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Cultură

Hablamos con el rey de los vídeos sexuales de famosos

Hablamos con Kevin Blatt, el rey del porno de famosos, para averiguar como funciona su negocio y del funcionamiento de la industria de los vídeos sexuales de famosos.
Hannah Ewens
London, GB

Según su perfil de Twitter, Kevin "KB" Blatt es el "único corredor de vídeos sexuales de celebridades y especialista en escándalos del mundo". Blatt se vanagloria de ser el intermediario de Hollywood que ha contribuido a que se popularizaran los vídeos comprometidos de estrellas como Colin Farrell o Verne "Miniyo" Troyer. Resumiendo: si alguna vez has visto algún vídeo de sexo de algún personaje famoso, lo más seguro es que haya pasado por las manos de Blatt.

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Su primera transacción se produjo con la cinta 1 Night in Paris (2004), protagonizada por Paris Hilton y Eick Salomon. Blatt dio con ella tras conocer a Donald Thrasher, compañero de habitación de Salomon. Tras lidiar con varios temas legales, finalmente obtuvo permiso para publicar la grabación a través de Red Light District Video. A partir de entonces, Blatt se convirtió en lo que él denomina "un pornógrafo accidental" y en un hombre muy rico. Lo telefoneé para averiguar en qué consiste realmente su trabajo.

VICE: Hola, Kevin. Cuéntame cómo empezó esto del comercio con vídeos comprometidos de celebridades?

Kevin Blatt: Todo se remonta a Larry Flint y a la revista Hustler, que hace años publicó fotografías de Jackie Onassis desnuda. Creo que ambas cosas contribuyeron a intensificar ese interés insaciable por ver celebridades desnudas. Después del tremendo éxito del vídeo de Pamela Anderson y Tommy Lee, la cosa empezó con una película en la que yo había participado, 1 Night in Paris.

En aquella época vivía en una zona residencial muy pija de California; nadie sabía a qué me dedicaba y un buen día tenía frente a la puerta de mi casa un montón de furgones de cadenas de televisión y de la prensa. De repente, los medios me habían hecho el objetivo de sus entrevistas sobre la cinta de Paris Hilton. Aquella circunstancia abrió la veda al resto de películas de sexo entre famosos.

¿Cómo conseguía la gente esas cintas?

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Mucha gente acudía a mí con grabaciones conseguidas por medios de dudosa legalidad o de alguien que las había encontrado colgadas en Craiglist o robadas en un aeropuerto. Me decían, por ejemplo, que tenían un vídeo sexual de Tila Tequila o de alguien, y entonces yo hacía un poco de investigación para averiguar cómo la habían conseguido y si tenían derecho a tenerla. En la mayoría de los casos resultaban ser propietarios de un 50 por ciento de los derechos de autor, lo que significa que eran ellos o ellas los que aparecían en la cinta montándoselo con la celebridad de turno. Esas situaciones se dan a menudo cuando te acostaste con alguien que luego se ha hecho famoso.

En aquella época había mucha gente que no tenía mucha idea de las normas a la hora de publicar un vídeo de este tipo; poco antes se aprobó la ley USC22457 en el estado de California que establecía que para comercializar cualquier producto destinado al público adulto era preciso disponer de dos documentos firmados en los que demostraras que eres mayor de edad y manifestaras tu deseo expreso de difundir el contenido.

Entonces, si los documentos no estaban firmados por ambas partes implicadas, ¿qué hacías en esos casos?

Lo convertí en un negocio desde el momento en que me asocié con varios abogados. Decían: "Siempre podemos abordar al personaje famoso y preguntarle si tiene interés en adquirir los derechos de autor o su 50 por ciento para hacer lo que quiera con él".

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Fotograma de la cinta caliente de Verne Troyer, gracias a KB

Ya veo…

Sé que parece muy turbio y suena a extorsión. De hecho, mucha gente me llama extorsionista, pero no, no lo soy. Soy una especie de Robin Hood moderno, la primera línea de defensa de las celebridades, porque les estoy dando la oportunidad de deshacerse de material comprometido por un dinero que resulta insignificante en comparación con los millones que se embolsan.

Así que casi siempre sacas tajada de esto.

Exacto. Mi negocio es como una chatarrería, intentamos vender lo que se puede salvar y son muchas las celebridades que están dispuestas a pagarte un buen pellizco por hacerse con la propiedad de estos vídeos.

Hubo un par o tres de veces en que las cosas no salieron bien y los abogados del personaje famoso te proponen un trato y luego se inventan alguna historia sobre por qué el vídeo se ha hecho público y te dejan en la estacada.

¿Cuántas cintas de gente muy famosa pasaban por tus manos?

Al menos una cada dos semanas. Una locura. No te puedes hacer una idea de lo que pasa aquí, en Hollywood, todos los días. No puedo darte nombres porque he firmado contratos de confidencialidad, pero sí te puedo decir que he visto a hombres muy heteros en escenas de sexo muy gais, he visto a directores de Hollywood muy famosos a los que les va el fetiche de los pies, he visto cosas raras con embudos…

¿Ha cambiado mucho la industria desde tus principios con Paris Hilton? En caso afirmativo, ¿cuándo crees que se produjo ese cambio?

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Después de la cinta de sexo de Kim Kardashian, el panorama cambió por completo. Aquel episodio se convirtió en un modelo de negocio que siguieron toda esa gente que ansía la fama sin tener relevancia alguna.

De repente, los jóvenes vieron el vídeo de sexo de Kim Kardashian y pensaron: "¡Dios, pero si lo único que hay que hacer para ser famoso es vender tu cuerpo! Se envía un mensaje distorsionado a la juventud del país y sigue siendo un fenómeno increíble.

Después de aquello, la gente empezó a inventarse mentiras sobre los vídeos sexuales. Filtraban las grabaciones y luego se montaban alguna historia de que se la había robado alguien, cuando en realidad estaba ya todo pactado y nosotros teníamos la firma de ambas partes. Hoy día incluso se llevan equipos de iluminación a los sitios en los que se va a producir la escena, como en el caso de Farrah Abraham, que lo hicieron tan mal que al final los pillaron. Lo mismo pasa con Kim Kardashian. Si el público se cree esa historia, es más ignorante de lo que pensaba.

¿Temiste por tu negocio cuando ocurrió el Fappening (la sonada filtración de fotos de celebridades en 2014)?

Mi negocio se rige por un código: si el vídeo ha sido grabado por la propia celebridad o esta sabía que se la estaba grabando, entonces me interesa. Si claramente se trata de una invasión de la intimidad, como es el caso de las fotos de Fappening, no quiero saber nada del tema.

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Todas esas fotos fueron robadas, por lo que en ese caso no había nadie que fuera propietario al 50 por ciento de los derechos de autor, ni tampoco se dio o recibió permiso para difundir las imágenes. Yo necesito que se cumplan esos requisitos. Cuando investigo a las personas que me traen las cintas, soy como un detective privado. A veces los interrogo a muerte para ver si cambian su versión de los hechos. Solo cuando sé que todo está correcto cierro el trato con ellos.

¿Cómo ves el futuro de tu sector?

El año pasado conseguí que se publicaran más películas que en los últimos diez. Todo apunta a que mi negocio mejorará y se ampliará. Si me lo hubieras preguntado hace diez años, te habría dicho que después de lo de Paris Hilton, la cosa acabaría desapareciendo y nadie se volvería a grabar en momentos de sexo.

Y en cambio sigue habiendo gente interesada en ver esos vídeos.

Creo que estos vídeos gustan tanto porque humanizan a las celebridades, las ponen a nuestra altura. Las cosas como son: todos cagamos, meamos y follamos. Cuando ves al Presidente o a una supercelebridad en la cama con alguien, sientes ese morbo de estar viendo algo que no deberías. Eso es entretenimiento.

@hannahrosewens

Traducción por Mario Abad.