perros?
Hicimos unas llamadas desde Vietnam para tratar de convencerlos de que nos vendieran a los perros. El problema es que no hubo mucho tiempo para negociarlo y no podíamos arriesgarnos a que nos dejaran ahí. Queríamos irnos lo más pronto posible. En cuanto empezamos a insistir, nos dijeron: "Si siguen con eso, se van a quedar ahí". No sé qué tan en serio era la amenaza pero fue suficiente para que la mayoría desistiera.

¿Entonces el ejército estaba decidido a dejar a los perros militares?
Sí. Es una ironía porque en la Segunda Guerra Mundial participaron 40 mil perros y todos los que estaban sanos al final de la guerra regresaron a casa. En Corea pasó lo mismo, todos los perros sanos regresaron.

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Se temía que los perros contrajeran enfermedades, aunque no tenía mucha importancia porque todo lo que podían contraer tenía cura. Algunos decían "¡Son perros de guerra! ¿Qué tal si atacan a los niños cuando estén jugando?". No. Los perros saben distinguir entre la guerra y el hogar. Pero alguien en Vietnam tomó la decisión de que los perros eran equipo de sobra, y como tal, eran desechables al final de la guerra.

Entonces, de los 3 mil perros que "sobraron" cuando terminó la guerra, ¿a cuántos dejaron en manos de los vietnamitas y a cuántos sacrificaron?
No lo sé. Supongo que mitad y mitad, pero no estoy seguro. He hablado con algunos veterinarios en Vietnam y dijeron que lo más horrible que han tenido que hacer en su vida es dormir a un perro sano que lo único que hizo fue tratar de salvar nuestras vidas y protegernos.

¿Crees que alguno de los perros que abandonaron haya quedado en buenas manos?
No, lo dudo mucho. Puede que algunas familias hayan "adoptado" a un perro pero no lo creo. Yo creo que se los comieron. Ellos no sentían el mismo afecto por esos perros a pesar de que también les salvaron la vida. Además, el tamaño de los perros los intimidaba. En el campo, los vietnamitas se alejaban lo más que podían de los perros. No querían tener nada que ver con ellos.

¿Ha cambiado el método para entrenar perros desde la guerra de Vietnam?
Sí. Cuando estaba en entrenamiento en 1971, me decían "¡No son mascotas! ¡No juegues con los perros!". Pero no nos importaba, de todas formas jugábamos con ellos. No les lanzábamos pelotas ni les enseñamos a traer cosas de regreso porque podía resultar muy peligroso. Por ejemplo, si lanzábamos una granada en el campo de batalla, el perro podría ir por ella y traerla de regreso. No teníamos juguetes para los perritos. Ahora ya contamos con juguetitos para que mastiquen y ese tipo de cosas. Todos los dueños saben que los perros aman los juguetes. Ahora ya hay una hora oficial para que los perros puedan jugar.

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Y ahora ya hay chalecos antibalas para perros. En Vietnam no se usaban. Supongo que era porque los perro no iban a regresar de todas formas. Por eso los dejaban morir. Hoy en día ya hay chalecos antibalas para protegerles el pecho porque la mayoría de los perros mueren por heridas en el pecho.

Ahora también hay cámaras que se ponen en los arneses de los perros. De esta forma, los adiestradores pueden ordenar a su perro que entre a una casa y ver el interior en una pantalla. Utilizan un micrófono para darle instrucciones al perro y decirle que de vuelta a la izquierda, a la derecha, que se detenga, que avance o que se siente. Los perros son obedientes. Siguen todas las ordenes y permiten que su adiestrador vea qué hay en la casa. De esta forma, aunque el perro encuentre algo, el adiestrador está a salvo. Es genial.

¿Cuándo regresaste pensabas mucho en Big Boy?
Sí, mucho. Dejarlo fue algo traumático para mí. Estaba muy feliz por haber regresado sano y salvo de Vietnam pero me sentía muy mal por haber dejado a Big Boy.

Llamé al Congreso y también les envié unas cartas. El problema en Vietnam era que nadie sabía que dejaban a los perros ahí. Los únicos que sabían eran los adiestradores. Todos queríamos llevarnos a nuestros perros pero no nos dejaron. Por más que lo intentamos no pasó nada. Fue necesaria otra guerra para que hubiera un cambio.

El presidente Clinton aprobó una propuesta de ley [en el año 2000] que prohibía abandonar a los perros militares. Me gusta pensar que los adiestradores ayudaron a que se creara esa ley. Es probable que sí hayamos tenido algo que ver. Aunque creo que la razón principal fue la cantidad de quejas que hubo cuando la gente supo lo que habían hecho con los perros. En Irak y Afganistán, cuando los perros resultaban heridos o ya eran demasiado viejos, dejaban que su adiestrador los adoptara. Eso tenían que haber hecho en Vietnam.

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