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Cultură

Cómo evitar comer techo cuando vas hasta arriba de droga

Hemos llevado a cabo un estudio para ver cómo alcanzar eses anhelado sueño que nunca llega. Las pajas, indiscutiblemente, triunfan.
comer techo

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Hay un concepto esencial en todo esto que es: "A lo hecho, techo". Y bien de techo. Cantidades industriales de techo. Cuando llegas a casa -y se te ha ido la mano por la noche- el plano fijo que sueles ver, casi siempre desenfocado, es el techo de tu habitación. Así, en panorámico, aparecen ante ti un par de metros cuadrados de pared blanca, y, con suerte, alguna lámpara. Es como estar ante la pantalla del cine, y la película que ponen esa mañana es de miedo. A veces de terror.

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Se te ha ido la mano por la noche y ahora estás sufriendo las consecuencias. No puedes dormir, sabías que esto podía ocurrir, era un opción, y finalmente ha ocurrido. Mala suerte.. Pero tranquilo, pasa bastante a menudo y como nos preocupamos por tu descanso, hemos llevado a cabo un estudio entre 15 sujetos que han pasado por lo mismo que tú.

Masturbate y a dormir

Estadísticamente, masturbarse es la opción preferida (y la que mejor funciona según nuestros sujetos) para conseguir conciliar el sueño: "Me meto en mi habitación con una botella de litro y medio de agua y me hago una paja. Es infalible. Si me la veo venir, intento comer algo antes de llegar a casa, aunque casi nunca consigo hacerlo" o esto es lo que nos cuenta H. (25 años). En su misma línea encontramos el testimonio de J. (24 años), un practicante del onanismo que se encuentra con el problema de la duración: "Las pajas son interminables cuando estás comiendo techo". Y para terminar este bloque de pajeros confesos, G. (32 años) aporta su experiencia. "Follo y si no tengo a nadie cerca, me toco. Una vez, con un subidón de speed lo único que me hizo efecto fue tomar un Red Bull. Aunque a mí no me suele importar comer techo, estoy acostumbrado a dormir dos o tres horas cuando salgo y luego levantarme con toda la resaca".

El 'método Picasso'

En nuestro sondeo sobre los métodos para planchar la oreja cuando se te ha ido la mano, hemos descubierto el que podíamos llamar 'método Picasso'. El 'crossover' definitivo entre Morfeo y el arte. "Depende del pedo que lleve. Pero en general empiezo a pintar y lo que salga ¿No sabes lo que es eso? Sí, es como si tuvieras un pincel en la mano e imaginas que tienes delante un lienzo un blanco. También controlar la respiración, contar (uno, dos, tres…), poner las piernas en la posición de tienda de campaña, estar mucho rato en una postura determinada y no moverme o soltar la pierna y hacer 'el ancla' con el suelo. Aunque está claro, la paja no falla", afirma J. (35 años). En la misma línea artística si sitúa I. (36 años). "Hago un pequeño show, le pongo motes a la gente, hablo para mí mismo, gritando mucho, moviéndome de forma más ágil que cuando estoy sobrio. Me imagino, en ese momento, que en mi habitación hay más gente, monto una especie de teatrillo. Lo de la paja lo puedes dar por supuesto".

También con esa actividad frenética post-ciego encontramos la experiencia de F. (36 años). "Si estoy comiendo techo, lo que me gusta es hacer cosas. Hay que evitar que llegue la angustia y no perder el tiempo. Suelo intentar no salir a la calle, porque son horas en que hay mucha gente ya. Pero si salgo, por ejemplo, soy capaz de cortarme el pelo o hacer la compra. En general, intento hacer cosas. Lo fundamental es estar activo y asumir que no vas a dormir. Pajas no, sexo en pareja en todo caso. También está muy bien 'fusilarte' a porros, fumar sin parar".

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"Traquimacín, Orfidal y Noctamil. Canutos, pelis y pollo frito con guacamole"

Cinefilia

Nos ha sorprendido mucho el uso de películas y series de televisión. "Veo series, la que toque en ese momento. Que tenga muchos capítulos disponibles, me da igual que sea House of Cards o episodios sueltos de Friends. Aunque limpiar la casa también me ayuda", M. (25 años). Hay algunos que llegan, incluso, a tener una película fetiche: "Soy un tío muy romántico, me masturbo y me pongo Arma Letal 2, muy bajita, de fondo y a dormir. Coges el ordenador, primero la paja y luego con el doblaje de Mel Gibson de esa época, que es muy bueno, me quedo dormido. Me lo pongo bajito, tiros y golpes de fondo, mano de santo". (M. 30 años).

No pares: sigue, sigue

Hay gente que prefiere seguir con la química (aunque legal) cuando el sueño se resiste. "Traquimacín, Orfidal y Noctamil. Canutos, pelis y pollo frito con guacamole" (J. 22 años). "Yo no puedo parar, me sigo metiendo… Bueno, quizá un Orfidal o Diazepam que te bajan el corazón y sucumbes al sueño" (R. 28 años). Luego están los que prefieren seguir con el motor en marcha "Lo mejor es siempre una doble dosis de las chucherías que has estado consumiendo, si falla, otro doble. Y así exponencialmente cada 20 minutos. Hasta que llega el descanso del guerrero", dice J. C. (28 años). Estamos ante el testimonio de un sujeto que apuesta porque el ritmo no pare. Igual que F. (40 años): "Beber alcohol está bien y si no leche. El sexo en pareja da perezón, luego es verdad que te quedas dormida, pero da pereza. Incluso la paja me cansa".

Aunque los que de verdad nos dan envidia son esa gente que nunca, pero nunca, han tenido la visita de la ansiedad. "No como techo. Una vez solo me paso y como estaba compartiendo la habitación y vi a gente que estaba igual que yo, me sentí muy bien" (M. 27 años). En el polo apuesto están los que sufren en solitario (como con las hemorroides). "Yo me odio bastante, pienso que haré todo lo posible por no estar en esa situación de nuevo, doy asquísimo", comenta W, de 29 años. Y también los que se rinden, tiran la toalla, como C. (34 años). "Es una cosa que me supera, no conozco ningún truco, ni creo que exista. Si me fumo un porro a cara perro consigo quedarme inconsciente, pero dormido no". Hay que hacer una mención especial al pacto entre caballeros. Esta situación se da cuando compartes habitación con un amigo o amiga. Llegáis juntos a casa, habéis compartido los mismo hábitos 'alimenticios' y también hay un pacto tácito de no agresión. Es decir, nadie habla, nadie comenta que está jodido, ni que está zampando techo. Aun sabiendo -por la respiración, las visitas al baño y los gruñidos- que el compañero sigue despierto. Los dos marcháis en paralelo hacia el añorado descanso que nunca llega.