FYI.

This story is over 5 years old.

El número de las estafas

La industria mexicana del secuestro virtual

Los hoteles reportan entre cinco y siete llamadas de extorsión a la semana, pero se estima que son muchas más.

Ilustraciones por Julio Derbez.

—¿Hola? —Buenas noches, señorita. Disculpe, la llamo de recepción. Estoy aquí con una gente, están armados. Son de una organización criminal, pero no se ponga nerviosa. Imagínate que es la una de la mañana y recibes esta llamada en el cuarto del hotel donde te hospedas, en cualquier lugar de México. Si alguna vez has contestado a una llamada de este tipo, conocerás ese frío que recorre toda tu espalda hasta los pies. Ahora imagina que eres un turista en Ciudad de México y no tienes ni idea de que este tipo de llamadas existen. Esto es lo que le pasó a Verónica, una turista de California que estaba de vacaciones con su novio, Steve, en la capital mexicana, el octubre pasado. Conocimos a Verónica a través de una amiga suya que contactó con VICE para decirnos que habían “asaltado” un hotel del Centro Histórico. En realidad este asalto nunca existió. Escuchando la historia por primera vez, parecía que se trataba de una llamada de extorsión “cualquiera”, pero no fue así. Se trataba de la nueva artimaña que, según los medios de comunicación de varios países, México está exportando por todo el mundo: el secuestro virtual. “No sabíamos lo que estaba pasando. Nos decía que era de la organización criminal ‘más grande’. Nos dijo: ‘No hablen con la policía, no digan nada. Si no cooperan, les va a ir muy mal’”, nos contó Verónica a los dos días de haber recibido una llamada extraña en un lujoso y moderno hotel, en el centro de la ciudad. “Yo pensaba que mi interlocutor realmente había hablado con el recepcionista; nuestro cuarto estaba en el segundo piso. Nos seguía diciendo que conocía a todo el mundo. Nos dijo: ‘Si no me dices la verdad mataré a tu novio’. Fue ahí cuando pensé: Mierda…” No importaba que su novio estuviera a su lado, la amenaza sonaba real y su miedo, en este punto, se intensificaba. “Después nos dijo: ‘Quiero que te vistas y cojas un taxi hacia un oxxo [una franquicia mexicana de supermercados con productos básicos], ¿sabes lo que es un oxxo?’”, contó Verónica. “Le dije que sí pero que no iba a ir, y luego me pidió mi nombre completo. Se lo deletreé y no lo entendió, entonces me dijo que me iba a pasar a alguien que hablaba inglés. Me pasó a otro tipo que hablaba inglés y ahí fue cuando noté algo raro: escuché a otra persona en el fondo teniendo la misma conversación que habían tenido conmigo: ‘Buenas noches, la llamo de recepción. Estoy aquí con una gente…’, sonaba como un call-center”. Cuando a Verónica le pasaron al hombre que hablaba inglés, este le dijo: “Esto es lo que quiero que hagas: quiero que bajes a la calle, cojas un taxi y vayas al oxxo y compres dosteléfonos. Luego vuelve al hotel y te daré más instrucciones, pero no quiero que cuelgues el teléfono”. “Le dije: ‘No, señor, yo no me voy de este hotel’, y después de negarme un rato, estuve en el teléfono como una hora y media, me pidió que le diera el dinero a alguien de la recepción para que pusiera saldo a unos teléfonos. Me dieron dos números y me pidieron que los repitiera como cinco veces. Me preguntó cuánto dinero tenía y le dije que mil pesos y me dijeron que pusiera 500 pesos a cada uno. ‘Y quiero que traigas el recibo, pero vas a bajar sola, chicanita’, me dijo. Le contesté que no quería separarme de mi novio y me negué varias veces. Entonces me dijo: ‘Bueno, bajen los dos pero no le digan a nadie lo que está pasando. Si esta llamada se corta, voy a llamar otra vez. Y si no me contestas, los voy a matar”. Entonces bajó Verónica y habló con el recepcionista. “Le intenté dar algún tipo de señal, así que moví las manos exageradamente. Le pedí que mandara alguien a recargar los teléfonos. Me preguntó si quería hacer una llamada. Le dijo que no, que necesitaba recargar los teléfonos. Le dio el dinero a los guardias de seguridad y le pedí los comprobantes. En la recepción todo se veía normal. Estaban limpiando el restaurante. Todo parecía normal ahí”. Verónica nos dijo que después de darle los números al guardia de seguridad, regresó a su cuarto, aún con miedo. No sabía cómo iba a terminar esta situación.

Publicidad

“Cogimos el teléfono de nuevo y alguien llamó a la puerta. Era el recepcionista y nos preguntó si estábamos bien. Le dije que sí en voz alta porque seguramente el tipo del teléfono estaba escuchando. Luego me dijo en voz baja que iba a llamar a la policía”. “El tipo del teléfono me preguntó quién era. Le contesté que era el recepcionista avisando de que ya habían ido a recargar los teléfonos. Después me dijo cosas guarras: ‘Mira, señorita, ¿sabes lo que es hacer el amor? Yo quiero escucharlos haciendo el amor’. Contesté que no. ‘Sí, ¿me escuchas? ¿Me entiendes?, porque si no te lo hace tu novio, voy a subir a hacértelo y te va a ir muy mal’”. Volvieron a llamar a la puerta de su habitación. “Abrimos y era la policía. Eran diez o doce, con linternas. También estaba el recepcionista y los guardias de seguridad. Todos estaban nerviosos menos los guardias. La policía nos preguntó qué estaba pasando y le dije ‘el teléfono’ y se lo señalé. Un policía fue al teléfono y dijo ‘No hay nadie en línea…’” Y así terminó su secuestro. Unos amigos fueron al hotel a recoger a Verónica y a Steve. No pusieron ninguna denuncia. Días después recuperaron sus mil pesos, el hotel donde se hospedaron esa noche les reembolsó el dinero de las recargas y el de su estancia.

Eso mismo fue lo que les ocurrió a los miembros del grupo español de música electrónica Delorean, quienes fueron víctimas de un secuestro virtual el 7 de octubre de 2013, cuando se encontraban en México para participar en el festival de música Mutek. Medios internacionales como NME, Pitchfork, BBC y otros cubrieron el suceso pero pocos reportajes explicaron con profundidad cómo funcionan este tipo de secuestros. VICE intentó contactar con el grupo para conocer su punto de vista, pero Delorean se negaron a hablar del tema. En el caso del grupo Delorean, sus secuestradores se identificaron como miembros de los Zetas. “Advirtieron” al grupo de un tiroteo en su hotel (esto era mentira), por lo que tenían que moverse a otro. Al llegar al nuevo hotel, según los artículos de prensa, los integrantes de la banda fueron amenazados por teléfono, separados en pares y enviados a diferentes cuartos. También se les ordenó sacar dinero de cajeros automáticos, comprar nuevos teléfonos móviles y tirar los suyos, para evitar cualquier contacto con su familia, la policía o los organizadores del festival. Las amenazas hacían pensar a los músicos que estaban siendo vigilados en cada momento. Pasaron alrededor de 30 horas antes de que fueran “rescatados”. No hubo contacto visual ni físico con los agresores y en ningún momento se les privó directamente su libertad.

Publicidad

Pero ni Verónica ni los integrantes del grupo vasco han sido las únicas víctimas. En los últimos meses se han dado a conocer más y más casos de extranjeros que han recibido llamadas similares en sus cuartos de hotel. Han salido casos en Cozumel, Acapulco y Cuernavaca entre otros destinos turísticos.

Podríamos decir que el secuestro virtual es un derivado del secuestro exprés, muy conocido en México hace algunos años, el cual consistía en retener a la víctima dentro de un coche y pasearla durante varias horas. El rehén era agredido, despojado de sus pertenencias y obligado a vaciar sus cuentas bancarias en cajeros automáticos. En cambio, el secuestro virtual funciona a través de una llamada telefónica con la que los criminales obligan a los familiares de la víctima a depositar dinero en cuentas bancarias con el pretexto del falso secuestro.

En el caso del secuestro virtual, las víctimas nunca ven a sus agresores y la comunicación de realiza únicamente por teléfono. Los secuestradores exigen dinero a través de amenazas y obligan a los secuestrados a moverse de lugar. Es entonces cuando los secuestradores “encierran” a sus víctimas para poder pedir un rescate a los familiares. Si llegas a este punto, ya has caído. Puede que este engaño se dirija desde cuartos llenos de personas capacitadas en la técnica del secuestro virtual, haciendo llamadas hasta que alguien muerde el anzuelo.

La verdad es que pocos secuestros de cualquier tipo son denunciados a las autoridades y de hecho ni ellas mismas conocen la tasa real del problema, o no la quieren compartir. En 2012, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) estimó que se dieron más de 105.000 casos de secuestros en el país. A su vez, la cifra oficial de secuestros registrada por el Sistema Nacional de Seguridad Pública en el 2012 fue de 1.317 —es decir, 80 veces menos que las estimaciones del INEGI. Si los secuestros virtuales ocurren dentro de hoteles, ¿qué tienen que decir éstos? Para saberlo, llamamos a Armando de la Cruz Uribe Valle, presidente de la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles, y le pedimos más información sobre el tema. El empresario nos explicó que la asociación empezó a juntar datos sobre los secuestros virtuales en hoteles desde junio de 2013. Las cifras, de nuevo, no son muy claras. “Es relativo. Más o menos nos informan de unas cinco o siete llamadas por semana. Pero podríamos pensar que son más de las que nos llegan”. Le preguntamos por qué pasan estas llamadas a través de las líneas de los hoteles. “Es porque se usan los sistemas automáticos, que son los que dirigen la llamada directamente a un cuarto, si conoces el número”, respondió, y añadió que el rastreo de tales llamadas corresponde a las autoridades, y eso solo se puede realizar una vez se haya puesto una denuncia.

“Mucha gente no la hace. Pero por la información que nos han dado sabemos que algunas llamadas vienen de centros penitenciarios del norte del país. De acuerdo con la policía, en algunos de estos centros de Tamaulipas se estudia la metodología de la extorsión para saber cómo hacer estas llamadas”. En 2013 varios medios nacionales publicaron artículos apuntando que la mayoría de las llamadas, tanto de extorsión como de secuestro virtual, provenían de esa región y, específicamente, desde los centros penitenciarios. Desde las dependencias de seguridad como la del DF y la de Veracruz han dicho que la mayoría de estas llamadas se hacen en los estados de Tamaulipas y Sinaloa. (Hay un video viral en YouTube donde dos hermanos graban una llamada de extorsión creyendo que es una broma y donde le preguntan al secuestrador: “¿Eres tú, Chuy?” Luego terminan burlándose del extorsionador, hasta que el criminal pierde la calma y empieza a cagarse en su madre.

Buscando frenar este fenómeno, Uribe Valle nos contó que la asociación de hoteleros se está coordinando con las autoridades locales y con la Secretaría de Turismo para informar a los turistas sobre el riesgo de secuestros virtuales. Se está llevando a cabo una campaña de comunicación para informar sobre estas llamadas. También buscan implementar botones de pánico en las recepciones de los hoteles. Por “razones de seguridad”, no nos dio más detalles. Los hoteles están centrándose en medidas preventivas mientras que la lucha contra los extorsionadores se la dejan a la policía. Pero recordemos lo que nos dijo Verónica sobre su caso. “Mi instinto me dice que fueron los guardias de seguridad. Estaban relajados. Además, nos ofrecían otro cuarto. Era raro. Nos decían que no nos preocupáramos. Ya nos queríamos ir pero insistían en que nos quedáramos. ¿Pero por qué los de seguridad nos ofrecían el cuarto en lugar de los de la recepción? Después vino el gerente de seguridad. Dijo: ‘Lo siento, pero esto es muy común en México. Mire, tenemos cinco huéspedes y todos recibieron la llamada’, pero nadie más abandonó la habitación”. Como todos los grandes trapicheos es difícil hacer un panorama completo de los secuestros virtuales y saber dónde se originan, con qué frecuencia se dan y hasta dónde llegan sus redes. A pesar de que los extranjeros sean el grupo más vulnerable, todos los mexicanos somos blancos potenciales. ¿De veras no hay forma de frenar este tipo de delincuencia? Si no me acuerdo mal, en 2010 el gobierno y las compañías de telefonía obligaron a los usuarios a dar sus datos personales al Registro Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil (Renaut), para poder tener un número de móvil. Poco tiempo después varios medios publicaron que esa base de datos estaba a la venta en internet. Quizás recuerdes que entre 2011 y 2012 el gobierno se gastó cinco mil millones de pesos en equipos de espionaje, con los que ahora supuestamente puede intervenir conversaciones de teléfonos móviles, mensajes, correos electrónicos, listas de contactos y fotografías, además de disponer de herramientas para activar de manera remota la cámara fotográfica y el micrófono del celular. Si sumamos los secuestros virtuales a las extorsiones, entonces tendremos un montón de llamadas peligrosas por ahí. Y si no se está utilizando este equipo y este dinero para encontrar y detener a quienes hacen estas llamadas, estaría bien saber para qué se está empleando. Por lo pronto, parece que la industria de los secuestros virtuales proviene mayormente de los centros penitenciarios de México. Muchos de ellos se encuentran dentro de territorios controlados por los Zetas y otros grupos del crimen organizado, como en los estados de Tamaulipas y Sinaloa. Pero mientras no se desmantele alguna red de corrupción que de alguna manera esté encubriendo estos call centers de secuestro y extorsión dentro de las propias cárceles, las autoridades no podrán lograr que los criminales que estén detenidos dejen de cometer actos delictivos. Hasta que eso no ocurra, mantén la calma cuando te llamen para amenazarte y no te olvides de preguntar “¿Eres tú, Chuy?”