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Cultură

Especial de narrativa: Carta del Chateau Marmont

Siempre hay una persona atractiva parada ahí y si tratas de sentarte en el lobby él o ella te dice: "¿Tiene reservación?" Si la tienes, puedes sentarte. Si no, debes hacer una con dos semanas de anticipación.

El problema del Chateau Marmont en Los Ángeles es que no es nada fácil de recorrer. Si lo haces sin ningún tipo de guía, es probable que ni siquiera llegues al lobby. Entras al hotel por una avenida. Pasas un estacionamiento donde hay dos empleados que parecen egresados de letras francesas, atraviesas un pequeño pórtico y luego entras al sótano del hotel. Tomas ya sea el elevador o las escaleras para llegar al lobby. Detrás del mostrador hay compartimentos llenos de llaves decoradas con borlas, y a la izquierda un cuarto con muchos sillones y butacas viejas que no combinan. Tal vez no lo notes pero hay un podio justo a lado de la pared más lejana, para que no bloquee las sillas. Siempre hay una persona atractiva parada ahí y si tratas de sentarte en el lobby él o ella te dice: "¿Tiene reservación?" Si la tienes, entonces puedes sentarte. Si no, te informan que debes hacer una y que se hacen con dos semanas de anticipación.

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Cuando nos quedamos hace poco en el Chateau llevamos a nuestros amigos Carol y Tony al lobby. Carol es guionista del programa Comedy Central y Tony es un comediante muy conocido.

En la mesa de al lado, dos hombres cuarentones con abdomen abultado, vestidos como si acabaran de regresar de un juego de béisbol estaban chismeando acerca de las películas en las que estaban trabajando. Uno dijo:

—Le llamamos a Matthew McConaughey para incluirlo y hablamos con él por teléfono, pero es bien mamón. El tipo es un mamón. Así que llamamos al agente de Al Pacino y le dije: "Ya sabes, es un papel menor". Él dijo: "Amigos, no hay papeles pequeños, sólo pagos pequeños". Entonces le dijimos que le pagaríamos 50 grandes, y ni siquiera se lo mencionó a Al Pacino.

—Así que 50 mil dólares es una paga pequeña hoy en día.

—Por eso ya no vemos a ese tipo salir en nada.

La mesera les llevó otra ronda de tragos de whiskey a Tony y a Carol, y a nosotros otra ronda de cocas light.

—¡Ahí hay uno! Ese tipo es alguien famoso —dijo Clancy.

Había entrado el elenco de Mad Men Las mujeres usaban vestidos largos de gala y Jon Hamm vestía un traje azul de tres piezas con una corbata de color rojo vivo.

—Yo juego póker con él —dijo Tony. — Es un tipo agradable. No suele vestirse así. Usualmente sólo se pone como suéter de cuello en V. En realidad no estoy seguro si es él.

—Es él.

Tony se levantó con su bebida. Dio unos cuantos pasos hacia Jon Hamm, y luego se volvió hacia nosotros.

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—No creo que sea él.

Se sentó de nuevo y dijo:

—La primera vez que lo vi me dijo que le gustaba mucho mi trabajo y me sentí como un patán. Es un tipo muy agradable. Ha estado con la misma mujer 15 años.

Entraron Paul Rudd y el actor con sobrepeso de la película en la que los estudiantes de medicina intentan tener experiencias cercanas a la muerte en busca de conocimiento. Paul Rudd salió solo pero el actor con sobrepeso y su hija se reunieron con varios de sus amigos, todos ellos extraordinariamente atractivos incluso para los estándares de LA. Paul Rudd Regresó a la mesa y se reunió con ellos.

—En serio siento que debería ir a saludar. Iría pero estoy seguro de que no es Jon Hamm —dijo Tony. —Al diablo, sólo iré y le invitaré un trago.

Carol puso los ojos en blanco pero no dijo nada.

Tony caminó tres metros (distancia que bien podía haber sido como cruzar un desfiladero por todos los límites sociales que estaba ignorando) hacia Jon Hamm. Vimos cómo Jon Hamm no lo miraba, no lo miraba, no lo miraba, después, vimos cuanto Tony se paró justo frente a él y estiró la mano. Estrechó la mano de Tony con una expresión cortés y tensa y luego dijo: "¡Will!"

Will Arnett pasó cerca. Jon Hamm apartó la vista de Tony y dio unos cuantos pasos hacia Will Arnett, quien se sobresaltó y animó ante la radiante atención repentina de Jon Hamm.

Tony cruzó el desfiladero de vuelta a nuestra mesa. Jon Hamm le volvió la espalda a Will Arnett, quien se vio momentáneamente perdido.

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—¿Qué esta pasando ahí? —dijo Carol y comenzó a pasar por encima del sofá hacia la mesa detrás de nosotros, donde Elizabeth Moss y otros miembros del elenco de Mad Men estaban celebrando el final de la serie.

—¡Carol! ¡Cariño! ¡Siéntate! —exclamó Tony.

Habíamos sido huéspedes en el Chateau Marmont sólo por tres días pero el poder del lugar era tan fuerte que nos sentíamos como en casa.

—Es extraño que aún vengan tantas celebridades aquí—dijo Tony. —Ya conté como 30 famosos ahorita sólo en la cena.

Carol se había escabullido de vuelta sobre el sillón y estaba teniendo contacto visual con Elizabeth Moss, que parecía estar encantada con Carol y quizás estaba a punto de invitarnos a su mesa.

—¡Ok! —dijo Amie, y se levantó para indicar que la noche había llegado a su fin. Un mesero, que al parecer compartía la misma opinión, ya estaba ahí con nuestra cuenta.

Cuando nos dirigíamos de regreso a nuestra habitación escaleras arriba, Carol y Tony seguían merodeando en el bar, y luego los vimos dirigirse hacia el mostrador de enfrente para ver si conseguían una habitación.