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Rememoramos ‘2001: Una odisea del espacio’

Hablamos con los actores principales de la mejor película de ciencia ficción de todos los tiempos.

El momento en el que un primate iluminado lanza un hueso al aire y este se transforma en una fulgurante arma nuclear en órbita alrededor de la Tierra. Ese mobiliario modernista de brillantes colores que decora los salones del futuro en el espacio. Un grupo de astronautas posando para la foto junto al monolito. ¿Os suena de algo? Cualquiera que tenga un mínimo de interés por el séptimo arte, la ciencia ficción o la psicodelia seguramente conocerá alguna de estas escenas.

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A lo que voy, y señalando lo obvio: 2001: Una odisea del espacio es todo un icono. Y por eso Taschen decidió publicar un libro sobre su realización y pegarle una etiqueta con el precio de 750 euros. Por eso la cinta siempre encabeza todas las listas de "mejores películas de ciencia ficción de todos los tiempos" e incluso de "las mejores películas de todos los tiempos". Y por eso, por qué negarlo, me están pagando para que escriba estas innecesarias líneas alabando su grandeza 46 años después de su creación.

Cada vez que los actores Keir Dullea (que interpreta al Dr. Dave Bowman) o Gary Lockwood (en el papel del Dr. Frank Poole) van a algún sitio, alguien les pide que cuenten con pelos y señales cómo era trabajar con Stanley Kubrick. ¿Cómo fue la experiencia de trabajar en esa película? Aunque, si creemos lo que cuenta Lockwood, la primera razón por la que fueron seleccionados fue porque Kubrick pensó que "tenían pinta de astronautas".

"Llegué a 2001 después de trabajar en un filme con Otto Preminger y debo decir que el paso de Preminger a Kubrick fue como salir del infierno y llegar al cielo", declaró Gary Lockwood en una conferencia reciente del BFI (Instituto de Cine Británico, por sus siglas en inglés). "Kubrick fue muy amable con nosotros. Nunca jamás nos alzó la voz, era muy tranquilo. En todo momento, tenías la sensación –o al menos yo la tenía- de estar frente a un genio. No te exigía las cosas de malas maneras. Tenía tantas tablas… Ha sido el director más experimentado con el que he trabajado. Estaba relajado porque sabía muy bien lo que quería."

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Como le pasa a la mayoría, cada vez que veo 2001, me quedo boquiabierto. Una vez se realizó un estudio en la Universidad de Stanford que llevó a los investigadores a definir el sentimiento de asombro como una respuesta a una experiencia que se percibe de tan grandes dimensiones que nos obliga a actualizar nuestro marco de pensamiento habitual para poder entenderla en toda su magnitud. Considero que esa definición describe exactamente lo que siento cuando veo 2001. Incluso cuando uno de los dos personajes que quedan muere y técnicamente no hay desarrollo argumental –por lo menos a los ojos de un espectador acostumbrado a la parafernalia hollywoodiense de hoy en día- y lo único que puedes pensar es ME CAGO EN LA PUTA ABRE LA PUERTA DE LA CÁMARA DE LAS CÁPSULAS, HAL. El silencio y la quietud de la escena parecían durar una eternidad.

Podría tomar los derroteros pretenciosos del fan acérrimo y explicar cómo, desde la primera vez que la vi, sabía que 2001 había abierto una ventana a una parte de mi conciencia desconocida para mí, pero a decir verdad, creo que debo esta primera vez a un televisor gigantesco, un sistema de sonido envolvente y un porro que me dejó inmóvil en el sofá.

Gray Lockwood me dijo que él también estaba fumado durante el estreno de la película en 1968 en Washington D. C. Recuerda que un periodista "con cara de plástico" le dijo que parecía que aún estuviera en el espacio. ("No olvides que estamos hablando de los sesenta", añadió Lockwood.) Keir Dullea cuenta que, un par de meses después del estreno de la cinta, "MGM se dio cuenta de que mucha gente joven iba a ver la película después de haber fumado cigarrillos de la risa, así que modificaron la campaña publicitaria". El nuevo cartel reza: "2001… el viaje definitivo".

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En 1968, la gente se marchó de los tres estrenos programados, según aseguran Dullea y Lockwood. En aquel momento, nadie sospechaba que acabaría siendo un icono en la historia del cine. Las críticas eran muy diversas, si bien muchos periodistas tuvieron que tragarse sus palabras años después, tras escribir perlas como, "2001 es un desastre, demasiado abstracta para transmitir sus mensajes abstractos."

El New York Times calificó la cinta de "muy complicada y lánguida, en la que transcurre casi media hora hasta que aparece el primer hombre y se pronuncia la primera palabra, y otra hora más hasta que empieza a desarrollarse verdaderamente el argumento". Pero quizá la más cruenta de las críticas que he oído sea la de mi padre. Ese mismo año, sus hermanos mayores lo colaron en la sala de cine para verla y los tres se quedaron dormidos en lo que probablemente fue la siesta más flipante que se hayan echado.

Con nuestra capacidad de atención cada vez más mermada, es cierto que hoy muchos rebajarían la obra de Kubrick a algo así como el bostezo más largo de la historia. Para solventarlo, el BFI y Warner Brothers han encargado la realización de un nuevo tráiler para este año, con la esperanza de llegar a un espectador ávido de imprecisiones científicas en beneficio del aspecto dramático (lo siento, fans de Star Wars, pero NO HAY ruido en el espacio), personajes femeninos hipersexuados y seguramente alguna aplicación con la que tuitear sobre la película mientras la ve.

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A fin de cuentas, no iba mal encaminado Ridley Scott cuando dijo que la ciencia ficción había muerto después de 2001. Y hablaba desde la experiencia, sobre todo si tenemos en cuenta su aportación más reciente (sí, hablo de ti, Prometheus). No negaremos que ha habido grandes producciones en los últimos dos años. Tanto Interstellar como Gravity han sido ampliamente alabadas por recrear el espacio con suma precisión, lo cual no deja de sorprender si pensamos que el agujero negro hiperrealista de Interstellar ha ocurrido casi 50 años después de 2001. "El principio de la película me pareció un poco cutre", afirma Lockwood refiriéndose a Interstellar. "Están en alguna parte del centro del país en una ranchera. Lo primero que pensé fue, ¿No empezaba igual Superman?"

A mi entender, Jonathan Glazer y su Under the Skin consiguen ese mismo estado sobrecogedor de desconexión que hace tan hipnotizante la opera magna de Kubrick. Pero cuesta creer que Kubrick fuera el único director compitiendo en la edición de Hollywood de la carrera hacia el espacio. Posiblemente nadie estaba a la altura. "El tipo tenía ojo", afirma Lockwood, corroborando una verdad irrefutable. También es cierto que su excentricidad contribuía a crear la atmósfera tan especial de la película. El simple hecho de estrenar una película sobre la última frontera el mismo año en que Neil Armstrong y Buzz Aldrin se dan (o no, según el lado de la conspiración en que estés) un paseo por la luna con una bandera es ya una hazaña en sí misma.

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La vez que Kubrick se lanzó a teorizar sobre la vida extraterrestre y el origen de la evolución en una larguísima pero muy interesante entrevista concedida ni más ni menos que a Playboy sirvió para añadir aún más atractivo a la película en clave de deconstrucción del pensamiento del genio. Con el transcurso de las décadas, ha acabado por convertirse en una especie de contenidos adicional del DVD, solo que albergado en las profundidades de internet, a la espera de ser descubierto por algún ávido fan.

Como ocurre con tantas otras grandes obras de culto –desde Apocalypse Now hasta Pulp Fiction-, existen infinitas leyendas urbanas en torno a su creación, y cada una añade más misterio que la anterior. ¿Sabíais que una quiromante le dijo a Dullea que veía cohetes espaciales en su futuro una semana antes de que Kubrick le ofreciera el papel? ¿O que el título se inspiró en La Odisea de Homero? ¿O que la cinta estaba tan adelantada a su tiempo que en su argumento de defensa Samsung hizo referencia a las tabletas que usaban los astronautas para escabullirse de una demanda judicial de Apple sobre derechos de autor?

En resumen, 2001 es la hostia, y todo aquel que consiga verla entera la primera vez seguramente querrá volver a verla una y otra vez hasta el fin de los tiempos. Cada toma está perfectamente encuadrada (si la hubieran hecho hoy, la gente que se dedica a hacer GIF estaría encantada) y la banda sonora es el envoltorio perfecto para ese baile de naves espaciales en la galaxia y el carácter épico del que está imbuido el filme.

Esperemos que, con o sin la ayuda del tráiler anabolizado del BFI, las nuevas generaciones de cinéfilos den a 2001 una oportunidad de abrir sus comparativamente diminutas mentes. Dullea sostiene que "el talento de la película, obra de Kubrick, es que ha logrado llegar a generación tras generación". Para los que no han podido verla toda, como bien dice Lockwood: "¿A quién coño le importa?".

Con la colaboración de Tom Breakwell.

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