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¿está italia condenada a ser un cementerio de elefantes?

Cómo la crisis de la deuda europea hundió el fútbol italiano

Los clubes de la Serie A llegaron a dominar el fútbol europeo, pero la crisis económica amenaza ahora con convertir el legendario torneo en un mediocre cementerio de elefantes.
Photo by Ron Scheffler/USA TODAY Sports

Los equipos italianos estuvieron en la cúspide del fútbol europeo durante las dos últimas décadas: entre 1991 y 2001, la Serie A tuvo el coeficiente más alto del continente. Desde 1990 y hasta 2010, el AC Milan ganó cuatro veces la Copa de Europa; la Juventus de Turín y el Inter de Milán sumaron una más cada uno. Kakà, Fabio Cannavaro, Andriy Shevchenko, Pavel Nedved, Ronaldo Nazário, George Weah, Roberto Baggio, Marco Van Basten y Lothar Matthäus también ganaron el Balón de Oro gracias a sus actuaciones en equipos italianos.

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El declive de la Serie A se hizo patente tras la victoria del Inter en la Champions League en 2010. Durante la temporada siguiente, el coeficiente de la liga italiana cayó por debajo del de la Primeira Liga portuguesa hasta una humillante quinta plaza; el torneo transalpino se recuperó, pero a día de hoy se coloca por detrás del español, el inglés y el alemán. Para más inri, entre los 20 mejores equipos del ranking de la UEFA solo hay dos italianos: la Juventus (14ª) y el Nápoles (20º).

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Las estrellas extranjeras del periodo dorado de la Serie A han envejecido o se han ido a otros países, y los equipos italianos no han sido capaces de sustituir a sus antiguos ídolos con caras nuevas como sí han hecho la Liga o la Premier League. La Serie A sigue en el 'top-10' de los torneos europeos y seguramente logre mantenerse allí gracias a su tradición y la enorme afición de su país, pero no podrá recuperar una posición de preeminencia hasta que resuelva sus graves problemas estructurales y financieros.

No es una coincidencia que los peores problemas de la Serie A hayan surgido justo después de la crisis financiera global. La Eurozona respondió a las deudas masivas de sus miembros sureños imponiendo duras medidas de austeridad, y eso tuvo brutales consecuencias para las economías de dichos países. Italia es uno de los llamados PIIGS, el grupo de países formado por Portugal, Irlanda, Grecia y España que ha sufrido las consecuencias más severas de la crisis.

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Mientras el fútbol español y el portugués han sabido resurgir gracias a su autosuficiencia, el italiano no ha sido capaz de superar las dificultades a las que se ha enfrentado. En la temporada 2013/14, solo 6 clubes de la Serie A consiguieron acabar el año con ganancias: la deuda total de los equipos de la primera división italiana ascendió hasta los 1.700 millones de euros.

"Buenas, señor De Rossi, vengo aquí a cobrarle unas facturas que…" "¿Qué? ¿Quién? ¿Facturas ha dicho?". Foto de Tony Gentile, Reuters.

La deuda no es un problema exclusivo del fútbol italiano: los clubes de la Premier League acumulan una mayor, e incluso instituciones tan solventes como el Real Madrid están fuertemente endeudadas. El problema de Italia es la distribución temporal de las deudas y su magnitud, como recogió el profesor de Economía Tito Boeride la Universidad Bocconi de Milán en un estudio elaborado en 2012.

Según Boeri, la Serie A depende de forma desproporcionada de los ingresos procedentes de la televisión: esto significa que la liga italiana no genera tantos recursos como otros campeonatos mediante otras vías como la venta de entradas o el merchandising. Cuando los costes de empleo representan el 90% de los gastos y las superestrellas se reparten entre los demás campeonatos europeos, la situación para los clubes italianos es muy complicada: sencillamente no ganan suficiente dinero como para pagar a los jugadores necesarios para ganar la Champions League. Las estrellas que juegan en Italia se venden para poder sufragar las deudas, lo que genera un círculo vicioso en el que cada vez entra menos dinero debido al menor atractivo del campeonato.

Idealmente, los clubs tendrían que recortar costes para ser competitivos, pero en su análisis Boeri concluye que ningún equipo italiano ha logrado ese equilibrio. El Udinese ha sido el mejor en eso, pero aún así no ha logrado traducir su éxito financiero en triunfos deportivos. La mejor forma de competir sin ir directamente hacia la bancarrota es invertir en las canteras y evitar los fichajes a precios exorbitantes. En última instancia, Boeri atribuye la situación de la Serie A a la incapacidad de adaptar su estructura administrativa, arcaica y excesivamente compleja, a las necesidades actuales.

Hay un camino para salir de todo esto, pero requiere un cambio desde la raíz. Para empezar, los clubes italianos deberían invertir el escaso dinero que aún tienen en sus jóvenes promesas para desarrollar una nueva generación de futbolistas de calidad; al mismo tiempo, deberían renunciar a los fichajes altisonantes. Eso seguramente significaría tener paciencia y tardar unos años en construir proyectos exitosos —una forma de trabajar históricamente impopular en Italia.

La Juventus, bicampeona de Italia y finalista de la Champions League de este año, ha sabido trabajar con este modelo y sacarle réditos; los nuevos dueños de la Roma parecen querer iniciar un camino similar, y también en Nápoles se detectan algunos brotes verdes. La Serie A parece, pues, destinada a caminar sobre la cuerda floja entre la ruina económica y el éxito deportivos: si lo logra, sobrevivirá, pero si no, el otrora brillante campeonato italiano corre el riesgo de convertirse en una reliquia polvorienta.