El fantasma de Ranieri se paseó en King Power: El Leicester City continúa la hazaña
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El fantasma de Ranieri se paseó en King Power: El Leicester City continúa la hazaña

La historia se sigue escribiendo hoy con el interino Craig Shakespeare en el banquillo, el novato Leicester hizo más que sobrevivir, se posicionó entre los ocho mejores del continente después de vencer 3-2 al Sevilla, bicampeón de la Europa League.

La magia sigue ahí, Claudio Ranieri la dejó en el King Power Stadium. La historia se sigue escribiendo hoy, y con el interino Craig Shakespeare en el banquillo, el novato Leicester hizo más que sobrevivir: se posicionó entre los ocho mejores del continente después de vencer 3-2 al Sevilla, bicampeón de la Europa League. Kasper Schmeichel volvió a provocar la locura en su padre, el insigne portero Peter Schmeichel, quien lo miraba desde la tribuna detener el segundo penal de la serie. "Captain Morgan" y Jamie Vardy, el goleador de la temporada anterior de Premier League, volvieron a ser. La gloria es de todos los presentes, pero también del que no está: el técnico italiano del "dilly-ding, dilly-dong", Claudio Ranieri, que sacudía el espíritu de los jugadores todavía hace un mes.

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El hogar de los conquistadores se fortalece con cada ocasión europea. Ahí, donde ganaron cuatro partidos, celebraron seis goles y lamentaron solo uno… hasta ahora. Kasper hizo de su meta un fuerte al que mantuvo imbatible en tres duelos; el partido de hoy es la muestra. Esta noche los movió la intensidad que por un tiempo se extrañó en los Foxes, fueron incisivos, se replegaron cuando fue necesario y aunque pudieron sentenciar con el cuarto, no permitieron el lamento del tiempo extra.

Después del título de Premier League, es más fácil creer, aunque es ahí en donde Leicester ha fallado en la continuidad del proyecto. Con 27 partidos jugados, sólo suman 7 victorias, 14 derrotas y su diferencia de goles es negativa. La esperanza del bicampeonato era solo eso, pero era difícil pensar en una caída tan estrepitosa que los pusiera solo nueve meses después en riesgo de volver a la Championship, la segunda división inglesa, de donde tanto esfuerzo les tomó salir para hacer de esa ciudad de paso un santuario del futbol, reconocido alrededor del mundo por un deporte que ni siquiera los movía tanto.

Por eso hoy se siente extraño verlos arrasar, desbordados al ataque y certeros en la asociación; cuando en las últimas semanas de Ranieri en el banquillo no eran la mitad. La duda nunca esperó, se habló de un equipo que le daba la espalda a su mentor, de una institución que echó a la calle al principal artífice del único título en su historia. Se defendieron con mensajes de cariño y gratitud, pero la magia de este día no acomoda como antes: "A esta hazaña le falta este hombre para que sea completa", escribió un aficionado del Manchester United tras el triunfo, acompañado de una imagen de Claudio sonriente.

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Eso tiene Ranieri, una sensibilidad sin temor a ser expuesta, como lo hizo en su carta de despedida: "Ayer mi sueño murió. Después de la euforia de la temporada pasada y coronarnos campeones de la Premier League, todo lo que soñaba era seguir en el Leicester City, el club al que amo para siempre. Tristemente esto no va a suceder". Empacó, se despidió de los jugadores y dijo que se iba "en paz". En paz porque ahora la Premier League necesitará su nombre para ser contada, imposible prescindir del equipo pequeño que un año antes rozaba el descenso con una nómina bastante discreta y aprovechó un momento que quizás no vuelva a darse, con los históricos de la Premier League disminuidos y un Tottenham atemorizado por la proximidad del título.

"Nadie nunca podrá quitarnos lo que logramos juntos", escribió un día después de la noticia hacia el mundo. Ranieri, el hijo de un carnicero que renunció a la posibilidad de continuar el negocio familiar a cambio del futbol, había iniciado su carrera mucho tiempo atrás, su nombre en el futbol inglés pudo marcarlo como en ningún otro club, pero él ya existía y había marcado a otros con sus enseñanzas. Primero en Cagliari al que ascendió desde la tercera división en temporadas consecutivas, luego fue el Napoli, frente a la reciente salida de Diego Maradona; la Fiorentina, Valencia, Atlético de Madrid y después, su primer contacto con la Premier League al mando del Chelsea, la vuelta al Valencia. El regreso a su país con el Parma, la Juve, la Roma, el Inter; Mónaco y su paso tan breve como accidentado con la Selección de Grecia. Este fracaso tendría respuesta: "No soy un mago".

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¿Por qué creerían en un tipo que dirigió a la selección griega, deslumbrante en el Mundial de Brasil, para perder contra Islas Faroe en la clasificación a la Euro? Los medios ingleses, punzantes en sus textos, cuestionaron la elección de Ranieri como sustituto de Nigel Pearson y solo encontraban respuesta en su amable personalidad, contraria a la actitud retadora de Pearson, y a su pasado en Chelsea, cuando fue conocido como The Tinkerman por sus constantes rotaciones en la alineación. Aquel periodo del 2000-2004 inició justo así, con las miradas desconfiadas de aficionados que después escribirían su nombre en las camisetas sin haber ganado un título. El mayor logro en su primer periodo en Inglaterra fue la semifinal de Champions League perdida frente a Arsenal.

Nadie miraba con gran interés al Leicester City cuando esa historia comenzaba a escribirse, en muchos sitios del mundo seguramente no sabían ni de su existencia. Ranieri firmó con el principal objetivo de salvar a los Foxes de la Championship y gracias a la consistencia de los resultados en una liga competitiva, pero aun limitada para los poderosos, al cabo de seis jornadas el equipo estaba en todos lados. Primero como una peculiaridad, luego como un chiste y después por la sorpresa.

"Tengo un mensaje para ustedes: bienvenidos al club. Nos complace tenerlos con nosotros. Quiero que disfruten con la forma en que jugamos a futbol y quiero que amen a mis jugadores porque su recorrido es increíble", escribió en abril, en una carta dedicada a los asombrados que de pronto comenzaron a encender el televisor para verlos desde cualquier parte del mundo.

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El sonido de la campana imaginaria fue el sello de la temporada. El mediocampista Danny Drinkwater explicó que el "Dilly-ding, dilly-dong" lo decía Ranieri para atraer su atención cuando los notaba dispersos. En Navidad, el técnico obsequió una pequeña campana a cada miembro del equipo, así provocaría una sonrisa en ellos. "Cada entrenador es diferente y cada uno tiene su filosofía, su manera. Me gusta, o trato de hacer, que mis jugadores y yo podamos hacer nuestro trabajo con una sonrisa. Esa es mi filosofía. No quiero ver personas tristes a mi alrededor. Es importante estar juntos, sonreír". Y si la pizza es felicidad, el italiano siempre la tenía lista como recompensa para un arco en cero.

Ninguna exclusiva en Inglaterra, a pesar de que parecía una nueva forma de hacer equipo, Ivo Pulga, mediocampista del Cagliari y jugador de Ranieri del 88 al 91, compartió sus recuerdos al diario británico The Guardian, con la intención de relatar que aquella herramienta de la campana inició en Italia mucho antes: "Tan pronto como vi la historia en Inglaterra el mes pasado, mi mente viajó en el tiempo al entrenamiento en que esto pasó. Era muy temprano en la mañana y nosotros, los jugadores, estábamos un poco adormilados. (Ranieri) podía ver que mentalmente todavía estábamos en la cama y entonces gritó: "Dilly-ding, dilly-dong… el entrenamiento comenzó… Dilly-ding, dilly-dong!". También les obsequió campanas en Navidad.

Ranieri, dicen quienes han jugado bajo sus órdenes, es un hombre directo y de buen trato con toda las personas. La columna vertebral del actual campeón de la Premier League: Vardy, Mahrez, Morgan, Kanté, todos relegados del protagonismo de los clubes grandes por un talento que tuvo que ser descubierto varios años más tarde, agradecieron la confianza: "Me diste el coraje que necesitaba", escribió el mediocampista argelino Riyad Mahrez, quien dejó a más de un defensa parado entre sus regates, un descaro poco visto en el futbol inglés.

Después de jugar por una década en las divisiones inferiores y un regreso incierto en 2014, las probabilidades eran 5000-1 al inicio de la liga, no había espacio en la mente para la hazaña. Leicester City fue campeón, con el hombre gol de la temporada y solo tres derrotas en 38 partidos. La felicidad y la unidad fueron activos, pero nunca soñaron; algún día escribió Claudio Ranieri: "nosotros no soñamos. Simplemente trabajamos duro".