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La ciclista colombiana a la que le cerraron el paso hacia los Juegos Olímpicos

Milena Salcedo sufrió en 2012 un derrame cerebral y pérdida del nervio óptico. El esfuerzo que hizo para recuperarse y competir no le fue suficiente para llegar a ese torneo.

Milena Salcedo.

A pesar de sufrir un derrame cerebral en 2012 (con pérdida de un nervio óptico), Milena Salcedo consiguió cinco medallas en los Juegos Nacionales de ese año. Fortalecida, sobreviviente, se impuso metas aún más ambiciosas: para 2013 ya tenía tatuada en la espalda una bicicleta que corría sobre ruedas de aros olímpicos: el anuncio inequívoco de que quería clasificar a los Juegos de Río de Janeiro 2016.

El 5 de marzo pasado, en el Mundial de Londres, debía finalizar seis puestos por delante de la japonesa Sakura Tsukagoshi para poder alcanzar uno de los 18 cupos a los Juegos Olímpicos en el ómnium (la prueba más larga, que combina seis disciplinas diferentes de velocidad y resistencia). Después de muchos meses de competencias, y de sumatoria de puntos para el ranking que determina quiénes clasifican a las olimpiadas en agosto de 2016, José Julián Velásquez, su entrenador, tenía las cuentas claras. Sin embargo, dos semanas antes del viaje a Londres, la Federación Colombiana de Ciclismo y el Comité Olímpico Colombiano no avalaron su participación en el Mundial: Milena Salcedo decidió retirarse decepcionada del ciclismo de pista.

A mediados de febrero de 2016 le puso fin a 18 años de vida deportiva (diez como ciclista, ocho como patinadora). En todos ellos superó obstáculos como, por no irme muy lejos, el derrame en 2012: un trombo se le subió a la cabeza por una malformación congénita en el corazón y la obligó a someterse a un cateterismo, que en su caso implicó la implantación de un dispositivo ––llamado amplatzer–– que le cerró el foramen oval y, además, le dejó el corazón frágil, menos resistente.

Duró 20 días en el hospital sin control de la lengua ni de su pierna izquierda. Sin querer enfrentarse a un espejo. Desde entonces, empezó de cero como ciclista, acostumbrándose a una nueva visión en la pista por culpa de la pérdida irreparable de un nervio óptico: para enfocar al ciclista que tenía enfrente debía mover la cabeza de un lado al otro, como quien niega algo. Sobre el tema guardó silencio para evitar ser considerada un riesgo.

A mediados de febrero de 2016 le puso fin a 18 años de vida deportiva (diez como ciclista, ocho como patinadora). En todos ellos superó obstáculos como, por no irme muy lejos, el del derrame

A pesar de que los médicos le diagnosticaron a Milena medio año de incapacidad para luego evaluar si podía o no seguir siendo deportista, en menos de dos meses ella ya lo era: subió en bicicleta al alto El Vino, una ruta al occidente de Bogotá. Río de Janeiro debía ser el premio al ímpetu de no dejarse vencer por ninguna adversidad. Pero no le permitieron pelear por esa clasificación.

Al menos eso dijo Milena en una conversación que tuvo conmigo, en la que responsabilizó a los dirigentes deportivos por su situación actual.

En la cita, al occidente de Bogotá, la indignación se le notaba a través de las gafas. Hacía casi un mes que no se enfundaba una licra para montar en bicicleta. La primera semana después de retirarse no salió de la casa y en un día de la segunda semana trotó media hora, hizo abdominales, sentadillas y barras. Su cuerpo se lo exigía por inercia. Llevaba casi cuatro años viviendo de un cronograma de entrenamiento para clasificar a Río de Janeiro.

"Según la Federación y el Comité, era muy duro que yo lograra un cupo, y por eso no me apoyaron. Pero qué van a saber cómo me hubiera ido. Si ya había clasificado al Mundial de Londres, y si ya tenía el derecho a competir en ese ómnium, ¿por qué no me dieron la oportunidad? Si no creían en mí, al menos debieron dejarme morir en la pista", dice Milena, nacida el 14 de mayo de 1988 en Bogotá.

En su último día como deportista de élite trotó en la madrugada antes de pedalear por dos horas al alto El Vino, una ruta al occidente de Bogotá que marcó su reinicio y su final en el ciclismo. Luego de salir del gimnasio intuyó que la Federación no la incluiría en la lista de participantes al Mundial de Londres. "Estábamos a dos semanas y ni siquiera me habían citado a la Embajada. Ahí pensé: no me van a llevar, estoy fuera del plazo. Entonces dije 'no más' y al día siguiente me quedé en la cama".

Su mamá trató de disuadirla. Dijo no. Se ofreció a ir hasta la Federación para pedirles que por favor. Le respondió que ni loca. No se trataba solo de un arrebato: en 2005 dejó de ser patinadora de fondo porque en un selectivo en Yopal no consiguió uno de los tres cupos para la selección Colombia. Esa vez se retiró frustrada. Hoy, sin embargo, simplemente se cansó.

Ya había tenido que remar contra la corriente al principio del ciclo olímpico (desde 2014), pues no pudo participar en la Copa Internacional de Guatemala que entregaba la clasificación a tres copas y un mundial de la primera temporada (2014-2015), porque el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) decidió no financiarle el viaje.

"En ese momento, Milena no había ganado tanto internacionalmente —dice José Julián Velásquez––. Tal vez por eso decidieron que no invertirían en ella. Luego pudo empezar a competir en la segunda temporada (2015-2016) y, aunque fue descontando puntos en el ranking, los dirigentes dudaron de ella desde el principio".

El IDRD la empezó a valorar solo después de que obtuvo plata en ómnium bronce en persecución por equipos de los Juegos Centroamericanos de Veracruz, y, sobretodo, cuando ganó medalla de oro en el scratch de la Copa Mundo en Londres. Gracias a esas preseas, logradas en 2014, Milena Salcedo se convirtió en una de las ciclistas estrella del IDRD para disputar los Juegos Nacionales en representación de Bogotá.

Su mamá trató de disuadirla. Dijo no. Se ofreció a ir hasta la Federación para pedirles que por favor. Le respondió que ni loca. No se trataba solo de un arrebato.

Y en ese objetivo, dice ella, intentaron acapararla. "A Colombia llegué con problemas de salud de los Juegos Panamericanos de Toronto (julio de 2015). Y los médicos del IDRD me hicieron exámenes y mandaron una carta a la Federación diciendo que no estaba apta para correr el Panamericano de ciclismo en Chile (en septiembre), pero ellos solo querían que me cuidara para Juegos Nacionales (en noviembre). Yo necesitaba descanso, pero sí podía correr. Además, tenía que hacerlo".

En la carta, según el médico del IDRD, Alexánder Niño, recomendaban a la Federación excluir a Milena del Panamericano en Chile para que se recuperara de una fatiga que generó una fascitis plantar y una tendinitis en la rodilla. "A ella no le dosificaron las cargas antes de los Juegos Panamericanos de Toronto y se sobre entrenó. Participando allá se le agudizó el problema. Entonces nosotros recomendamos reposo cuando volvió, pero el entrenador y ella decidieron competir", explica el médico Niño.

El Panamericano en Chile entregaba puntos para los Juegos Olímpicos y si no participaba quedaba sin aspiraciones. Solo necesitaba presentarse para seguir en carrera. "Entonces, después de que la Federación me había sacado de la lista (de viajeros a Chile) por esa carta del IDRD, tuve que rogarle al médico para que dijera en una nueva carta que en verdad sí estaba apta y me daba el aval para correr. Luego tuve que rogar en la Federación para que me incluyeran".

Corrió como pudo en Santiago de Chile, regresó a Colombia a recuperarse y ganó tres medallas en los Juegos Nacionales. En febrero de 2016, sin embargo, no le habían pagado el dinero prometido por representar a Bogotá. "El IDRD también tiene mucha responsabilidad en toda esta situación. Si ellos me hubieran respaldado desde el principio para ir a Guatemala, hubiera hecho más puntos y con más opciones de clasificar a Olímpicos. La Federación tal vez sí me hubiera dejado ir a Londres".

Durante todo el ciclo olímpico, Milena no solo debió preocuparse por su rendimiento deportivo, sino también por la búsqueda de apoyo económico. Desde enero de 2014 hasta marzo del 2015 solicitó que la incluyeran en la ayuda a deportistas que ofrece el Comité Olímpico. Y cuatro meses después de que la aceptaran en el programa (con una mensualidad de $1'900.000) le notificaron por correo electrónico que la bajarían de categoría (con una mensualidad de $1'200.000) por sus malos resultados en los Juegos Panamericanos de Toronto, en los que corrió con una tendinitis en la rodilla izquierda.

Luego su entrenador no solo debió pelear para que la dejaran participar en la Copa Mundo de Hong Kong a mediados de enero, sino que tuvo que prescindir de un masajista para incluirla en la delegación. "Yo insistí mucho en que podía clasificarla a Olímpicos. Primero logré que la avalaran para Hong Kong, luego pasé su nombre en lista de seleccionados para Londres, pero me informaron que no habían aprobado su participación. Que no iban a invertir en ella teniendo pocas opciones", explica José Julián.

Y de nada le hubiera servido a Milena recoger el dinero para viajar a Londres. "No me hubieran dado el aval. Porque no quieren que el deportista sea superior a la Federación. Igual no hubiera hecho eso. Me aterra que uno dando resultados, porque finalmente me clasifiqué por méritos al Mundial de Londres, tenga que ir a rogarles".

La Federación tiene completa autonomía en el ciclismo de pista para decidir quién puede representar a Colombia y quién no. Pero, a veces, el talento no es suficiente para resultar apto.

Milena asegura que no quisieron invertir particularmente en ella, por eso tuvo que costearse los entrenamientos en diciembre de 2015 cuando, en su mejor momento, le financiaron algunas concentraciones. Y por eso cuando se dio cuenta de que no la incluirían para el Mundial de Londres tiró la toalla.

En su primer día como exdeportista se despertó en la tarde y durante una semana no salió de su cuarto. Se sintió deprimida. Tres semanas después de su retiro no se aguantó las ganas de prender el televisor para ver el Mundial de Londres. Lloró pero no pudo dejar de ver. Se frustró al ver que la japonesa a vencer finalizó de penúltima, por lo que un puesto 12º le hubiera alcanzado para clasificar a Río. Maldijo. Y también se sorprendió al notar la presencia de algunos colombianos en el Mundial que ni siquiera tenían aspiraciones olímpicas.

No me hubieran dado el aval. Porque no quieren que el deportista sea superior a la Federación.

"Santiago Ramírez, por ejemplo, tenía opción en equipo pero no llevaron a su compañero Rubén Murillo. Entonces corrió el kilómetro, que ni es prueba olímpica, y la velocidad, que es especialidad de Fabián Puerta. Entonces yo hubiera podido correr el scratch y la puntos. ¿Y si hubiera quedado campeona mundial en esas? Me dirían: 'Es que no son pruebas olímpicas'. Ok. ¿Entonces por qué llevan a Santiago? Eso es lo raro del asunto. ¿Por qué solo conmigo son así?".

Nunca supo la respuesta a esa pregunta, porque, tras su retiro, decidió alejarse de todo el mundo del ciclismo. Pero el mismo Jorge Ovidio González, gerente antioqueño de la Federación Colombiana de Ciclismo, me dio una explicación sobre el tema. "Esta niña no contaba con muchas posibilidades. Tenía que estar por encima de países muy fuertes. Santiago Ramírez fue a competir porque venía mostrando unas habilidades grandes en el kilómetro, pero Milena estuvo colgada en los puestos 17 y 18 en las últimas competencias. Era muy lejana la opción para ella".

En la Copa Mundo de Cali finalizó de 18º, en la Copa Mundo de Nueva Zelanda de 17º y en la Copa Mundo de Hong Kong, de 15º. Incluso Milena acepta que los resultados en las últimas pruebas del ómnium no la acompañaron, pero sus posibilidades —remotas o no— seguían intactas. A los dirigentes no les bastó.

"Yo sé que es un honor participar, pero si alguien clasifica de último a los Juegos Olímpicos, ¿cómo cree que le va a ir? Sus posibilidades eran mínimas. Esas fueron nuestras razones", añade el dirigente Jorge Ovidio González. Por esos argumentos, Milena Salcedo prefirió el retiro a seguir intentando convencer a tantos.

Decidió dedicarse a recuperar sus ámbitos familiar y académico, pues por tantas competencias perdió su cupo para continuar en ingeniería industrial en la Universidad Nacional a distancia, carrera que estudió por seis semestres. Así que se inclinó por iniciar un nuevo pregrado. Cultura física o ciencias del deporte.

Y también decidió conservar su tatuaje de los aros olímpicos en la espalda, pues, al fin y al cabo, el camino a Río 2016 fue su vida y, aunque sufriendo, aprendió al recorrerlo. Otros caminos la esperan. Y eso sí: otra vez tendrá que empezar de cero.