Un héroe sin suerte: las 7 desgracias del capitán de la selección de rugby de Sudáfrica
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mala estrella para un gran capitán

Un héroe sin suerte: las 7 desgracias del capitán de la selección de rugby de Sudáfrica

Jean de Villiers ha jugado 13 años con la poderosa selección absoluta de Sudáfrica, pero apenas ha disputado 160 minutos en Copas del Mundo. ¿Cómo es eso posible?

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Ser capitán de los Springboks, el combinado nacional de Sudáfrica de rugby, es un honor tremendo. El cargo, no obstante y como dice el tópico, conlleva aún más responsabilidad. Desde que Nelson Mandela convenció a François Pienaar para que le ayudara a unir el país a través de este deporte y los sudafricanos ganaron el Mundial de 1995, la selección auriverde ha logrado consagrarse en la élite mundial del rugby.

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El fantasma del 'apartheid', sin embargo, aún no ha desaparecido del todo de Sudáfrica y los Springboks siempre están en el ojo del huracán. Pienaar es el capitán más famoso de este equipo, pero por este puesto de reputación extrema han pasado otros: hasta 54 jugadores, concretamente. En breve, además, se nombrará el 55º: el actual capitán se rompió la mandíbula hace unos días y ya ha anunciado que deja la selección.

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No es una muestra de flaqueza, ni se trata de renunciar al compromiso con el equipo. No; se trata, una vez más, de honor y responsabilidad. Jean de Villiers, el actual capitán de los Springboks, es un líder perfecto para Sudáfrica. Nunca se podrá decir ni una sola palabra negativa sobre él. Durante los últimos trece años, de Villiers ha jugado 109 partidos con el combinado nacional y lo ha capitaneado 37 veces: en este tiempo ha sumado hasta 27 ensayos para los sudafricanos.

Su tiempo, sin embargo, parece haber acabado.

No es por decisión propia. Ni del equipo. Ni del entrenador. Ni tan solo por petición de la afición. La decisión la tomó el destino: en un partido del Mundial de Inglaterra frente a Samoa, Jean de Villiers se rompió la mandíbula. Mientras salía del campo tuvo claro que se perdería lo que queda de competición. Sin dejar que la rabia y el dolor lo cegaran, tomó la decisión de retirarse. No hay nada más honorable ni más responsable. Así son los capitanes de los Springboks.

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Héroe: a pesar de aparecer con una expresión nada épica en esta foto, Jean de Villiers es considerado un auténtico campeón en Sudáfrica. Foto de Rogan Ward, Reuters.

Jean de Villers es una estrella. Ha liderado todos los equipos en los que ha jugado, desde el de críquet hasta el de natación. Ha participado en tres mundiales de rugby distintos —2007, 2011 y 2015—, pero solo ha jugado unos 160 minutos en la Copa del Mundo. De hecho, debutó con la selección sudafricana absoluta en 2002 y a los cinco minutos de empezar el partido se lesionó de gravedad en la rodilla.

Primera desgracia.

Después de ocho meses de recuperación, en un partido de preparación para el Mundial de 2003 en Australia, se hizo añicos el hombro y tuvo que presenciar desde el hospital la derrota de sus compañeros de selección frente a Nueva Zelanda en cuartos de final.

Segunda desgracia.

La Copa del Mundo de 2007 tenía que ser 'su' mundial. Venía de recuperarse de la lesión en el hombro y de ganar la edición de 2004 del Torneo de las Tres Naciones —la principal competición internacional del hemisferio sur, en la que antes participaban Australia, Sudáfrica y Nueva Zelanda y que actualmente también disputa Argentina. De Villiers, además, había tenido un papel importante en el Tres Naciones y se esperaba mucho de él en el Mundial.

Sin embargo, las cosas pronto se torcieron. En el primer partido, contra Samoa, de Villiers sufrió una lesión en el bíceps. El golpe fue más duro en el plano mental que en el físico; sin él, los Springboks se proclamaron campeones del mundo por primera vez desde que Pienaar recibiera la Copa de manos de Mandela. Era como si su presencia no fuera necesaria. De Villiers estuvo eufórico por la victoria, pero a la vez sufrió ese vacío interno que padecen los que quedan excluidos de las fiestas.

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Tercera desgracia.

De Villiers recibe una botella de champán de manos de Richie McCaw, capitán de los All-Blacks neozelandeses, tras sumar su partido número 100 como internacional. Imagen vía Reuters.

Ya recuperado, de Villiers ganó otro torneo Tres Naciones en 2009. Sin embargo, en el Mundial de 2011, celebrado en Nueva Zelanda, la selección sudafricana no pasó de cuartos de final: Australia fue su verdugo. Por si fuera poco, de Villers se hizo daño en el partido inaugural y tampoco pudo ayudar a sus compañeros.

Cuarta desgracia.

En 2012, de Villiers se convirtió en el capitán de los Springboks. Aun sin jugar en los mundiales, era considerado uno de los mejores jugadores de rugby del país y era un auténtico líder en el vestuario. Pero en noviembre del 2014, diez meses antes de empezar la Copa del Mundo que ahora se está disputando en Inglaterra, su rodilla le dejó otra vez en la estacada en un partido contra Gales.

Quinta desgracia.

Todo el país renunció a que de Villiers liderara la selección en el torneo más importante del calendario del rugby: todos menos él y sus fisioterapeutas, claro, que por alguna cosa era el capitán. Jean se olvidó de todo y centró cada minuto de su vida en recuperarse para el primer partido del Mundial, que enfrentaría a su Sudáfrica contra Japón. Quería liderar su país.

De Villiers, como hemos dicho, no es un jugador cualquiera, sino un sudafricano realmente orgulloso. El capitán está atento a las diferencias sociales y étnicas que sacuden su país e intenta ponerles remedio. En el plano deportivo, a Jean le preocupa la base de su deporte favorito: antes de su retirada no solo ejercía de capitán en la selección absoluta de rugby, sino que iba a los partidos de la sub-20 a dar apoyo y charlas motivacionales a los chicos antes de los partidos.

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Poco a poco, los aficionados sudafricanos se fueron convenciendo de las posibilidades de su tenaz capitán. No eran conscientes del esfuerzo que de Villiers había hecho para poder llegar a tiempo y representar una vez más a su selección. La recuperación del capitán encarnó el coraje y esfuerzo: nadie sabía que sería su última gran gesta en el mundo del rugby.

Finalmente llegó el primer partido del Mundial de Inglaterra. Un Japón irreconocible plantó cara a Sudáfrica: en una última jugada histórica, los nipones sorprendieron al mundo y consiguieron vencer a los africanos. Para de Villiers fue terrible: tanto tiempo poniendo toda la carne en el asador para recuperarse para terminar decepcionando a todo un país en la primera jornada.

Sexta desgracia.

Jean de Villers pidió disculpas por la derrota en el mismo campo y prometió que lo darían todo para pasar de la fase de grupos. El capitán cargó con todas las culpas y eximió de toda responsabilidad al staff técnico. La prensa sudafricana, cruel, empezó a pedir su cabeza: de la noche al día pasó a ser un villano.

Segundo partido del Mundial. Sudáfrica tenía encarrilada la victoria ante Samoa, pero en una jugada que se maldecirá en todos los libros de historia, un grito del capitán sobresalió entre el griterío de las gradas y dejo helado todo el estadio. Los jugadores entendieron enseguida que no se trataba de un simple golpe. Sus caras se descompusieron. "Otra vez no", debieron pensar.

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De Villiers se retira del campo en camilla. Por desgracia, esta imagen se ha repetido demasiadas veces en su carrera. Foto de Rebecca Naden, Reuters.

Su exigente líder no gritaba nunca. Su querido capitán no finge: todo lo contrario, más bien intenta demostrar siempre que es el más fuerte, el más educado, el más firme. Así es de Villiers. Pero esta vez tenía la mandíbula destrozada. Se lo llevaron del campo y su mirada se posó en cada uno de sus compañeros. Tenía el mismo mensaje para todos: "Chicos, esto se ha acabado para mí, pero confío en vosotros". Conociendo a de Villers, un caballero del rugby; solo le faltó añadir: "No soy capitán por mí, sino por vosotros. Vosotros me hacéis capitán y me hacéis ganar. El Mundial es vuestro".

Séptima desgracia.

Final de su carrera como Springbok.

Y es que en 2007, cuando Jean de Villers se lesionó en el primer partido del torneo, su selección acabó ganando el Mundial. El rival era precisamente Samoa. En la rueda de prensa en la que anunció oficialmente que se retiraba de la selección, antes de levantarse y pedir a los periodistas que le invitaran a una cerveza, el gran capitán Springbok recordó que ahora se había vuelto a lesionar contra los samoanos.

¿Premonición?

Pau Riera ha colaborado en la redacción de este artículo. Síguele en Twitter: @21pauriera