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Los Yankees están viejos, libres de marca y son buenos

Por un largo tiempo, los Yankees se han definido por la tradición. La nueva versión ha reemplazado a los Verdaderos Yankees con mercenarios veteranos... y son buenos.
Photo by Adam Hunger-USA TODAY Sports

Por primera vez desde hace mucho, los Yankees de Nueva York se han liberado de su propia mitología. En la clausura de la temporada pasada, Derek Jeter tomó todo un año de provisiones de regalos de despedida y pasó de ser un campocorto, o shortstop, desafiado por la demanda de la posición a ser el William Randolph Hearst de los ex atletas de la era digital. Después de que Jeter siguiera el ejemplo de Mariano Rivera, Andy Pettitte y Jorge Posada, pareció justo declarar el fin de los períodos de autodefinición más duraderos y exhaustivos en la historia del deporte.

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Desde que se tiene uso de razón, la franquicia se había definido por sus Verdaderos Yankees —jugadores que encajaban en el sistema, portaban las rayas con una naturalidad heredada, y lloraban sin la ayuda de gotas la primera vez que el Sr. Steinbrenner los llevó a dar un paseo al Monument Park. Ya que se trata de los Yankees, también había muchas importaciones costosas, pero el cinismo de estas adquisiciones era perdonable y olvidable siempre y cuando se rindieran, en actitud, si no es que también en talento, ante la esencia de equipo. El resultado fue comercializado como un simple servicio para el público estadounidense, para quien la idea de un octubre sin Jeter o Rivera era insoportable. Aún así, el cuento de hadas de las carreras de Rivera y Jeter no tuvo un final feliz. Los Yankees se perdieron los playoffs en sus temporadas finales.

Los íconos se han ido. A pesar de este distanciamiento en la ortodoxia de la franquicia, Nueva York está en lo más alto de la Liga Americana del Este, con ventaja de un juego y medio de los emergentes Toronto Blue Jays, quienes barrieron con los Yankees el fin de semana pasado. Ya sea que logren o no mantener la ventaja, cualquier éxito es menos interesante comparado con la forma en que sucedió. Estos Yankees hacen poco uso de los grandiosos temas del legado y el linaje de la organización, y son muchos más agradables por ello.

La historia de este año de los Yankees comienza con Alex Rodríguez, quien para este punto de su carrera es reconocido por su forma de tomar oportunidades finales. En una alineación con deteriorados pero aún efectivos bateadores con poder —por lo que he contado, solo un jugador de Nueva York inamovible, Brett Gardner, está en lo que se podría determinar como su apogeo— Rodríguez es el más deteriorado y sorpresivamente el más rejuvenecido. Junto con él están también en su segundo aire, pero menos provocativos, el All-Star Mark Teixeira; el tranquilo pero lento bateador ambidiestro Carlos Beltrán que tiene un OPS de .860 desde el primero de junio; el desagradable McCann; el energético Gardner; y el siempre disponible Chase Headley.

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Cuando tienes la oportunidad de tocar a Alex Rodríguez, la tomas. —Foto por Matthew Emmons-USA TODAY Sports.

Con la ayuda de un delgado pero capaz personal de lanzadores abridores y un inexorable fondo en el bullpen, esta mezcla de proyecto sin capitanía está causando daño en la Liga Americana; dejemos de lado los recientes problemas contra Toronto. Los Yankees están en segundo lugar con más carreras en el béisbol, con los Jays detrás. Tienen el tercer puesto con más cuadrangulares. En una racha de diez juego que abracó el final de julio y el comienzo de agosto, anotaron 90 carreras, mejorando su mejor marca por 24. Puede que esto último haya sido un poco de chiripa. El resto no se puede negar.

El primer juego de dicha racha, una remontada para vencer a los Twins en Minneapolis el 25 de julio, es un microcosmos de la temporada Yankee. Los Twins habían sacado a C.C. Sabathia y tenían una ventaja de 5-0 en lo alto de la cuarta, cuando Rodríguez pegó un cuadrangular que solo los fans de Minnesota más dolidos —recordando aquellas barridas de postemporada a manos de Nueva York que parecían superficiales, por parte de los Yankees, tan fáciles como comerse una rebanada de pastel— percibieron como algo más que una estadística sin trascendencia al borde de una paliza. El marcador se quedó en 5-1 hasta la séptima entrada, cuando otro tiro de Rodríguez y un fly de sacrificio de Headley lo pusieron 5-4 hasta el final de la entrada.

Alez Rodríguez, derecha, le ruega a Brian McCann, izquierda, para que lo lleve a Dorney Park & Wild Water Kingdom. —Foto por Noah K. Murray-USA TODAY Sports

La regularidad con la que los dioses del béisbol han conspirado para hacer lucir a Rodríguez en momentos oportunos esta temporada es evidencia de una deidad con una racha en contra de la instauración o una carrera afortunada para mortales que comparten esa opinión. A-Rod pegó su hit número 3,000 en el Yankee Stadium en junio, cuatro temporadas después de que Jeter hiciera lo mismo; estaba liderando la novena en el Target Field, dos años antes de su cumpleaños 40, esperando empatar un juego que una hora antes parecía perdido.

El cerrador de los Twins, Glen Perkins, lanzó una bola rápida a las rodillas de Rodríguez, y éste logró su home run más corto e impresionante de la noche. Los home runs previos habían sido una manualidad. Este fue una obra de arte. Rodríguez movió su cadera hacia atrás hábilmente lejos del plato, dándole espacio a sus brazos para que se extendieran. La bola salió disparada hacia el jardín central, empatando el juego; minutos después John Ryan Murphy le daría una ventaja a los Yankees que no perderían.

En el transcurso de unas cuantas entradas, Rodríguez se convirtió en la figura del partido. Su primer título de la división en tres años está en la mira —incluso cuando se está poniendo en duda gracias al reciente progreso de los Bule Jays— al igual que el primer puesto del equipo en la postemporada en al menos dos décadas sin un guión excepcional a la Bronx ya listo que lo acompañe.

En resumen, los Yankees no son más una parábola. Más bien, son un montón de bateadores de poder juntados en varios puntos bajos de sus carreras, apoyados por un plantel muy sólido de lanzadores, tratando de sobrellevar las cosas. Si esto provoca que los escritores de los promocionales de Fox tengan que trabajar más duro cuando llegue octubre, pues bienvenido. De todos modos, todos se habían hartado del viejo libreto.