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Comics!

Hablamos con David Rubín de sus cómics, de sus giras y de la farlopa negra

Las grandes historias se escriben con sangre, semen y licor café.

Rubín suele hacer dibujos para firmar libros, así que yo he tratado de retratarle a él como un homenaje

Me gusta leer los cómics de David Rubín. Sin embargo cuando después de abordarle en una librería de Barcelona me confirmó que podríamos charlar un rato me entró un poco de  miedo. No es que Rubín vaya a matar en las entrevistas –creo– pero digamos que se puede permitir la franqueza de no dar muchas concesiones. Es como una puta estrella de rock. Directo y consciente de lo que le cuesta su trabajo, y de que los lectores, cuando le leen saben que, en el fondo, están viendo a la persona detrás de todo el asunto. Así que sí, tenía muchas ganas de hablar con él porque no iba a ser una de esas entrevistas mamporreras de adulación mutua.

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Hablando con él sabía que iba a completar la acojonante experiencia que es leer El Héroe I y II (aunque el principal motivo de la entrevista –siempre hace falta un motivo– fuera su último libro, Beowulf con Santiago García). Como él es un insider que entiende el funcionamiento de los medios, tras ponerme en contacto de nuevo con él, no tenía claro si yo había conseguido lo que me había propuesto o si realmente era él quién sacaba lo que quería de mí para hacer un poco de promo. Llegó con puntualidad a la plaza donde habíamos quedado y mojamos la conversación en dos copas de licor café

VICE: David, desde que publicasteis Beowulf no has parado de firmar libros por todas partes, ¿por qué sales tanto de gira por ahí?

David Rubín: Porque si se quiere crear una industria sólida del cómic en España es necesario. Trabajar en un cómic no es solo dibujarlo o escribirlo también hay que defenderlo con una labor de promoción. Trabajé durante diez años en el sector audiovisual y allí la promo era fundamental. A mí no me queda otra cosa que hacer carretera y que la gente esté hablando continuamente de mi cómic. Ya que me paso un año de mi vida trabajando en algo que luego alguien lo reciba.

Cuando te abordé en Barcelona lo hice porque un amigo tuyo me animó a que lo hiciera. Dime la verdad, ¿aprovechas la gira para irte de juerga con tus colegas en cada ciudad que visitas?

¡Hombre claro! Aunque quedo con ellos menos de lo que me gustaría. Y por otro lado voy de gira para trabajar. Sabes que vas a estar firmando libros toda la tarde y probablemente tengas que hacer lo mismo en otra ciudad poco después. Así que no te puedes ir de carallada hasta las mil porque al día siguiente estarás jodido.

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¿Por eso pones licor café en las presentaciones? ¿Para montar la carallada ahí mismo?

Sí, bueno, eso empezó ya hace unos años cuando andaba con La tetería del oso malayo porque pensaba que le pegaba y también porque me gustó la idea.

Durante aquella presentación en Barcelona sacaste el licor café le dijiste a alguien que se llamaba la farlopa negra. ¿De dónde sale esa expresión?

Es un dicho ourensano. Se dice mucho.

Yo soy de Ourense y nunca había oído algo así.

Entonces es que no íbamos a los mismos bares. Igual viene de otra época. Soy algo mayor que tú pero sí que me acuerdo que ya se le llamaba farlopa negra o coca proletaria. Era algo muy de finales de los 90.

Da la sensación de que tanto en el cómic como en otros sectores creativos hay mucha pose. ¿Cómo ves el medio?

Haber hay de todo. Pero sí que pienso que ahora mismo estamos viviendo el mejor momento del cómic en España sin ninguna duda.

Nunca antes había habido tantas obras de autores españoles saliendo todos los meses. Ni tantas primeras obras de autores de aquí. Ahora se me vienen a la cabeza Papel estrujado de Nadar, un chico de Barcelona que editó su primer cómic en 2013 con cuatrocientas páginas. Además de ser el primero es un tebeo buenísimo.

Continuamente están surgiendo obras muy diferentes. Piensa que hace unos años había que imitar modelos foráneos, francés o americano, y ahora no. Creo que es más un movimiento, una manera de entender el cómic y de actuar en consecuencia, que un formato tal y como se suele entender.

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La novela gráfica abrió las puertas generalistas. Hasta hace diez años ninguna librería tenía cómics más allá de Asterix o Tintín. Sin embargo ahora te encuentras un montón de tebeos. Esto ha sido posible gracias a que la novela gráfica consiguió un nuevo tipo de lector: gente más mayor que nunca antes había leído un tebeo o adolescentes que simplemente dejaron de leer cómics porque ya no les interesaban. Se publicaba muchísimo en la franja infantil-juvenil así que los lectores terminan buscando en la novela temas más adultos, otros enfoques y narrativas. La novela gráfica consiguió recuperar a toda esa gente con un abanico enorme de historias, enfoques y grafismos totalmente nuevos. El lector habitual de novela no se acercaba al cómic pensando que no tenía historias para él. De repente ya no estamos atados a una manera de hacer cómic.

Tú mismo hiciste ese paso del cómic juvenil al épico. Un género con mucha profundidad expresiva si me preguntas a mí.

En la épica he encontrado un vehículo para abordar una serie de cosas que me preocupan mucho hoy en día. Como la crisis de valores y la corrupción en el poder. Toda esa mierda que nos rodea. Cuando hice el Circo del desaliento oLa tetería del oso malayo, parecía que lo que más me importaba era el desamor o que lo pasaba mal porque lo dejaba con una chica. Ahora me parecen cosas más triviales y pienso que tenemos problemas más importantes como que nos estén gobernando una casta de hijos de puta. Las obras, de un modo u otro, tienen que servir como vehículo para este tipo de mensajes y concienciar. En el cómic encuentro el medio ideal para hacerlo.

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Tienes una composición de página muy compleja, especialmente en tu libro anterior, El Héroe. Marcas las secuencias de forma nada habitual.

Entiendo la página como un ente completo no como un simple contenedor de viñetas como si fueran cromos en un álbum. Cuando alguien abre un página quiero que la primera impresión le transmita algo. No solo cuadritos colocados ahí. No creo que desafíe el espacio ni nada así, más bien creo que lo estoy aprovechando. El cómic es aún un medio muy nuevo con el que se puede experimentar mucho

¿Qué me dices de la descomposición que vemos durante todo Beowulf? Hay mucha sangre y mucha casquería por ahí.

Una historia como la Beowulf no se puede contar con sutilezas. Si te fijas es una historia muy simple. En esa simpleza radica su monumentalidad. Beowulf solo se puede contar desde el exceso máximo. Aquí estás delante de un monumento abstracto lleno de caos y de violencia pero también de vida. Era así como tanto los antiguos como yo mismo entendimos el libro. No quisimos pulir las aristas. Queríamos una historia de Beowulf con todas las consecuencias, visceral y emocional.

Cuando el Grendel se acerca a Beowulf tiene un impulso sexual muy fuerte hacia él. ¿Qué valor expresivo tiene el sexo?

Es exactamente eso. Tanto Santiago como yo quisimos mostrar los tres monstruos que aparecen en el libro como auténticos monstruos de verdad. Como seres sin ningún tipo de moral y que no razonan como lo haría un ser humano. Cuando el Grendel se encuentra a Beowulf no sabe si asesinarlo, comérselo o follárselo.

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¿Por qué después de rechazar a todos se va a Beowulf si no lo conoce? Porque le atrae su aura de poder. Se encuentra con un igual. El único que le espera sin miedo. Por eso hace que surja en el monstruo una pulsión erótica. Cada uno que lo interprete como quiera pero para nosotros era mostrar a monstruos como bestias desprovistas de toda humanidad.

Decía Gaspar Noé que todas las buenas historias se escriben con sangre y semen. Y yo pienso que es verdad. Todos salimos de la sangre y del semen. Son flujos del hombre y de la mujer. Dos líquidos tan primarios que esconden un universo enorme. Y son fundamentales para la vida, para la muerte y para el odio.

Recomiéndame un cómic español que te haya gustado recientemente.

Aparte del que te dije antes de Nadar me gustó mucho Conspiraciones de José Domingo. Creo que es el tebeo más inteligente y divertido que se publicó en España en muchos años. Me sorprendió muchísimo y además tiene una mala hostia terrible.

Ya, pero ¿José Domingo no es tu colega?

Bueno, sí. Compartimos estudio hace dos o tres años y previamente trabajamos mucho en una productora de cine. Allí nos conocimos. Hoy vive en el edificio de enfrente al mío. Ahora cada uno trabaja en su casa. De vez en cuando viene y tomamos el café y vemos qué andamos haciendo. Tenemos diálogo continuo de creador a creador.

Me mola José Domingo y también últimamente David Sánchez, ¿qué piensas tú de él?

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Me encanta. Me flipa su estilo y me encanta lo que hace.

¿Ese estilo enfermizo paranoico?

Como persona es maravillosa, ya te lo digo yo, no tiene nada que ver con su rollo Cronenberg.

Esos autores así siempre terminan siendo buena gente aunque tengan ideas retorcidas.

Bueno, también hay bastante hijo de puta, ¡eh!