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Comida

Lo que piensa tu mesera de tu terrible cita de Tinder el Día de San Valentín

El Día de San Valentín es más o menos igual en todos lados. Una noche muy extraña en un restaurante lleno de mesas para dos y una atmósfera un poco forzada.
Photo via Flickr user tiraslee

Bienvenidos a nuestra columna Confesiones de restaurante, donde le damos espacio a las voces no escuchadas de la industria restaurantera, ésas que están tras bambalinas. Entérate de lo que ocurre en la parte oscura de tus restaurantes favoritos. Esta vez, escuchamos a una gerente junior en un restaurante popular en el centro de Londres sobre sus experiencias de trabajo en el Día de San Valentín.

He sido mesera y gerente de restaurante en Londres, Melbourne, Sydney y Auckland. El Día de San Valentín es más o menos el mismo en todos esos lugares. Es una noche muy extraña: un restaurante lleno de dos en dos no es la atmósfera ideal cuando todos muestran su mejor comportamiento y se siente un poco forzado.

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He elaborado bromas sobre la noche en la que me encuentro diciéndole a mi personal cada año: "No necesitamos velas porque las parejas incómodas iluminan la habitación con sus teléfonos", o algo acerca de cómo los románticos sin esperanza son los culpables de que no haya estrellas en Londres debido a su contaminación lumínica el 14 de febrero. Son chistes malos pero todos se ríen, ya que resume totalmente cómo ocurre la noche. Tomar una foto de comida y ponerla en Instagram es una forma educada de no hablar con tu cita, supongo.

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En general, en el Día de San Valentín, siempre hay una pareja fajando a mitad del restaurante y, si tenemos suerte, sexo en los baños. Una vez una pareja tuvo sexo en el baño y ella dejó huellas de manos sobre el espejo y sus medias rasgadas en el bote para que las recogiéramos. ¡Qué clase!

Lo que también he visto de vez en cuando es la excusa de estar en Instagram, pero la persona en realidad está en Tinder, fijando una cita para esa misma noche. Ésas son las mesas que quiero atender porque sé que puedo despacharlas más rápido, además de escuchar las excusas hilarantes de por qué tienen que irse. Las chicas son mejores en esto que los chicos, por cierto.

También las citas de Tinder ocurren el Día de San Valentín. Uno no pensaría que es la mejor noche para conocer a alguien nuevo, toda esa presión, pero creo que para algunos, la soledad es peor que una noche incómoda cenando fuera.

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Se dio cuenta de su error tan pronto como vio al segundo chico entrar. Ideamos un plan: le explicó al Chico Número Dos que, puesto que era una primera cita, solo bebidas en el bar sería lo mejor.

Había una chica inglesa en Melbourne a la que yo le caía bien porque éramos paisanas. Ella sabía beber (era del norte) por lo que, para ser justos, a mí también me caía bien. Era divertida, del tipo de clienta regular con la que podías reír y que le interesaba cómo estabas. Creo que éramos su lugar de elección para sus citas de Tinder, lo cual es sensato: tener un lugar que conoces por si las cosas fallan, así tienes un respaldo. Una vez me hizo llamarla, haciéndome pasar por su compañera de departamento con una emergencia. Luego, se fue con prisa, entró por la parte trasera, y observó desde la cocina mientras se iba su mala cita, Luego se sentó en el bar entreteniendo a los bartenders por el resto de la noche con excelentes historias, mientras tomaba Aperol Spritz.

Una noche en particular, el Día de San Valentín hace un par de años, organizó dos citas de Tinder para la misma noche por accidente. Nuestro lugar era un espacio de comedor compartido, pero el bar estaba escondido detrás de una pared.

Se dio cuenta de su error tan pronto como vio al segundo chico entrar. Ideamos un plan: le explicó al Chico Número Dos que, puesto que era una primera cita, solo bebidas en el bar sería lo mejor. Por lo tanto, ésa fue una cita en el bar y la otra en la mesa para la cena (¡La comida especial de cuatro tiempos del Día de San Valentín!)

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Obviamente se emborrachó porque es inglesa, muy nerviosa, y bebía al ritmo con dos chicos al mismo tiempo. Uno con vino, el otro con cocteles.

Lo mantuvo así por un rato, caminando entre las dos mesas, hasta que se equivocó porque le dijo al Sr. Cita de la Cena el nombre del Sr. Cita del Bar. El Sr. Cita de la Cena llega al bar a pagar y luego le dice al Sr. Cita del Bar quien es. El Sr. Cita del Bar se levanta y también se va. Ninguno se despide, ella está de pie, congelada, entre el comedor y el bar, viendo cómo se desarrolla. Todo el mundo está viendo cómo se desarrolla.

Así que me quedo con una chica borracha inglesa que ahora no tiene citas. Se queda un rato y toma otra copa y termina ligando con un bartender vecino, que llegó después de terminar su turno. Por lo tanto, está bien todo lo que termina bien, supongo.

Era divertida, pero era un desastre. Me pregunto qué fue de ella.

Como se lo contaron a Anna Sulan Masing.

Este artículo se publicó originalmente en febrero del 2016.