Criaturas salvajes de la fiesta más antigua del Llano

FYI.

This story is over 5 years old.

El número de las fronteras

Criaturas salvajes de la fiesta más antigua del Llano

Así se ven los cachaceros del siglo XXI.

Esta galería hace parte de la revista impresa de VICE de agosto.

Desde 1735, el pueblo de San Martín de los Llanos, el asentamiento más antiguo de la Orinoquía, celebra todos los 11 de noviembre la fiesta de las Cuadrillas. Ese día, los habitantes del municipio se dan cita para observar las competencias entre cuatro grupos que, de no haber sido por la imaginación del fundador de estas fiestas, el padre Gabino de Balboa, nunca se habrían encontrado en un mismo territorio. En las Cuadrillas de San Martín, los españoles o galanes, los indios o guahibos, los negros o cachaceros y los árabes o moros, se desafían a caballo a través de los diez juegos que componen estas justas tropicales.

Publicidad

Imaginadas en el siglo XVIII para inculcar en las clases populares un poco de historia española, las Cuadrillas son hoy la fiesta más antigua del pueblo más viejo de los Llanos Orientales. Durante cuatro horas, las cuatro cuadrillas, de 11 miembros cada una, galopan en sincronía a caballo y realizan figuras geométricas que, desde el aire, seguro parecerían mandalas llaneros.

Sin embargo, de toda la fiesta, son los cachaceros los que siempre terminan robándose las miradas. Seres de la selva, cuya indumentaria se fabrica estrictamente con objetos que brinda la manigua, los negros de las Cuadrillas parecen recordarnos siempre que al lado de la religión y la civilización se ha asentado la magia. Sus atuendos, llenos de colmillos y cachos y pieles que cuelgan en el aire como si fueran el manto de espíritus, son el factor que mantiene suficientemente altos los niveles de locura de esta fiesta de llaneros.

En noviembre de 2015, la fotógrafa Natalia Hoyos viajó a los Llanos y se encontró con las Cuadrillas de San Martín. Su lente capturó a estos cachaceros del siglo XXI, vestidos de pieles, con cabezas cornudas y los brazos teñidos con carbón molido y panela, como si 281 años no hubieran pasado.