FYI.

This story is over 5 years old.

partidos moleros

Lo que aprendimos de “El Tri” ante Nueva Zelanda

Vayamos directo al grano: el conjunto mexicano no tiene pies, ni cabeza.
Gary A. Vasquez-USA TODAY Sports

Por más que parezca un sinsentido, incluso hasta una burla, que el aficionado mexicano al futbol haya podido aprender algo del primero de dos juegos "moleros" o amistosos, para ser políticamente correctos, que "El Tri" disputó el sábado ante Nueva Zelanda, creo que sí se puede extraer algo sustancioso del funcionamiento, mejor dicho del no funcionamiento, del equipo en general.

Vayamos directo al grano: el conjunto mexicano no tiene pies, ni cabeza.

Publicidad

Vivimos en una realidad en la que estamos acostumbrados a encasillar los fenómenos que la rodean como algo "bueno" y algo "malo", y por ello hemos perdido la capacidad para discernir que lo "malo" también puede ser algo positivo y viceversa. Lo que intento decir es que la Selección Mexicana de Futbol de la era Juan Carlos Osorio, por citar sólo un ejemplo, luce peor que un equipo semiprofesional armado de último minuto en el que todos y cada uno de los jugadores jamás se han visto en su vida; en esto último no es tan diferente dadas las numerosos rotaciones, a placer y forzadas, en la plantilla azteca.

Estuve tentado de iniciar este segundo párrafo listando la posición en la que Nueva Zelanda se encuentra en la clasificación de la FIFA para enfatizar que México apenas pudo ganarle por un gol a una selección "menor", pero recordé que el ranking es la peor mentira inventada por dicha organización y que "El Tri" no es un equipo grande, tal vez, siquiera "mediano" a ratos.

De todas formas, los merengues neozelandeses expusieron las debilidades de México, específicamente por las bandas y en el los ¾ de cancha del territorio mexicano. Hasta cierto punto es entendible pero no aceptable. La química de un equipo se logra con el tiempo, siempre y cuando se mantenga, más o menos, la misma formación; no tengo que repetirlo, esto jamás ha sucedido con los 11 de Osorio.

Ni siquiera la celebrada incorporación de Giovani dos Santos, quien se supone aportaría mucho más juego a la ofensiva y abriría espacios en las bandas, funcionó. Anotó un penalti pero hasta ahí. El estilo continuó siendo aburrido y sin ideas. En la segunda anotación de México, Oribe Peralta tuvo una epifanía futbolera y propició una buena que selló Marco Fabián con la pierna derecha. En realidad muy poco para la gran expectativa y convocatoria que siempre genera este equipo en los Estados Unidos.

Sin embargo, como que algunos comienzan a darse cuenta que este equipo y sus giras amistosas son sólo una farsa. De acuerdo con ESPN, los seleccionados mexicanos fueron recibidos con muy poca gente en el aeropuerto de Chicago —ciudad donde jugarán el trascendental partido contra Panamá—, un hecho sin precedentes que desconcertó a directivos y jugadores por igual. Se dice también que se han vendido muy pocos boletos, y es que algo podría estar sucediendo con la afición mexicana… o no. A lo mejor fue simplemente una cadena de circunstancias que impidió a la gente recibir con bombos y platillos a sus compatriotas. Tal vez se deba a algo mucho más esencial y esperanzador, algo tan simple y tan complicado a la vez como reclamar el espectáculo por el que se paga.

Lo malo de "El Tri", es decir, su falta de cohesión en la cancha podría resultar algo bueno si ello implica que cada vez más seguidores se quiten la venda de los ojos y reclamen un espectáculo digno de un boleto de cien dólares. El "incidente" en el aeropuerto de la ciudad de los vientos podría ser una señal de que se está aprendiendo algo después de cada partido de la Selección.