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Cultură

5 Razones por las que Carlos Lozano debe ganar “Gran Hermano VIP”

Es el anti Raquel Bollo, sus monólogos, su aire de estar de vuelta de todo. Tiene que ganar.

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Este fin de semana se ha liado parda en "Gran Hermano VIP". Raquel Bollo y Belén Roca, conscientes del seguimiento y poder de convocatoria que tiene Carlos Lozano entre la audiencia, han intentado poner contra las cuerdas al otrora presentador de "Operación triunfo". Un par de discusiones absurdas entre ellos han acabado con dos intentos burdos y absolutamente penosos de retratar a Lozano como un maltratador psicológico. Sin mucho éxito: a los pocos minutos de estallar la guerra, el hashtag #carlosestamoscontigo, lanzado en apoyo al comunicador, ya era trend topic y dejaba claro que la gente, la audiencia, está a muerte con Lozano. Y no hay para menos: nuestro protagonista es el único motivo que nos queda para seguir viendo un programa decepcionante que se hubiera quedado en una anécdota kitsch sin la exhibición de dominio escénico de un tipo que de la noche a la mañana ha vuelto a nuestras vidas por la puerta grande. Carlos, tranquilo, para nosotros eres el ganador moral, y también pecuniario, qué diablos, de esta edición. Y aquí explicamos por qué.

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El último punk

A las pocas horas de entrar en la casa llamó maricón a Fran Nicolás. En la primera semana ya había sumado varias borracheras paposas y muy cargadas, de aquellas en las que te patina la boca y te acercas más de la cuenta a la gente cuando hablas. Entendió rápidamente a qué estaban jugando Rosa Benito y Raquel Bollo, la pareja más plasta de esta edición, y se sacó de la manga el nickname de la temporada: 'las viejas del visillo'. Hizo migas con Javier Tudela y Alejandro, los dos participantes más cortos de luces de los últimos años, para utilizarlos a su antojo, como quien lanza un hueso al perro para pasar el rato. Ha imitado y ridiculizado a Julián Contreras Jr. con más mala baba y gracia que cualquier humorista profesional. Se ha pasado tres cuartas partes del concurso hablando solo en voz alta, desafiando a todos sus compañeros y exagerando hasta la parodia consciente el papel de lobo solitario de vuelta de todo. Habla perdonándole la vida a quien se le cruza por delante. Ha intentado ligotear con media casa, pero siempre con la actitud del que te está regalando su interés y su tiempo y no está para muchos rodeos. Y, por supuesto, se ha erigido en el referente de la audiencia, hartísima de muebles inservibles y reinonas sin interés y necesitada de personajes capaces de hacer televisión y ganarse el sueldo.

El anti Bollo

Sacar de quicio a Raquel Bollo debería puntuar doble. O merecer una inmunidad. O un aumento de la gratificación económica. La colaboradora de "Sálvame" se ha tirado un mes y medio en la casa emulando a un ficus: pegada al culo de Rosa Benito, invisible hasta para las cámaras de visión nocturna, hasta este fin de semana había sido incapaz de darle un solo minuto de televisión al programa. Ni tan siquiera cuando metieron en la ratonera a Aguasantas, su eterna rival, para espabilarla un poco, esta fue capaz de salirse del guión más conservador. Pero Lozano, incisivo como un roedor y extenuante como un loro, ha conseguido que la ex mujer de Chiquetete haya estallado por todo lo alto. El delirante y cómico ataque de histeria que ha protagonizado Raquel Bollo este fin de semana, en un lamentable intento de poner a nuestro ídolo en la picota y perjudicar su imagen, es maravilloso por dos razones: porque adoramos ver a esta señora perdiendo los papeles y dramatizando con esos ademanes de actriz semi retirada de culebrones y porque demuestra el poder tocapelotas del presentador, que con un chasquido de dedos ha puesto a la Bollo al límite de la locura.

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El monólogo en voz alta

Han tenido que pasar 16 ediciones de "Gran Hermano" y otras tantas de "Gran Hermano VIP" para que un concursante se haya dado cuenta de que en este formato lo importante no es lo que estés pensando, sino que sepamos qué estás pensando. El monólogo interior quedará muy bien en la literatura y el cine, pero en un reality la gracia es que el espectador te escuche. Y Lozano, que desde el primer día ha demostrado haber entendido a la perfección dónde se ha metido, ha revolucionado el formato con sus monólogos en voz alta. "Carlos habla solo", sobreimpresionan los guionistas de "GH Vip" cada vez que el presentador se pasea por la casa hablando para sus adentros en voz alta, sabedor que hay cámaras pero también micros, y que sus speeches de telepredicador, sus sermones, quejas y peroratas no van tan dirigidas a sus compañeros como al público que vota y elimina rivales. Jodido revolucionario.

La épica del perdedor

Nunca subestimes a un perdedor. A uno de verdad. A uno que está sin blanca, que hace años que no se come una rosca en televisión y que no ha superado el trauma de dejar atrás sus años de gloria. Porque alguien que no tiene nada que perder es muy peligroso: hará lo que sea, cuando sea y con quien sea para sacar tajada, para intentar un reflote que le devuelva parte de lo que dejó escapar. Carlos Lozano es la quintaescencia del perdedor, y por eso es Dios: sigue viviendo de las rentas de un "Operación triunfo" que nos pilla ya bastante lejos, es incapaz de asumir su incipiente calvicie y se pavonea por la casa con los mismos trucos y ademanes de sobrado de discoteca que utilizaba hace veinte años. Y antes, lógico, caían las que querían; hoy, en cambio, sus tácticas provocan más ternura que admiración: en casi dos meses de concurso no ha caído ni una manola.

Guionista en la casa

La mayoría de momentos cumbre de Carlos Lozano en esta edición se han producido en directo. En las galas de los jueves y en las conexiones de los domingos. Pocas veces veremos a un concursante de GH tan práctico y eficiente: ¿para qué quemar cartuchos de share un sábado a las tres de la tarde si puedes hacerlo un jueves en prime time ante millones de espectadores? No es Don Carlos el primero que utiliza de forma totalmente controlada y premeditada al programa y sus timings, pero sí el primero que lo hace con esa soltura y ese dominio abrumador del medio. Como si fuera un político en campaña al que avisan por línea interna de la conexión de los informativos, Lozano espera al momento justo para liarla. Y funciona: en vivo y en directo hemos asistido a sus broncas, explosiones de ira y acusaciones sin que el programa pudiera ni quisiera cortar la escena, consciente del poder hipnótico de este forajido de la pequeña pantalla en busca de su redención.