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¿dónde están los aficionados?

La absurda guerra del futbol contra otros deportes

¿Se puede tener gusto por el futbol y por el deporte amateur? Claro que se puede.
Imagen: Facebook Paola Espinosa

Hace cuatro años trabajaba para el canal deportivo TDN. Sorpresivamente, la transmisión de los Juegos Panamericanos de Guadalajara le dieron ratings históricos a la emisora, incluso mayores a los del Mundial de Sudáfrica 2010.

Pongo esto a consideración porque Toronto 2015 es prácticamente inaccesible en televisión mexicana, solamente transmitido por Claro Sports, que está disponible en el sistema de paga Dish y vía internet. La cobertura en medios electrónicos de esta edición en la justa continental es muy limitada y el espacio en medios impresos y portales informativos es poca en comparación con 2011.

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Con los triunfos de los atletas mexicanos, que a una semana del final de los Juegos han sido más o menos los pronosticados, surge otra vez una sensación que va de la tristeza al enojo de los defensores del deporte amateur: ¿por qué no se apoya a nuestros atletas y el futbol recibe toda la atención?

Es una pregunta válida. La selección de futbol, después de todo el ruido que se ha metido en ella desde antes de Copa América con los desafortunados tuits de su técnico y algunos jugadores a favor de un partido político, avanzó de manera poco digna a Semifinales en un torneo que comprende a países de Centro, Norteamérica y el Caribe, casi equivalente en el deporte amateur a unos Juegos Centroamericanos –con Estados Unidos y Canadá, pero sin Colombia ni Venezuela–. Del otro lado, un evento que comprende a todo el continente. Es decir, deportivamente son más importantes los Juegos Panamericanos que la Copa Oro.

Pero ya cuando entramos en términos de marketing y comercialización no hay punto de comparación: la Selección Mexicana de futbol capta más atención del público. Los escándalos de entrenador y jugadores e incluso de la prensa son temas más comentados por el público que, por ejemplo, una medalla de oro de un arquero que venció con autoridad al número dos del ranking mundial.

Foto: Andrés Corona

En este punto creo que vale la pena que les diga que me enamoré del deporte cuando empecé a jugar futbol a los 6 años, y meses después del resto de las disciplinas cuando vi los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 (ya más o menos pueden calcular mi edad). Amo el olimpismo y amo el futbol. Y trato de ver las cosas de la manera más analítica posible.

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Por eso, cuando alguien dice "es que solo se apoya al futbol" corrijo de inmediato: la Federación Mexicana de Futbol es la única en su tipo que no recibe un peso de CONADE, es decir, del gobierno federal. La FMF logró generar un modelo de comercialización que hace que sus operaciones sean financieramente independientes, lo que no se ha hecho en el resto de los deportes.

(Eso no quita la manera lamentable en la que algunos estados, como Chiapas, usan a su equipo de la Liga Mx como medio de propaganda, ¿o creen que fue casualidad que Jaguares cambiara su color al verde?)

¿Se puede tener gusto por el futbol y por el deporte amateur? Claro que se puede. ¿El principal culpable en la brecha económica que existe entre ellos son las autoridades? No necesariamente, de hecho, en una lógica de mercado, a mayor difusión que se le da a un deporte, más patrocinadores atrae. ¿Los medios? Ellos van a decir –con algo de razón– que apuestan más al futbol porque es la información que más se consume.

¿Hay que tomar partido por uno o por otro? No necesariamente. Cada quien es libre de preferir y ver lo que quiera.

Lo cierto es que sí hacen falta vías de difusión. Hacen falta más mentes que trabajen en torno a la comercialización de los deportistas y que el grueso de sus recursos no provengan del erario. Y también, hace falta que el aficionado se acuerde de ellos y vea sus competencias no solamente en justas multidisciplinarias.

El futbol le puede aprender el coraje y las ganas de triunfar a nuestros deportistas amateur, y ellos aprenderles al futbol cómo comercializarse para desempeñarse mejor.

Así que basta de peleas absurdas.