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Cultură

Preguntamos a un experto por qué la gente odia a los hipsters

Preguntamos a una profesora universitaria porque se utiliza ese termino como descalificativo inmediato y por qué la gente lo odia tanto.

Fotos por Jamie Lee Curtis Taete

En la parte superior de esta página, al lado de mi nombre, hay una pequeña foto mía con una de las primeras imágenes que mostraría Google al buscar «hipster». Lo siento. Esa es la pinta que tengo y la que tienen un montón de mis amigos y compañeros de trabajo.

No tengo problema en reconocer que me siento muy cómodo yendo por ahí con mi barba y mis camisas a cuadros mientras escucho música independiente, pero aun así, no me hace mucha gracia ponerme la etiqueta de «hipster». Parece ser una palabra negativa o infame y las personas la utilizan para criticarme.

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Por lo que sé sobre el término «hipster», basándome en mis hábitos de consumo, puedo decir que soy uno, pero no me gusta que me lo digan.

Contacté con Zeynep Arsel, profesora de investigación de hábitos de consumo y mercados en la Universidad de Concordia. En 2010, Arsel escribió un artículo influyente titulado «Desmitificando los hábitos de consumo», en el que explica cómo los diferentes tipos de consumidores —incluyendo a los hipsters— responden a este etiquetado social, y cómo estos etiquetan a otros. Pensé que ella podría explicarme por qué existe tanto rechazo a los hipsters.

VICE: ¿Por qué toda esta gente que dice no ser hipster odia tanto a los hipsters?
Zeynep Arsele: Todo el mundo niega ser un hipster. Un hipster es quien no queremos ser. Incluso cuando parezcamos exactamente uno.

En ese caso, ¿qué es ser hipster, exactamente?
Si te refieres a cómo la gente de marketing define a los «hipsters», por lo general, el término hace referencia a una categoría bastante difusa de personas a quienes superficialmente describen como veinteañeros urbanos que están a la moda y buscando labrarse un estatus.

Vale. ¿Y tú cómo lo defines?
Yo veo este concepto como una mitología que evoluciona, una idea —un estereotipo—, más que una categoría sociológica objetiva. Es una idea que evoluciona a partir de la opinión pública. Alguna vez fue un mercado preciso que representaba una contracultura, pero hoy en día no significa mucho. Incluso el New York Times admitió que usa excesivamente el término.

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Escuchamos a determinadas bandas, bebemos un tipo de cerveza y nos vestimos de cierta manera por las razones correctas, y los hipsters no.

¿Alguna vez este término tuvo un significado claro? ¿Una época de oro, por así decirlo?

No estoy segura de que haya habido una edad de oro tal cual, pero si analizas el término de manera histórica, de hecho, una vez se llegó a interpretar de una forma mucho más positiva. En los años 50, un hipster era un auténtico rebelde contracultural. A mediados de los 90, los medios de comunicación pintaron una relación homóloga y simbiótica entre el término hipster y la escena indie emergente. Los hipsters eran guais. Las cosas comenzaron a complicarse más en la década de los 2000, cuando vimos no solo un aumento en la frecuencia con la que los medios de comunicación hablaban de los hipsters, sino también un cambio en el contenido del debate sobre los hipsters. Este es el punto de inflexión y el comienzo de la reacción negativa.

¿Dirías que el odio hacia los hipsters es básicamente una objeción a cómo viste la gente?

No creo que el estereotipo deba reducirse solo a la moda. Es una representación más compleja de un estilo de vida. Además, vestirse de forma convencional —por ejemplo: con la moda normcore— podría ser un juego de estatus en sí. Pero si una persona suele seguir la moda común y corriente, probablemente se escape de que lo identifiquen como hipster.

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Y eso es lo que todos queremos en general, ¿no? Porque ser hipster tiene connotaciones negativas.
Hay más asociaciones negativas que positivas. Mi trabajo sobre el tema cubrió las percepciones públicas de los «hipsters» durante la última década. No he hecho un análisis sistemático del discurso público en torno al término en los últimos cinco años, pero me sorprendería si las cosas hubieran mejorado. Algo aun más importante es que creo que la categoría se hizo tan difusa, vacía y se diluyó tanto que ni siquiera significa algo.

¿Qué pasa cuando un término es difuso?
Que cualquiera que tenga menos de 35 años y tenga como una especie de curiosidad cultural, o un corte de pelo inusual, fácilmente podría ser etiquetado como hipster. El mayor problema con este estereotipo es que es algo así como la falacia del hombre de paja, en el sentido de que la representación pública del hipster tergiversa, o al menos trivializa, los intereses y las motivaciones de las personas a las que se les podría clasificar como tales.

Pero la pregunta es, ¿por qué meter a un grupo de gente en un saco con la etiqueta de «hipster»?
Estamos tratando de dar sentido a una realidad social con diversas capas, y el agrupar a toda una generación en una caricatura de dos dimensiones nos ayuda a minimizar nuestros esfuerzos por tratar de entender esta realidad, sin tener que lidiar con sus ambigüedades, contradicciones y complejidades. Todos queremos darle sentido al mundo, y los estereotipos nos ayudan. Un «hipster» también nos permite legitimar nuestras acciones, al darnos permiso para contrastar nuestras propias vidas con los que solo pretenden ser algo. Escuchamos a determinadas bandas, bebemos un tipo de cerveza y nos vestimos de cierta manera por las razones correctas, y los hipsters no.

Entonces, como ejemplo de una de esas «funciones sociales», ¿alguien podría hablar mal de los hipsters cuando está con sus amigos, pero no resistirse a beber cerveza de diseño orgánica, sin gluten y artesanal?
Todo se trata del encuadre y del contexto, y creo que los seres humanos son muy hábiles para hacer distinciones simbólicas. Estos son mecanismos tácitos de estatus y diferencia. El mismo conjunto de ropa podría interpretarse como relajado y nada hipster o como pretencioso y hipster, en dos contextos diferentes.

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