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tú sin límites

Juventud sin Límites: la eterna lozanía de Maddona Buder

En su nueva campaña, NIKE celebra la fortaleza de Madonna Buder y los atletas que desafían la edad para continuar compitiendo.
Imagen vía Nike en YouTube

Este artículo es presentado por Nike.

Si hay algo de lo que estamos seguros es de que vamos a morir. Ser, como dijo Heidegger, es precursar la muerte. El temor a que ese inevitable momento llegue, ha degenerado en una serie de cultos a la juventud donde se hace ver la vejez como un interminable calvario de decadencia y se sugieren todo tipo de prácticas y elixires para retrasar o esconder las inevitables marcas de los años en nuestros cuerpos. Lejos de esa preocupación, algunos seres son capaces de desafiar los límites físicos y mentales, encerrados en organismos longevos pero animados por una vitalidad adolescente. Los casos de Maddona Buder y Stanislaw Kowalski, difuminan la frontera entre juventud y vejez, evidenciando cómo la lozanía puede permanecer intacta y que por más años que se tengan, la decadencia puede estar muy lejos.

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Perdida en los largos brazos de Dios se hallaba la mente de la hermana Maddona Buder, pensando en que quizás lo que Él quería para los más longevos era tan sólo que se mantuvieran activos. Cavilaba, mientras sus piernas surcaban a zancadas el pavimento quemante de Honolulu, en torno a que de los viejos Dios ya no esperaba mucho, pero sí deseaba que al menos se mantuvieran en movimiento. Aunada con la voluntad de Dios, impermeable a una sensación térmica que rondaba los 40 grados, la hermana había nadado 4 kilómetros, pedaleado 180 y corrido 40 de 42 de maratón, a la edad de 76 años. Habían transcurrido casi 17 horas desde la largada y un tumulto pretendía estimularla con furiosas arengas que ella ya no escuchaba, que no podían sintonizar con la indescriptible felicidad que la inundaba, con aquel trance místico que sólo podía emanar del gran arquitecto que la manejaba desde los cielos, animando cada una de sus zancadas con hilos invisibles. Los últimos dos kilómetros del Ironman de Hawai fueron tan placenteros como eternos y mientras transcurrían la hermana Maddona sintió la levedad absoluta, confirmando algo que siempre había creído pero que nunca había experimentado: era un títere de Dios. Al llegar a la meta, la hermana sabía mejor que nadie que la juventud podía ser ilimitada y que le quedaba fondo como para dar una vuelta al mundo.

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Por otra parte, hace más de un siglo, en 1910, la fundación del club de fútbol argentino Vélez Sársfield, la inauguración del Estadio Old Trafford en Manchester, los avances en la cura para la Sífilis, una nueva aparición del Cometa Halley, los centenarios de Independencia de varios países americanos y el inicio de la Revolución Mexicana liderada por los hermanos Serdan, protagonizaban el primer año de la segunda década del siglo 20. Al mismo tiempo, en lo que entonces ni siquiera era una república sino el Zarato de Polonia, un infante Stanislaw Kowalski se preparaba como todos sus contemporáneos para vivir el siglo más intenso y brutal de la historia de la humanidad, que involucraría radicales cambios en nuestra forma de vida y conflictos bélicos que nos llevarían a tener un contacto directo con la podredumbre de nuestra alma.

Todo este huracán de brutalidad ocurriría e involucraría directamente a Polonia, que fue ocupada por la Alemania Nazi y también escenario de horrendas persecuciones y torturas, y aun así, tras un siglo, Stanislaw Kowalski sobreviviría, podría ver el resurgir de su nación, la llegada del hombre a la luna, la caída de la Unión Soviética, la masificación de Internet y las comunicaciones digitales, y no sólo eso, sino sería 105 años después protagonista, bajo el foco de un diminuto y sensacional invento llamado cámara digital, de una de las hazañas más impresionantes que un hombre de su edad haya logrado jamás; corrió los 100 metros planos en 34.50 segundos, tiró la bala 4.27 y lanzó el disco 7.50 metros, marcando un hito de deportividad longeva casi tan imbatible como las marcas de atletas de la estatura de Phelps y Bolt.

Con sus sonrisas rodeadas de pliegues, adornadas por los surcos construidos tras millones de muecas que reflejaron su experiencia emocional en una vida entera de incontables anécdotas, existencias como las de Maddona y Stanislaw se intersectan en lo esencial: el fuego que movió su espíritu se mantuvo ardiente en el tiempo, manteniendo viva no sólo la fuerza corpórea, sino también la de un espíritu en constante rebeldía ante la ineludible muerte.

Conoce más sobre la campaña "Tú sin Límites" de Nike aquí.